
Si bien los conceptos de Responsabilidad Social Empresaria y, más recientemente, de sustentabilidad vienen ganando terreno en los últimos 15 años, fue en los más recientes que su avance generalizado llegó a impregnar de tal manera el mundo empresarial que –por lo menos en las firmas de mayor tamaño– una gestión desvinculada de la noción de triple impacto (económico, ambiental y social) parece ya impensable.
Consumidores más demandantes, comunicación que atraviesa tiempo y espacio a tiempo real, instituciones del tercer sector y sociedad en general que exigen una nueva manera de hacer negocios, Gobiernos y organismos supranacionales que establecen nuevas regulaciones y guías, entre otros múltiples factores, tornaron a la gestión sustentable en un imperativo. Y, también, en chances renovadas para quienes se animen a incursionar en nuevas prácticas, alianzas, redes y negocios.
Ya fue harto comprobado que una gestión responsable y sustentable es, además, un buen negocio. Por el ahorro que representa la minimización del consumo de energía, la reutilización de materiales y residuos y el cuidado al extremo de los recursos; por el valor intangible –y no tanto– que representa para empresas y marcas –de cara a sus clientes y consumidores, pero también a sus empleados, actuales y potenciales–; y también por las oportunidades que abre a las compañías innovadoras que avancen en la generación de productos y servicios alineados a las nuevas tendencias del mercado.
En esta nueva entrega de “El libro blanco de la RSE y la sustentabilidad”, Mercado convocó, como es habitual, a ejecutivos y referentes en la materia, quienes brindaron su opinión, guiados por lineamientos que incluyeron temas tan variados como nuevos componentes de la RSE y la sustentabilidad, articulación el corto y el largo plazo, implementación de los ODS, alianzas y formación de redes, tendencias y desafíos.
Producción y edición a cargo de de Carina Martínez
El sendero de la sustentabilidad
Buena chance para empresas con impacto
Para Agustina Zenarruza, gerenta de Sustentabilidad de Pan American Energy, la gestión sustentable se vuelve un imperativo para las compañías de hoy. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcan el rumbo y guían a las empresas a la hora de avanzar en este camino ya iniciado, pero que aún presenta no pocos desafíos.

Agustina Zenarruza es gerenta de Sustentabilidad de Pan American Energy y, consultada por Mercado en el marco de su edición especial sobre RSE y sustentabilidad, da cuenta de las nuevas tendencias y perspectivas en la materia.
–¿Cuáles son los cambios más notorios que, según su opinión, se han observado en materia de RSE y sustentabilidad en los últimos años? Si tuviera que definir los ejes principales que definen una gestión sustentable ¿cuáles serían?
–Entre los cambios más notorios está el haber pasado de hablar de Responsabilidad Social, como un conjunto de acciones orientadas a contribuir con el desarrollo social, a que hoy hablemos de Gestión Sustentable como un concepto transversal al negocio, un lenguaje y una lógica común que todas las áreas de una compañía deben incorporar a su operación a la forma de hacer las cosas. Respecto de los ejes principales que la definen, los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por Naciones Unidas han marcado el rumbo de las principales urgencias que deben afrontar el sector privado, los Gobiernos y la sociedad en su conjunto. En este sentido existen oportunidades significativas para alinear políticas y prácticas con los ODS. Por la escala y el alcance de nuestra actividad impactamos de manera directa e indirecta en los 17 objetivos; desde aspectos propios del negocio, aspectos de infraestructura, de industrialización, de desarrollo de capacidades, de crecimiento económico, de protección de la biodiversidad, de acceso al agua y la energía de empleo y de inversión social priorizando el desarrollo local. Para nosotros energía y responsabilidad no pueden pensarse por separado, así trabajamos diariamente.
–De acuerdo a su opinión, ¿son la RSE y la sustentabilidad buenos negocios? ¿En qué sentido?
