“¡Cuña! ¡Hacé cuña!” Así alientan, casi desesperados, los instructores a los esquiadores debutantes. Con esta maniobra que consiste en formar ángulo con las puntas de los pies un vertiginoso derrape se convierte, para alivio del principiante, en un suave descenso por las pistas del Chapelco.
El cerro (cuyo nombre mapuche significa trenzas de agua) ubicado a escasos 20 kilómetros de San Martín de los Andes, es la vedette de la zona. Las proyecciones apuntan a un aumento de 10% sobre los 44.000 visitantes que recibió la montaña entre junio y octubre del 2000.
El lugar tiene 29 pistas aptas para todos los niveles. Quienes no saben nada de tablas pueden tomar clases de tres horas diarias durante tres jornadas en La Base por $ 80 en temporada baja (del 16 de junio al 6 de julio y del 25 de agosto al 14 de octubre) o por $ 100 en el período invernal (entre el 7 de julio y el 24 de agosto).
Para subir al cerro, un pase semanal cuesta, en temporada baja, $ 110 para mayores y $ 95 para los chicos. En temporada alta, los precios se elevan a $ 230 y $ 185 respectivamente. El alquiler semanal de los equipos, que incluyen botas, bastones y tablas, cuesta entre $ 65 y $ 110.
Pero no todo es esquí. Hay pistas de snowboard (la más concurrida es Halfpipe y los cursos para este deporte se ofrecen por precios similares a los de esquí) y se organizan caminatas con raquetas de nieve en el bosque de lengas aledaño a los circuitos. La travesía incluye un refrigerio dentro de un iglú construido en el medio del bosque.
Otra opción es un paseo a bordo de trineos tirados por perros siberianos. Y este año se incorporó un recorrido en motos de nieve de media hora de duración. En todas estas excursiones están presentes guías que describen las características de la zona e intentan convencer a los incrédulos sobre la real existencia de los duendes que habitan el bosque.
