
Ante la realidad de ver a su país dividido –económica, política y culturalmente– y la incertidumbre sobre lo que se puede hacer para superarlo, Isabel Sawhill, una de las más prestigiosas académicas de Estados Unidos en economía y política social, decidió hacer una investigación que le permitiera ver con alguna claridad hasta qué punto llega la polarización de la sociedad. Pasó dos años estudiando a los “olvidados” del país, aquellos a los que la evolución de la economía fue dejando atrás, muchos de los cuales votaron por Donald Trump.
Compiló luego el resultado de esas conversaciones en el libro The Forgotten Americans: An Economic Agenda for a Divided Nation que publica la Brookings Institution. Conversó con personas de tres estados: Nueva York (ciudad de Siracusa); Carolina del Norte (ciudad de Greensboro) y Missouri (ciudad de Saint Louis). Todas ellas de diferentes edades, razas, ocupaciones y orientación política, todas con ingresos modestos y sin título universitario.
El libro compendia los temas abordados y las respuestas más representativas con miras a informar las decisiones que tomen los gobernantes.
Valores y responsabilidad personal
Si la política no refleja los valores que comparte el pueblo, la democracia no puede prosperar. El gran público no puede dedicarse a estudiar los detalles de cada una de las políticas propuestas en todos los niveles del gobierno. Pero quiere soluciones que reflejen sus valores y prioridades: educación, trabajo y familia. En especial trabajo.
Cuando el candidato Trump les decía que estaba allí para ayudarlos, le creyeron. Su agenda de restringir el comercio, la inmigración y de repatriar muchos puestos de manufactura parecía dirigirse directa y concretamente a sus problemas, algo que no se logra hablando de temas más abstractos como el crecimiento de la economía o la redistribución del ingreso.
En las conversaciones surgió muchas veces que la gente quiere autoabastecerse. Principalmente quiere un trabajo digno. Cree que es responsable de lo que le pasa y rara vez culpa al “sistema” o a fuerzas externas por sus aprietos económicos.
“No confío en que nadie más que yo se ocupe de mí”.
“Hay una increíble falta de responsabilidad personal en mucha gente”
“No creo ser un producto del entorno. Creo que uno hace su propio entorno”.
“No se puede contar con nadie para nada. Uno tiene que poder hacer todo solo. Nadie nos va a tratar como queremos ser tratados”.
Aunque variadas, respuestas como éstas reflejan confianza en la fortaleza de carácter de la persona y ausencia de fe en la comunidad.
“He visto gente recurriendo a la automedicación si sus problemas comienzan a ser abrumadores.
“Es duro en este momento, porque el salario mínimo es lo que algunas personas ganan luego de estar en la compañía durante diez años, y no es justo”
“No creo que sea responsabilidad del gobierno cuidar a la gente.”

Gobierno incompetente y desconectado
Entre los miembros del grupo entrevistado hubo una marcada división en cuanto a opiniones políticas pero en general surgió que el gobierno es ineficaz, poco confiable y desconectado con la realidad de la gente, especialmente el gobierno federal. Quieren mejores programas y políticas pero desconfían de la posibilidad del gobierno para llevarlos a cabo. Son profundamente escépticos sobre los representantes elegidos. Algunos dijeron que el gobierno es un chiste.
“Por lo general, cuando el gobierno se involucra, lo arruina todo”.
Sobre el déficit de presupuesto:
“¿Los podremos mandar de vuelta a la escuela?”
Sobre la desconexión del gobierno con la gente.
“No saben lo que ocurre en la vida cotidiana de la gente común”.
“No tienen idea de lo que es vivir de un sueldo”.
Cuando se les preguntó qué podría hacer el gobierno para mejorarles la vida:
“Callarse la boca e irse a sus casas.”
Sawhill propuso siete ideas para ver qué comentarios generaban.
Servicio nacional y un programa de intercambio nacional
Sugirió que cada graduado secundario diera un año de servicio nacional (militar o civil) a cambio de ayuda financiera para los estudios universitarios. Eso combinado con un programa de intercambio: mientras realizan ese servicio, se alojarían con familias de otra comunidad que se hayan ofrecido voluntariamente a participar en el programa. Una variación local de los programas de intercambio internacionales.