–Desde Pan American Energy entendemos que hacer las cosas bien es la única forma de hacerlas. Y paulatinamente esto se está convirtiendo también en un buen negocio porque en un contexto en el que crecen oportunidades de financiamiento, demanda de productos y servicios y además, se abren oportunidades para empresas con impacto.
–Recientemente, parece verificarse una tendencia de los inversores a apostar a empresas que cuenten con una gestión sustentable de su negocio. ¿Es realmente así? ¿En la Argentina se sigue el mismo camino?
–La inversión de impacto es una tendencia creciente a escala global. Los Principios de Ecuador son un conjunto de criterios que nacen como referencia en el sector financiero para determinar, evaluar y gestionar los riesgos ambientales y sociales asociados a la ejecución de proyectos.
Surgieron el apoyo de la Corporación Financiera Internacional (IFC), que es parte del grupo del Banco Mundial y la principal institución internacional de desarrollo que se focaliza en que las empresas e instituciones financieras de los países emergentes y en vía de desarrollo, ayuden a mitigar la pobreza y al mejoramiento de la calidad de vida mediante empleos, mejoren el gobierno corporativo, generen ingresos fiscales, contribuyan a las comunidades locales y al desempeño medioambiental.
Desde 2005, PAE ha accedido a distintos préstamos del IFC, en cumplimento con las normas requeridas y desafiándonos a elevar nuestros propios estándares de trabajo.
–¿De qué manera pueden articular las compañías su negocio diario –que requiere de buenos resultados en el corto plazo– con la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que supone una mirada amplia hacia el futuro? Si existiera, ¿cómo se maneja esta tensión entre el corto y el largo plazo?
–Las características de nuestro negocio hacen que estemos habituados a tener nuestra visión puesta en el largo plazo. Esto guía y orienta nuestra actividad diaria y alimenta la sustentabilidad de nuestra actividad. Trabajamos permanentemente con la dualidad que implica los buenos resultados en el corto plazo sin perder de vista el largo plazo.
Los ODS son una gran matriz de materialidad del mundo plasmada en 17 objetivos que actúan como inspiración y guía. Al contar con 169 metas y 230 indicadores son una muy buena herramienta de planificación, que permite ordenar la gestión, proponerse objetivos y generar información que dé cuenta de estos avances.
–¿Considera que la Argentina está alineada con las tendencias mundiales de gestión sustentable del negocio? ¿Qué falta? ¿Cuáles son los principales desafíos?
–Si bien la sustentabilidad en Argentina es un camino que recién comienza, podemos decir que crecimiento económico, inclusión social y protección del ambiente son ejes centrales de nuestra agenda y horizonte de trabajo como país. Tenemos todavía mucho por aprender de buenas prácticas a nivel internacional, como también grandes capacidades para mostrar al mundo en cuanto a potencial innovador y emprendedor.
La escala y velocidad de esta transición dependerá en gran medida de la incorporación cada vez más eficiente y estratégica de prácticas sustentables a los negocios, como también de políticas públicas que promuevan la creación de valor económico, social y ambiental.
Alianzas colectivas
Impulso por un propósito
Estamos en una etapa de transición. Las nuevas generaciones lideran una nueva forma de consumir. Esta tendencia quedó plasmada en un estudio global realizado por Unilever entre 20.000 consumidores, incluidos de América Latina, que demuestra que el 54% está dispuesto a elegir productos sustentables; porcentaje que aumenta a 57% en los mercados emergentes.

Por Marina Reñé (*)
De a poco, la sustentabilidad está comenzando a ser concebida como una nueva forma de hacer negocios y la acción colectiva forma parte de las conversaciones del sector corporativo. La agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ayudó a expandir esta visión, haciendo que más empresas se involucren, tomando un rol activo, con una visión de futuro, basándose en el bien común y partiendo de la premisa de que el éxito del negocio radica en las alianzas colectivas.
