Por Betina Azugna (*)
En nuestro caso, por ejemplo, trabajamos fuertemente en la innovación y el desarrollo en relación a la seguridad, la salud y la prevención de siniestros, temas que son fundamentales para la gestión sustentable de nuestro negocio. Y cuando Naciones Unidas lanzó los Objetivos de Desarrollo Sostenible, hemos comenzado a alinear nuestra estrategia y acciones de sustentabilidad a la Agenda 2030, planteándonos cuáles son aquellos ODS y sus metas a cuyo cumplimiento podemos contribuir desde nuestro propio negocio.
En general, creemos que muchas organizaciones han comenzado a hacerse cargo de sus impactos –ambientales, sociales y económico– con distintos grados de avance. Las grandes empresas hemos aprendido a alinear nuestra estrategia de sustentabilidad al negocio. Las tendencias internacionales, herramientas de medición, iniciativas mundiales de sustentabilidad nos van empujando poco a poco hacia ello y nos obligan a mirar y medir el accionar de nuestra cadena de valor. De este modo esta sucesión alcanza también a las pymes, micro y pequeñas empresas y a los emprendedores.
En la Argentina, la sustentabilidad se ha venido instalando en la agenda corporativa de las grandes empresas desde hace tiempo. Sin embargo, todavía resta consolidarse en todos los rubros y cadena de valor. En este sentido, la necesidad de contar con proyectos de sustentabilidad, que comenzó hace varios años como una tendencia a escala mundial, se fue transformando en un requerimiento para que las empresas puedan operar en los respectivos mercados. En la Argentina estamos atravesando ese proceso para llegar a que la sustentabilidad sea realmente parte de un cambio profundo desde los modelos de producción.
Pero hoy no podemos negar que las empresas impactamos sobre la sociedad –positiva y negativamente– mucho más de lo que podemos imaginar y en diversas partes del mundo el sector privado cuenta incluso con un poder mayor al de los Estados. Por ello, trabajar con la sustentabilidad integrada al negocio contribuye tanto a la competitividad, como a la gestión de riesgos sociales y ambientales.
Una oportunidad abierta
Desde hace unos años, principalmente con el lanzamiento de iniciativas que han sabido estimar la influencia del sector privado, se han dado las condiciones para que las empresas aprovechemos esta oportunidad y, desde cada sector, no solo gestionemos el triple impacto, sino que también comencemos a alinear nuestros objetivos de negocio, con metas sociales y ambientales que incluso van más allá de nuestro alcance geográfico, e implican objetivos a escala global.
Con el lanzamiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015, Naciones Unidas propuso una agenda global bajo la premisa de alcanzar crecimiento económico, inclusión social y protección del medio ambiente, de manera conjunta entre Gobiernos, empresas y sociedad civil.
Esta iniciativa nos pone a todos los actores frente a la necesidad de un cambio profundo. Y alinear los objetivos de sustentabilidad propios de una empresa, que suelen ser a mediano plazo, con las metas globales y a largo plazo que propone la Agenda 2030 de ODS, supone un gran desafío. Pero nosotros estamos convencidos de que, trabajando desde el propio negocio con acciones concretas para contribuir, por ejemplo, a la generación de empleo, incluimos muchas otras acciones con enfoque en salud y bienestar, trabajo decente y crecimiento económico, reducción de las desigualdades, entre otros objetivos que son también comunes a todos los sectores económicos. Así, las empresas podemos asumir un rol activo para combatir grandes flagelos como la pobreza extrema, el hambre, la corrupción y la falta de educación.
(*) Gerenta de RSE de Grupo Sancor Seguros
Ecosistema de negocios
Interdependencia e involucramiento
Toda actividad comercial, por poderosa y autosuficiente que se presente ante la comunidad, depende de actores externos que hacen viable su desarrollo. Claro está que la influencia de estos actores externos varía en función de diversas variables que no siempre están bajo el control de la empresa contratante.
Por Fernando Passarelli (*)
La metáfora de un ecosistema puede ser muy ilustrativa a la hora de comprender ciertos factores que actúan de manera interdependiente para lograr un objetivo común y superador, pero también para identificar los impactos negativos que podrían recibirse como consecuencia de malas prácticas en la cadena de valor.