La idea fue recibida con entusiasmo porque instantáneamente vieron las ventajas de comunicarse con personas diferentes.
“La televisión crea estereotipos. Pero cuando uno convive con una persona ve que no era así como creía”.
“Fenomenal, porque daría a la gente que no ha visto cómo es el otro lado de la cerca una experiencia que le hace abrir los ojos. No todos viven como vive uno y muchos jóvenes de hoy no tienen esa posibilidad. La idea es un win, win, win.
“Daría a los chicos una perspectiva a nivel familiar de una comunidad diferente con la que antes no tenía contacto. Y a través de esa perspectiva, aunque podría ser bastante incómoda, podría… comenzar a aflojar un poco la tensión, todo eso que está pasando”.
De todas las ideas políticas propuestas, ésta fue la más popular. Existe la sensación de que el país se cae a pedazos, social y culturalmente, y que esta idea tenía la posibilidad de abordar todas las divisiones.
Más educación técnica y de carreras
El otro tema favorito fue el de brindar más educación técnica y de carreras en todos los niveles, ligados a los empleos que existen en las comunidades locales.
Las personas entrevistadas creen positivamente que muchos no tienen la educación y la capacitación técnica que se necesita en el mercado laboral de hoy. Les gustó la idea de que las habilidades son algo que uno puede llevar consigo a cualquier empleo o a cualquier comunidad.
Hablaron del fracaso de las escuelas públicas en la enseñanza de las habilidades básicas, como matemáticas y lectura, pero criticaron todavía más el fracaso en la enseñanza de habilidades para la vida, como cocinar, cambiar una goma o aprender Excel y computación.
“Las escuelas son un desastre”, resumió uno.
Como causa probable, mencionaron el bajo nivel de sueldos de los maestros y hablaron de la necesidad de volver a las escuelas de oficios y al sistema de aprendices.
“Los jóvenes buscan conseguir un título porque sin eso no tienen nada”. Pero la queja generalizada fue que la universidad es imposible de pagar y no brinda las habilidades que se necesitan para conseguir trabajo.
“A pesar de toda la gente que va a la universidad, las empresas no encuentran personas con las habilidades que necesitan.
Subir el salario mínimo
La gran preocupación de la gente es el nivel de salarios. Creen que hay mucha oferta de empleos, y que en Internet encontrarlos es más fácil que nunca, pero lo que no abunda son los empleos buenos.
“Yo puedo encontrar empleo fácilmente en McDonald’s o Taco Bell pero si no tengo estudios no puedo aspirar a mucho más”.
“No es que no haya empleos, es que no hay determinados empleos…” “¿Queremos ganar 8 dólares la hora?”
“La economía está cada vez mejor, pero los empleos no”.
“El mercado crece pero los sueldos quedan igual”.
“Me insultaron. Después de trabajar un año me dieron 25 centavos de aumento. Yo capacité a empleados nuevos y manejé el negocio de noche”. “Ganar diez o quince dólares la hora cuando hace diez años ganaba lo mismo es como si me dieran una cachetada. Un insulto”.
“Trabajo full time en un lugar de comidas. Gano lo suficiente, solo lo suficiente, pero si algo saliera mal, gracias a Dios que tengo algo de dinero ahorrado. Si no, no podría sobrevivir”.
“Yo diría que hoy es muy duro, porque el salario mínimo es lo que alguna gente gana después de trabajar diez años para una compañía, y no es justo”. Otros se mostraron preocupados porque subir los salarios significaría subir los precios.
“Si McDonalds tiene que pagar a alguien 15 dólares la hora, la hamburguesa de pescado que me gusta me va a salir 9, y no la voy a poder comprar”.
Mayor rol para el sector privado
Dada la profunda desconfianza en el gobierno, se les preguntó qué opinaban si el sector privado fuera la parte central de los esfuerzos por mejorar la vida de los olvidados de Estados Unidos. Una parte del billón de dólares de recortes en los impuestos a las empresas establecido por la ley de 2017 podría ser reasignado para este fin.