En Unilever, en 2010 nuestro CEO, Paul Polman, lanzó el Plan de Vida Sustentable, que es el núcleo del modelo de negocio y ofrece un crecimiento consistente, rentable, competitivo y responsable. La visión de Unilever es crear valor con principios. El plan permite desarrollar un modelo de negocio de creación de valor a largo plazo que contempla el cuidado del planeta y las comunidades, a la vez que genera buenos resultados en el corto y mediano plazo para los accionistas. En Unilever tenemos tres objetivos: mejorar la salud y el bienestar de 1.000 millones de personas; reducir a la mitad el impacto ambiental de la fabricación y el uso de nuestros productos; y mejorar los medios de vida de millones de personas.
El plan le da propósito a la compañía: estimula la innovación en todos nuestros procesos y fortalecen la conexión emocional entre las marcas y los consumidores. Nuestras marcas sustentables cumplen un rol fundamental. Son el eje de nuestra estrategia de sustentabilidad y demuestran que crecer en forma sustentable es posible: en 2017, nuestras marcas sustentables crecieron un 46% más rápido que el resto del negocio y produjeron un 70% del crecimiento de Unilever a escala global. Estamos totalmente convencidos de que este es el camino para una nueva forma de hacer negocios.
Como parte de nuestra visión buscamos la mejora continua y establecemos objetivos desafiantes, como el de lograr que el 100% de nuestros envases plásticos sean reutilizables, reciclables o aptos para compostaje para 2025.
Un trabajo en común
En la Argentina trabajamos fuertemente en todo el ciclo de valor de nuestros productos, desde la producción hasta el consumo, con el objetivo de generar una transición que nos permita operar bajo el paradigma de la economía circular. Para lograrlo revisamos la forma en que diseñamos nuestros productos y envases, y, a la vez consideramos fundamental la participación activa del consumidor y la construcción de alianzas para facilitar el cambio.
Para esto, llevamos adelante programas como Reciclando en la Ciudad, una campaña que junto al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires incentiva a los ciudadanos a llevar materiales reciclables a los Puntos Verdes de la Ciudad y obtener a cambio un cupón de descuento para la compra de productos de Unilever. De esta manera, impulsamos proyectos que generan nuevos hábitos sustentables, involucrando al consumidor y acompañándolo en la adopción de prácticas sustentables y de consumo responsable.
Sabemos que los desafíos más importantes que enfrenta el mundo no los puede resolver una compañía sola. Estamos cambiando como empresa, pero también queremos ayudar a transformar el sistema donde se hacen los negocios. Lo podremos hacer actuando como catalizadores para el cambio, como colaboradores para lograr un impacto empresarial, social y ambiental positivo a gran escala.
Al ser parte de la solución a los desafíos, las empresas tenemos la oportunidad de ganarnos la confianza de los consumidores, a la vez que ayudamos a crear sociedades y economías en las que todos podemos crecer. Solamente trabajando juntos podemos seguir desarrollando programas y soluciones con impacto positivo y de largo plazo.
(*) Gerenta de Sustentabilidad de Unilever Cono Sur
Autorregulación en la publicidad de alimentos para niños
En un marco social donde el desarrollo sustentable se considera un requisito casi indispensable en los mercados, es habitual que las empresas adopten proactivamente medidas para contribuir al desarrollo positivo de la comunidad en la cual ejercen su actividad.
Por Fernando Hofmann (*)

Dentro de la profesión publicitaria, uno de los formatos más implementados a escala mundial es la práctica de la autorregulación, entendida como el ejercicio responsable de la libertad de expresión comercial.
Es de público conocimiento que, por naturaleza, la publicidad busca transmitir información útil y relevante en beneficio de la marca anunciante, utilizando un lenguaje propio que incluye recursos creativos para persuadir y a veces entretener. Si bien el consumidor actual conoce las características del discurso publicitario, cuando se trata de público infantil los recaudos deben ajustarse al máximo, teniendo en cuenta su posible nivel de credulidad o ingenuidad ante la falta de experiencia, en particular, los menores de 12 años.