En esencia, el objetivo del ecosistema biológico es el de promover y asegurar las mejores condiciones posibles para la vida humana. Una cadena de valor, conceptualmente podría asemejarse con el propósito de promover y asegurar las mejores condiciones posibles para el desarrollo de los negocios. ¿En qué grado la competitividad de una empresa depende de la competitividad de sus distribuidores? ¿Cómo influyen en una empresa las ineficiencias y riesgos de sus proveedores? En estas dos simples preguntas, que son solo un par de ejemplos, puede verse con claridad la influencia que ejerce la cadena de valor en la estrategia de una empresa. Asumir que los contratos jurídicos resuelven los problemas con terceros es no entender que el valor de una empresa está cada vez más definido por variables que no pueden controlarse ni asegurarse por la vía jurídica.
Algunos casos habituales de dependencia e impactos cruzados en las cadenas de valor pueden ser:
• Industrias enteras que dependen de un insumo básico que solo abastecen pocos proveedores,
• Empresas que operan en lugares con proveedores que manufacturan sus bienes con baja calidad,
• Negocios basados en el consumo cuyos distribuidores hacen valer sus intereses a través de gremios,
• Empresas que deben ejercer eficientes controles sobre la distribución logística debido a posibles riesgos,
• Compras que se negocian con recurrencia a la baja a costa de incumplimientos, prácticas informales y/o posibles violaciones a los derechos humanos y laborales,
• Riesgos extendidos en subcontrataciones sucesivas en los que la empresa principal no tiene contacto con quien presta el servicio, extrae el insumo o manufactura un semi-elaborado.
Niveles y estrategias
Es recurrente la consulta en nuestro ejercicio de asistencia técnica de equipos de sostenibilidad y abastecimiento de empresas sobre cuál sería un nivel adecuado y cuál la mejor estrategia de involucramiento con nuestros proveedores. La pregunta es pertinente por cuanto si la empresa se involucra poco con sus proveedores, su influencia hacia una mejora en la gestión se hace débil, pero si se involucra mucho, el riesgo por corresponsabilidad crece. En ambos casos, la operación se encarece, ya sea por una gestión deficiente o ya sea por contingencias. Como dice el comercial “no hay fórmulas mágicas, sino fórmulas lógicas”. Una adecuada estrategia de gestión sostenible de la cadena de valor puede comenzar por el desarrollo de una política de compras sostenibles en la que la empresa plasme su compromiso de alto nivel frente a propios y ajenos y los lineamientos estratégicos a los que la compañía estará alineada. Adicionalmente, un mapa de proveedores resulta imprescindible para identificar por sus características a distintos grupos de proveedores. Basado en el mapa, se desarrollan planes de acción focalizados para cada categoría de proveedores. También, resultará necesario establecer pautas operativas en la gestión de vínculos y contratos tomando en cuenta los balances en los impactos cruzados para complementar las competencias y destrezas del departamento de compras alineándolos con el enfoque económico, social y ambiental. La reciente aparición de la Guía ISO 20400 sobre Compras Sostenibles nos ayuda en nuestra tarea de dar una respuesta efectiva a una gestión sostenible de la cadena de valor, ya que aborda temáticas superadoras a las que habitualmente se sujetan los equipos de compras para abastecer a sus negocios. Hoy más que nunca, precio, calidad, volúmenes, plazo de entrega y todo otro criterio tradicional debe ser complementado por aspectos no tradicionales que en su mayoría operan en las cadenas de valor y que de no contemplarse colocarán a las empresas en zonas de riesgo.
(*) Coordinador de Valor RSE+Competitividad, de AMIA/BID/Fomin
Respuestas esperadas
Entender las demandas
“En los últimos años ha habido grandes avances para sistematizar y profundizar las acciones que las diferentes empresas venimos desarrollando como parte de nuestras acciones sustentables”, sostiene María Constanza Ferrer, gerenta de Sustentabilidad de Telecom.
“En este sentido, la definición de los ODS ha servido como marco general fundamental para encuadrar dichas acciones, y alinear a todas ellas en pos de un objetivo común: contribuir al desarrollo universal”, indica la ejecutiva.
“Asumir el compromiso de una gestión del negocio que siente sus bases en la RSE y la Sustentabilidad es sin dudas una inversión. Esta gestión que trabaja pensando cuáles son las mejores prácticas para alcanzar un óptimo rendimiento en la actualidad y, al mismo tiempo, no comprometer los recursos y el futuro, representa un accionar consciente de la compañía para sí misma y para los públicos con los que se relaciona”, reflexiona Ferrer, ante la pregunta sobre si la RSE y la sustentabilidad son, en verdad, un buen negocio.
