Por Rubén Chorny
Sergio Berensztein
Una foto recortada de Domingo Faustino Sarmiento inicia la secuencia que encargó al artista Martín Kovensky para ubicar en el enorme cuadro que ocupa toda una pared lateral en la entrada a la consultora que dirige y fundó en 2014. Son en total 24 los personajes de variada extracción seleccionados de su historia personal, familiar, afectiva, intelectual y hasta de las pasiones deportivas que cosechó a lo largo de 56 años de edad.
Se distinguen entre estos influenciadores (como se les llama ahora en marketing a quienes son influyentes) íntimos agrupados en cuatro líneas de seis por cada una, además del “Padre del Aula”, Mariano Moreno, Carlos Pellegrini, Tulio Halperín Donghi, Eric Hobsbawn, el basquetbolista Michel Jordan y hasta los abuelos Fany y Samuel, entre otros.
Pero pone broche al mural un delantero entrerriano que jugó en River, el “Mencho” Ramón Medina Bello, muy ponderado en el club por más que no integre el podio de los máximos ídolos. Lo adoptó en su galería privada, más que por ser fan millonario porque alguna vez compartió la experiencia de un picado en el verde césped del Monumental.
Así se construyó Sergio Berensztein: él y sus circunstancias, como diría Ortega y Gasset (y por cierto cabría a cualquiera de los mortales). En su caso, lo acompañaron en plena juventud cuando se trasladó a residir en Estados Unidos, desde donde regresó a la Argentina mucho más que con el título de doctor en Ciencia Política, que le otorgó la University of North Carolina, Chapel Hill. Trajo consigo a Emily, su compañera estadounidense de toda la vida, con la que tiene tres hijos.
Extremadamente cuidadoso de su figura y obsesivamente ordenado, aborda múltiples alternativas: asesora empresas, realiza análisis políticos para los cuales tiene que estudiar e informarse, publica regularmente columnas de opinión en La Nación, Perfil y La Gaceta, escribe libros, hace radio, televisión y se lo ve como habitual panelista en “Animales Sueltos”, el programa que conduce Alejandro Fantino en América TV. Todo junto en su atiborrada agenda de cada jornada.
Tiene una virtud que el medio le reconoce: primero analiza y luego critica. En el ejercicio habitual de su profesión de politólogo, suele atar los cabos globales para contextualizar a América Latina y a Argentina en ese escenario, que es lo que le demandan sus clientes y las audiencias.
La lógica de la globalización
–¿Hasta dónde afectarán globalmente el futuro de la democracia, tal como la concebimos, los actuales barquinazos autoritarios que la ponen en riesgo?
–Es la primera vez que tenemos un cuestionamiento a la lógica de la globalización desde la perspectiva de los propios países que la impulsaron. No sabemos si es algo transitorio o permanente, pero ciertamente impactan en el modelo casos como el de Donald Trump. Hay otros cuestionamientos a la lógica del modelo liberal occidental de relaciones internacionales pero también de funcionamiento doméstico respecto de las instituciones, de la libertad de prensa, por ejemplo, o de valores de la democracia que eran vistos como pilares.
–¿Qué podría deparar la elección de mitad de mandato en Estados Unidos?
–Es un desafío que va a terminar en una especie de reacción democrática. Habrá un número inédito de mujeres que participará, apareció una energía participativa de todos los sectores de la sociedad, precisamente por Trump, quien lo que hizo fue inmunizar más factores democráticos que mejoran el sistema. Lo que al final del día podría representar una especie de shock, en realidad incrementa los anticuerpos del sistema democrático: 1) para resistir y 2) para fortalecerse.
–¿Y por casa cómo andamos?
–Teníamos liderazgos de este tipo en países emergentes: Chávez, Kirchner, y Ortega, Evo Morales, Correa, con otras características, pero es la primera vez que se da en un país tan importante como Estados Unidos.
–¿Qué interrogantes generará?