Todos los códigos de autorregulación incluyen como uno de sus principios fundamentales la protección al menor, presentándose en tal sentido guías sobre contenidos acordes a la edad del destinatario, evitando el riesgo de provocar lecturas no deseadas o ejemplos que pudieran generar posibles impactos negativos.
Si bien esto es aplicable a todas las industrias, en el caso del mercado de alimentos y bebidas adquiere particular relevancia, considerando que estamos hablando de una persona en pleno desarrollo físico y mental. Existe abundante información científica, tanto local como internacional, referida a los beneficios de mantener una alimentación equilibrada y saludable, y es clave evaluar el potencial impacto que puede tener la publicidad en menores de edad, siendo el eslabón de una cadena compleja mucho más amplia que también involucra educación en diferentes ámbitos e implementación de políticas públicas.
Alineada con las nuevas tendencias y exigencias sociales, la industria privada ha establecido pledges globales para fomentar estilos de alimentación saludable en niños, evitando publicitar productos con alto contenido de grasa, azúcar o sal (internacionalmente denominados HFSS), y proponiendo en su lugar productos con mayor valor nutricional, de acuerdo a los parámetros establecidos por autoridades y especialistas. Esta iniciativa ya cuenta con un amplio desarrollo en la comunidad europea y otros países industrializados (como Children’s Food and Beverage Advertising Initiative), mientras que en algunos lugares de Latinoamérica también ya se han adoptado medidas en similar sentido.
En nuestro país, en 2016 se revisaron las Guías Alimentarias para la Población Argentina, bajo la coordinación del Ministerio de Salud de la Nación y con la participación de diversas entidades profesionales y universidades, contando de esta manera con un compendio de recomendaciones de carácter científico en línea con la situación actual.
Tomando este documento como uno de los principales puntos de referencia, desde el lado de la industria local de alimentos y bebidas, recientemente, se reforzó el compromiso con la promoción de hábitos de vida saludable y la protección al menor, a través de una presentación realizada por la Cámara Argentina de Anunciantes (CAA) y la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), con asistencia de las empresas adherentes: Arcor, Bimbo, Baggio, Grupo Cepas, Coca-Cola, Danone, Ferrero, Mastellone Hnos., Molinos, Mondelez International, Nestlé, Pepsico y Unilever.
De esta manera, las compañías podrán publicitar aquellos alimentos que cumplan con los criterios nutricionales acordes con su categoría de producto (teniendo en cuenta valores límite de sodio, grasas y azúcares) y que no superen las 200 kcal por porción individualmente envasada. El plan de acción prevé un plazo de adecuación de 12 meses, incluyendo la realización de una auditoría externa con el fin de asegurar el grado de cumplimiento.
El Código de Ética del Consejo de Autorregulación Publicitaria (CONARP), que incluye como anexo supletorio el código de autorregulación de alimentos y bebidas, entre otras industrias, promueve una comunicación comercial legal, veraz, honesta, decente y digna de confianza, con el fin de preservar la credibilidad de la publicidad.
Confiamos en que este paso sumará otro grano de arena al trabajo conjunto del sector privado y público para fomentar estilos de vida y hábitos saludables de alimentación de la sociedad en general, brindando un adicional en lo relativo a la buena educación nutricional de las generaciones futuras. De esta manera, el compromiso profesional por la práctica proactiva de la autorregulación publicitaria pone en evidencia que puede beneficiar no solo a las marcas e industrias que la implementan, sino que también permite generar acciones concretas sobre cuestiones de interés y evolución social.
(*) Presidente del Consejo de Autorregulación Publicitaria (CONARP)
Desafíos del campo laboral
Por un futuro sostenible del trabajo
Desde la vigencia de la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se ha producido una gran evolución en el concepto de sostenibilidad y en el involucramiento de todas las organizaciones, ya sean públicas, privadas, ONG y de la sociedad civil, en temas de derechos humanos y normas laborales, medio ambiente, transparencia y lucha contra la corrupción, entre otros.