“El trabajo cercano con estos públicos repercute en el posicionamiento de la compañía frente a los clientes, inversores y la comunidad en general, lo que puede significar un mejor rendimiento económico y una mejora en la valorización financiera a la luz de las expectativas de mercados e inversores –sostiene–. En el plano concreto de consumidores y/o usuarios, existe una demanda social cada vez mayor de que las empresas desarrollen un propósito responsable con el entorno y desplieguen prácticas sustentables orientadas al bienestar de la comunidad. Aquellas organizaciones que no atiendan demandas o no las consideren como pilares para definir sus estrategias de acción, irán quedando relegadas de las preferencias del público, lo que a mediano o largo plazo puede traducirse en resultados negativos para su modelo de negocio. Por el contrario, las empresas que sí guíen su accionar en línea con estos propósitos serán percibidas como más genuinas, transparentes y comprometidas, y tendrán un mejor posicionamiento frente a consumidores, inversores y la comunidad en general.
Respecto de las alianzas necesarias entre empresas, organismos públicos y la sociedad en general para lograr resultados más efectivos a la hora de enfrentar problemáticas globales, como el cambio climático y el impacto sobre el medio ambiente, la ejecutiva indica que “resulta altamente positivo el fortalecimiento de la articulación público-privada que estamos viviendo, y que reúne también a las organizaciones de la sociedad civil. La creación de redes de trabajo multisectoriales reúne lo mejor de cada sector y el conocimiento de cada actor en su materia para lograr profundizar y escalar resultados”.
–La demanda actual de transparencia no se limita a la financiera. ¿Considera que las empresas están preparadas para avanzar en una política “de puertas abiertas”, para alinearse con esta demanda?
–Un vértice fundamental de la gestión sustentable es la transparencia, ya que permite a los públicos referentes de cada organización conocer de cerca su gestión y los resultados de su triple desempeño: económico, social y ambiental. Conscientes de que estas demandas cobran cada vez más fuerza en la sociedad, las empresas hemos venido trabajando en la internalización de estos procesos y día tras día crece el número de empresas que reportan su accionar. En Telecom, tenemos una gran trayectoria en el reporte de gestión, ya que desde hace 11 años –y de manera ininterrumpida– publicamos nuestro “Reporte de Sustentabilidad”, que rinde cuenta de manera exhaustiva de nuestro triple desempeño, brindando información sobre la gestión de negocio, la relación con nuestros clientes, con nuestros colaboradores y nuestros inversores, y nuestra contribución a la protección del entorno. Este compromiso de transparencia que sostiene la compañía respecto de la información que brinda a la comunidad se ha perfeccionado con el paso de los años y ha ido incorporando guías y normas reconocidas a escala mundial, que nos permitieron elaborar cada documento en línea con los temas más importantes para la gestión y la sociedad. Además, posee la verificación de un auditor externo y se presenta como Comunicación para el Progreso (COP) frente a Naciones Unidas. Dar cuenta de nuestras acciones en forma clara y precisa nos permite estrechar el diálogo con nuestros grupos de interés y contribuir con la generación de un aporte de valor social real para la sociedad en conjunto.
Los avances de Argentina
“En los últimos años ha crecido significativamente la sustentabilidad en nuestro país –indica Ferrer– y, aunque todavía queda mucho camino por recorrer, hubo avances positivos en materia de articulación público-privada para el desarrollo de acciones de impacto social y ambiental. La responsabilidad social y la sustentabilidad han ganado mayor espacio y protagonismo entre empresas líderes y organismos públicos, con acciones para el cuidado social y ambiental. Estas iniciativas habilitan la generación de mayores espacios para reflexionar y debatir sobre la sustentabilidad entre distintos actores sociales, como un paso alentador para que nuestro país siga diseñando un mejor presente y un mejor futuro”.
Un camino necesario
Gestionar riesgos y detectar oportunidades
“En los últimos años, la RSE se ha convertido en el nuevo paradigma de gestión. Se ha afianzado la idea de que las empresas, para generar beneficio, además de tomar decisiones adecuadas, deben comportarse de manera ética”, sostiene Pablo Swiecicki, director de ESARQ, Estudio Swiecicki Arquitectos.