–1) ¿Resistirán las instituciones estadounidenses este estilo de liderazgo?, 2) ¿Trump intentará reformar la Constitución para quedarse?, 3) ¿Sería a lo sumo un problema de ocho años? ¿De cuatro?, 4) Si pierde las elecciones ahora y va a tener un Congreso dividido, con la Cámara de Diputados en contra, ¿podrá avanzar con alguna ley importante?
La conclusión en estos últimos dos años es que la división de poderes, uno de los principios fundamentales del sistema como está armado EE.UU., siempre termina imponiéndose. En parte es lo que pasó en Argentina con Cristina Fernández, cuando con todo el poder y habiendo ganado de un modo increíble la elección de 2011 ni siquiera pudo imponer la reforma judicial que pretendía.
–¿Hasta dónde el proteccionismo y el auge que ha estado cobrando el populismo, ponen el riesgo el futuro del capitalismo?
–El capitalismo está más fuerte que nunca. Le voy a contar brevemente el argumento de un libro en el que estoy trabajando, que se titula “Después de la globalización”. El período en que se aplicó derivó en un crecimiento espectacular de países desarrollados, pero también de países en desarrollo: se bajó la pobreza, aumentó el número de gente con acceso a la luz, teléfono, cualquier indicador fue espectacularmente positivo.
El mundo debería estar celebrando y agradeciéndole a la globalización, pero curiosamente sucede todo lo contrario. Las clases medias que se expandieron y consolidaron en los países en desarrollo aspiran a mayor bienestar y seguridad, con un Estado que mejore la educación, la salud, etc., todo lo cual requiere de mucho dinero.
Las sociedades en las que están son, en consecuencia, conflictivas. Y lo que ha venido sucediendo es un estancamiento en los procesos de incremento de ingreso per cápita. Como siempre sucede en el capitalismo, las economías crecen de manera muy desigual. La crisis financiera internacional de 2008/9 fue otro shock, porque por ejemplo generó un estancamiento en la posibilidad de mejora a muchos sectores en Europa y Estados Unidos y acentuó el problema de la inmigración, que afecta sobre todo a Europa y Estados Unidos, por lo que Trump le propuso al canciller español levantar un muro en todo el Sahara.
–¿Se generalizarán las cortinas, aunque ya no ideológicos?
–La primavera árabe surge como resultado de que se frena la zona migratoria por tanto desempleo en Europa y las clases medias, que antes migraban, empezaron a participar políticamente en sus países. Un pobre pibe que antes hubiera prestado servicio en Francia, en Bélgica, se terminó prendiendo fuego. Y ahí empezó en Túnez un lío atrás de otro, y formó una ola que se expandió por todo Medio Oriente: no creó más democracia, sino que quedaron sociedades más conflictivas, con mayor presencia de actores extremos, que no logran incorporar a las nuevas clases medias educadas, que antes migraban.
–¿Cómo afecta al capitalismo la disrupción tecnológica?
–El shock tecnológico es reciente y modifica nuestra forma de construir valor. Hoy tenemos cinco empresas que son más grandes que países: al precio de hoy, Apple es tres veces Argentina. Se está generando valor con muchas empresas pequeñitas que son prolíficas en innovaciones y en poco tiempo se valúan más que una compañía petrolera.
Pensar en lo que son Instagram, o Snapchat, que valen más que las empresas que tienen más de 200 años. Sin embargo, hay un cambio en marcha del capitalismo que no implica estar exento de problemas, como los ambientales o cuestionamientos a la lógica del capitalismo, sobre todo financiero.
Además, los países que impulsaron el librecambio están entrando en conflictos comerciales. Trump ha hecho que Estados Unidos deje de ser el actor generoso en las relaciones internacionales en materia sistémica y redefinió: “Primero América”. Sería una lógica de proteccionismo transformacional, instrumental, no como el de los años 20, 30 o de la crisis mundial para cuidar mercados. No significa estar en contra del libre comercio, sino palo y palo.