Por Jorge Figueroa (*)

En esta evolución, estamos pasando desde un concepto de RSE como acción relacionada a la filantropía, a prácticas voluntarias y la conciencia solidaria como corazón de los programas que todos hemos llevado adelante, hacia un concepto de gestión de la sostenibilidad integral e integrada a la estrategia de negocios, contemplando el impacto económico, social y medioambiental.
La Agenda 2030, en síntesis, está poniendo en perspectiva lo que la sociedad espera de la economía, las empresas y el mundo de los negocios, y ha sido la clave para motorizar un cambio, que como resultado más tangible, ha logrado elevar el “deber ser” de las empresas. Por otro lado, los líderes del mundo corporativo también están evolucionando, pasando de esa posición inicial del “deber ser” a una de convicción personal y compromiso real en relación a la agenda del desarrollo sostenible, a partir del entendimiento de que gestionar con criterios de sostenibilidad es, ante todo, un buen negocio.
Nuestro país, siempre “en vías de desarrollo”, tiene una historia económica reciente en la que diversos ciclos de años de crecimiento no han podido librarnos de tasas de informalidad laboral superiores al 35%, ni de los persistentes indicadores de inequidad y desempleo, temas centrales de la agenda de derechos humanos y ámbito de incidencia directa del sector privado.
Esa historia nos ha enseñado, o debería hacerlo, que no alcanza con empleo a secas, tiene que ser empleo decente, del mismo modo que tampoco alcanza con que la economía crezca. Lo que hace falta es que ese crecimiento sea inclusivo y no deje a nadie atrás.
A escala mundial, el elevado desempleo persistente sigue siendo uno de los mayores desafíos en muchos países del mundo. Por lo tanto, la creación de empleo decente debe seguir siendo la prioridad número uno para los países, en particular incorporando a los grupos sub-representados en el mercado laboral.
El trabajo que Randstad está llevando adelante como Co-chair de la Task Force de Empleo y Educación del B20 se propone incidir en los líderes del G20 para que impulsen el desarrollo de mercados laborales formales, dinámicos e inclusivos, con marcos legales de empleo simples, transparentes, flexibles y predecibles. Mercados en los que los procesos eficientes, rápidos y libres de corrupción en el sector formal también ayuden a impulsar el empleo decente e inclusivo que facilite el acceso a mayores oportunidades a las mujeres, los jóvenes y las personas con discapacidad.
El trabajo decente incrementa los ingresos de los individuos y las familias, que pueden ser gastados en la economía local. Su poder adquisitivo incentiva el crecimiento y el desarrollo de empresas sostenibles, sobre todo de las pequeñas empresas, que a su vez pueden contratar a un número mayor de trabajadores y mejorar sus salarios y condiciones de trabajo, generando así un círculo virtuoso que impulsa la movilidad social ascendente. Además, el trabajo decente aumenta los ingresos fiscales para que los Gobiernos puedan financiar medidas sociales dirigidas a proteger y ayudar a quienes, por diversos motivos, tienen dificultades para acceder a un empleo o no pueden trabajar.
Se estima que más de 600 millones de nuevos empleos deberán ser creados de aquí a 2030, solo para seguir el ritmo de crecimiento de la población mundial en edad de trabajar. Esto representa alrededor de 40 millones de empleos al año. También necesitamos mejorar las condiciones de los 780 millones de hombres y mujeres que trabajan pero no ganan lo suficiente para superar ellos y sus familias, el umbral de la pobreza de 2 dólares al día.
El futuro del trabajo nos desafía a poner foco en el desarrollo de habilidades de la mano de educación de calidad y el entrenamiento para el trabajo, ajustado a los requerimientos de los nuevos formatos de empleo y a la transformación digital de los procesos productivos.
Tenemos que ser capaces de ayudar a convertir las amenazas del avance tecnológico en oportunidades para todos.
(*) Director de Public Affairs y Sostenibilidad de Randstad

