Por Andrea Serejski (*)
Andrea Serejski
Mucho se ha dicho y se ha escrito ya sobre las dificultades que deben atravesar las mujeres para llegar a ocupar puestos de decisión, pero más aún si pensamos en los directorios de las empresas.
Como datos significativos podemos decir que en Argentina la participación de mujeres en Boards es de solo un 7,1% (CEPAL), en Latinoamérica del 8% (CEPAL), mientras que en Europa esta participación sube al 25% (estudio de EWoB – 2015). En nuestro país este porcentaje crece si tenemos en cuenta las posiciones de top management, pero no al momento de ocupar una silla en un directorio.
Contando la sociedad con un número muy alto de mujeres con talento, formación y capacidad, ¿por qué no estamos representadas en los puestos más altos de decisión? Un aspecto muy significativo y obvio es que los hombres siguen teniendo el poder. Son ellos quienes esgrimen distintos argumentos que parten desde asumir que “no hay mujeres preparadas para sentarse en un ámbito en el cuál se deben tomar decisiones muy complejas”, o suponer que “a las mujeres no les interesa ocupar espacios de tanta responsabilidad”, o el repetido argumento de que este tipo de lugares generan un “gran conflicto con otros objetivos que tienen la mayoría de las mujeres, asociados a la maternidad, al cuidado de los hijos, la familia y adultos mayores”.
Interrogantes con respuesta
¿Por qué se supone que no estamos preparadas para asumir los mismos riesgos que los hombres? ¿Por qué pensar que no podemos tomar decisiones con la visión global que las empresas requieren? ¿Por qué seguir suponiendo que una conciliación entre lo familiar y el éxito profesional no son compatibles? ¿Es posible que en el siglo 21 se sigan escuchando estas justificaciones? ¿Es posible que aún no se consiga un cambio en la cultura empresarial para que existan políticas y programas igualitarios?
Las mujeres nos estamos agrupando y se están fortaleciendo las redes para competir con esos espacios privativos para nosotras, y en los cuales los hombres acostumbraban a cerrar negocios. Ahora estamos convencidas de que debemos trabajar unidas en difundir lo importante que es la diversidad en los directorios, y demostrar que tenemos el liderazgo y las credenciales que se necesitan.
Las capacidades están, lo que falta es lograr que los empresarios acepten que la diversidad de género en las empresas, y sobre todo en los directorios, puede redundar en beneficios económicos para sus compañías.
En muchos países de Europa la inclusión se consiguió por la existencia de leyes de cupo. ¿Será esto necesario en Argentina?
En lo personal la cuestión de género y la igualdad de derechos siempre me han preocupado y por eso he peleado por defenderlos. Iniciando muy joven mi carrera profesional en una de las consultoras Big Four, siempre he sentido que demostrar de lo que somos capaces, requería mayor esfuerzo que a nuestros pares masculinos. Ahora es importante que nosotras, con una actitud generosa, nos ocupemos de empoderar y motivar a las mujeres más jóvenes para que inicien el camino de crecimiento, y que confíen en sus posibilidades de llegar a donde se propongan.
(*) Directora de SMS, San Martín Suárez y Asociados. Contadora Pública, (UBA, 1985). Socia a cargo del Departamento de Auditoría de SMS. Madre de 3 hijos. Cursó el seminario de Fundación FLOR, que trabaja día a día en preparar a las mujeres profesionales.