Los participantes creen que los empleadores están mezquinando en sueldos y beneficios que ofrecían antes contratando personal temporario o de medio tiempo. Cuando se les preguntó qué habría que hacer además de mejorar sueldos y beneficios algunos sugirieron instar a las empresas a que repartan ganancias o den opciones de acciones.
La mayoría opinó que los empleadores deberían pagar por desempeño y reducir el sueldo del CEO, pero también quieren más reconocimiento y más respeto.
“No se nos reconoce la lealtad a la compañía o nuestro compromiso con el trabajo de equipo”.
“Por todas estas cosas mucha gente odia ir al trabajo pero tiene que ir porque lo necesita para vivir”.
“Lo que se tiene es un círculo vicioso: la gente adopta una mala actitud y no siente lealtad hacia la compañía y la compañía no es leal con sus empleados.”
“A la empresa no le importamos. Es como si fuéramos un número, no una persona que ha sido contratada”.
Este tipo de resentimiento puede estar reduciendo la productividad en formas que a la empresa le resulta difícil reconocer.
Una visión que se escuchó en muchos entrevistados es que las credenciales se suelen premiar más que la experiencia. Eso también crea resentimiento.
“La gente con experiencia debería ganar más que alguien que acaba de entrar”!
“Creo que todos somos fácilmente reemplazables”. “No tienen necesidad de dar una razón para echarte”
“Antes un cajero era un cajero. Ahora es cajero pero también descarga camiones y repone mercadería”.
“Los de arriba son los que ganan más; los empleados de la base, los que están haciendo el trabajo duro, son los que menos ganan y viven amenazados por el ‘si no te gusta te vas’. Antes, si a un empleado no le gustaba la situación se podía ir pero encontraba muchos empleos para volver a trabajar; entonces tenía mucho más poder que ahora”.
Salud, familia y licencias
El tema de un sistema de salud que se pueda pagar figuró entre los tres problemas principales que preocupan a la gente, pero también hubo muchas quejas por el alto costo del cuidado de los niños y la ausencia de licencias pagas.
La sugerencia de Sawhill de introducir subsidios del estado para cubrir o reducir el costo de guarderías y jardines de infancia fue bastante popular. Pero algunos participantes no mostraron confianza en los programas manejados por el gobierno o que la calidad fuera como debiera. Con todo, reconocieron que el cuidado de los niños es un gasto muy grande para la mayoría de las familias
“No gano lo suficiente en una hora para poner a dos niños en la guardería”. Me sale de 15 a 20 dólares la hora por cada niño y eso es lo que gano en una hora”.
Otros participantes hablaron de parientes con cáncer o alguna otra enfermedad seria y dijeron que la ausencia de licencias con goce de sueldo destruyó sus ingresos y los arrastró a la pobreza y a la dependencia de la asistencia del gobierno.
Restaurar la confianza
El ejercició arrojó como conclusión una desconfianza profunda en los gobernantes. Un descreimiento en lo que los funcionarios que son elegidos con el voto pueden hacer por el pueblo que los eligió.
La gran mayoría dice que viven una meritocracia y que el gobierno está quebrado. El círculo vicioso que encierra este escepticismo es que cuanto menos se vea al gobierno como dispuesto o capaz de solucionar los problemas de la gente, más crece el escepticismo. El descreimiento, a su vez, genera una disfuncionalidad en la política que hace virtualmente imposible dar una respuesta constructiva a los desafíos mencionados.
La gente votó por Trump por muchos motivos: lealtad partidaria, antipatía por la alternativa, resentimiento contra los inmigrantes u otros grupos y manipulación del voto por Rusia u otros. Pero el tema que surgió en las conversaciones que relata este libro surge que muchos estadounidenses están disgustados con lo que ha venido haciendo el gobierno. Y quieren un cambio, cualquier cambio. Cuando no lo ven, o cuando el cambio no soluciona lo que les preocupa, crece el escepticismo.