Integración al mundo
–¿El Gobierno argentino actual entiende esta lógica global o está aferrada a la anterior foto global?
–Infinidad de veces dije que Macri se quería integrar a un mundo que no existía. Pero ahora tengo que ser un poco autocrítico de mi crítica. Es cierto que el mundo del libre comercio no existe más, pero eso no quiere decir que el esfuerzo de integración de Argentina no nos haya reportado enormes beneficios como país. Se ponen de manifiesto en el acuerdo por dos, el último en curso, con el Fondo.
De este modo, Argentina capitaliza haber vuelto a Occidente, ser creíble pero por los vínculos personales de primer orden del Presidente. Y también se benefició gracias a jugar el juego de los organismos internacionales por más que estén en crisis. No habrá recibido inversiones o fueron pocas, pero apareció un paquete de guita infernal sin el cual Argentina habría caído en default.
–Suponiendo que el salvataje financiero funcione y el dólar no siga como protagonista excluyente, ¿tendría Macri allanado el camino a la reelección y así garantizar continuidad al ajuste en marcha?
–Cualquiera sea el que gane tiene que entender que solo no puede gobernar. Y no significa tener el 35/38%. ¿Qué hizo Cristina Fernández con el 54%? Nada. Pensaba “yo sola, voy por todo, para siempre…” Venimos de 70 años de decadencia y este Gobierno es parte de este ciclo deficitario porque se creía el dueño de la verdad y nadie lo es. Y aun si fuera cierto, si los demás no lo creen, no sirve para nada. La democracia no significa tener todo el poder, sino armar un mecanismo para compartirlo.
–La recesión e inflación, con la incertidumbre que genera la volatilidad cambiaria como marco, disputan a casi un año de la elección el tope de la agenda mediática con el proceso político-judicial que desataron los cuadernos, ¿cuáles serán las consecuencias inmediatas que prevé en la faz institucional?
–Los cuadernos se instalaron en la cabeza de los políticos y cambiaron la lógica que traía la política. Bastaría con preguntarles a los empresarios si van a seguir aportando a las campañas en un contexto como este. Nadie va a poner un mango.
–¿Y eso es bueno o malo para depurar de corrupción al sistema democrático?
–Que se cree un espacio vacío en esta cuestión, bueno no es. Porque ojo con los narcos y los que manejan plata negra, que serían los que intentarían cobrar protagonismo ante la falta de financiamiento. En cuanto al efecto que puede traer el caso de los cuadernos a la calidad política e institucional del país, por ahora solo sabemos que se abrió una caja de Pandora que ofrece la posibilidad de convertirse en un punto de inflexión para la manera en que se financia la política y en la de hacer negocios con líderes del Estado.
–¿Cabe aguardar mejoras visibles en el corto plazo, o habría que mirar el Lava Jato brasileño, que va por los tres años?
–Podrá salir mal o también que haya mejoría, como sucedió institucionalmente en Estados Unidos después del Watergate. En Italia es al revés, después del Mani Pulite, vino Berlusconi y hoy gobierna la ultraderecha. Aún no nos es posible comparar los cuadernos de Centeno con el Lava Jato, porque aquel va por la etapa 50 y pico y acá recién estamos iniciando la 2. Así que lo que pase después de esto depende de lo que hagamos con el sistema, con la cultura política, con la manera de entender lo que es la democracia, lo que es el Estado, lo que es el capitalismo.
A modo de epílogo, Berensztein recuerda que, en los 200 años que lleva la democracia global, la argentina es estable, de baja calidad, hace 35. Atravesó por nueve procesos electorales en los últimos 25 años, más un recambio de tipo institucional en el medio.
Marca tres dimensiones para mejorar muchísimo y pegar un vuelco: democracia, Estado y capitalismo.
“Ya chocamos tanto con paredones y caímos a los precipicios, que capaz alguna vez nos toque mejorar, como ocurrió en todas las sociedades que evolucionaron a los golpes”, se esperanza.
Descarta que se pueda llegar de manera gradual.