“La gestión sustentable, ejercida con convicción y responsabilidad, permite gestionar posibles impactos negativos y gestionar riesgos que podrían evitarse. Además, permite detectar y construir oportunidades de negocio con nuestros stakeholders y aliados claves. En este sentido, estoy convencido de que la RSE y la sustentabilidad son un buen negocio.
Desafíos como minimizar el impacto sobre el medio ambiente y el cambio climático requieren de un trabajo mancomunado entre distintos actores de la sociedad”, indica el ejecutivo al ser consultado por Mercado sobre los avances en gestión sustentable.
–Desafíos como minimizar el impacto sobre el medio ambiente y el cambio climático requieren de un trabajo mancomunado entre distintos actores de la sociedad. ¿Considera que las compañías han avanzado en la creación de redes y alianzas con otras empresas –incluso competidoras–, con el sector público, las organizaciones sociales y la sociedad en general, de manera de lograr resultados más efectivos? ¿Conoce algún ejemplo para citar?
–Existen compañías que han logrado establecer alianzas y redes dentro del mismo sector. También existen múltiples ejemplos de trabajo con la comunidad y organismos del tercer sector que son considerados buenos socios para impulsar acciones con fines sostenibles. O iniciativas como la Red del Pacto Global, de la cual formamos parte, que son grandes espacios para discutir estas cuestiones y establecer compromisos como actores económicos responsables por el desarrollo de nuestras sociedades.
Nuestro segmento específico, el de la arquitectura sustentable, está íntimamente ligado a los impactos en el ambiente, considerando que los edificios en el mundo están entre los principales responsables por la contaminación y la huella de carbono.
Sin embargo, vemos a través de los comitentes una preocupación cada vez mayor por estas problemáticas que los lleva a elegir socios estratégicos para diseñar y construir de una manera que tenga en cuenta factores como el cambio climático y el continuo agotamiento de los recursos no renovables.
Ahora bien, para que estas acciones no sean aisladas, y logren una escala considerable, es necesaria la colaboración del Estado mediante incentivos a los usuarios y apoyo al sector privado para ofrecer servicios sostenibles a precios competitivos.
–¿De qué manera pueden articular las compañías su negocio diario –que requiere de buenos resultados en el corto plazo– con la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que supone una mirada amplia hacia el futuro? Si existiera, ¿de qué manera se maneja esta tensión entre el corto y el largo plazo?
En nuestro caso, la sustentabilidad está en el ADN de lo que hacemos. Más allá de esto, creo que es posible alinear la actividad diaria a estos objetivos, escogiendo aquellos que estén más vinculados a nuestra actividad.
Para las pymes quizás es un poco más difícil, porque vivimos atendiendo cuestiones de contingencia. Aun así, en ESARQ logramos alinear nuestro trabajo sin contradicciones. Al contrario, nos ha permitido ordenarlo y mejorarlo.
Hoy trabajamos en los siguientes Objetivos para el Desarrollo Sostenible: Agua limpia y saneamiento; Energía asequible y no contaminante; Trabajo decente y crecimiento económico y Ciudades y comunidades sostenibles.
Es importante contar con profesionales en RSE y sus distintas dimensiones que faciliten la articulación de las acciones de corto, mediano y largo plazo. Y que exista, desde ya, una fuerte convicción por parte de los altos mandos de la compañía en llevar a cabo dicha articulación.
–Existe una tendencia creciente entre los consumidores a elegir productos y servicios que no solo cumplan con su función sino que aporten un plus para mejorar la calidad de vida. Este hecho ¿desafía a las empresas a repensar su negocio y su oferta?
–Nuestros clientes corporativos apuestan a ESARQ porque entienden que sus empleados y el público valoran positivamente estas cuestiones. En cuanto a los trabajadores, es sabido que desarrollar diariamente sus actividades en un edificio verde mejora notoriamente la calidad de vida lo cual tiene un impacto directo en la productividad.
Variables como el co-working, el open space, la iluminación natural, la calidad del aire interior, los espacios de relax y comunicación, son tan solo algunos de los aspectos que los usuarios valoran cada vez más.
Los consumidores hoy les exigen a las compañías que sean trasparentes y sustentables; y aprecian positivamente que así lo sean. Las empresas comprenden que esto aporta un plus de valor que permite diferenciarlos en mercados altamente competitivos.
Aún falta consolidación local
“Creo que en la Argentina existe una intención de alinearse con las tendencias globales en materia de gestión sustentable del negocio, plasmadas en tratados internacionales, los lineamientos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Pacto Global de la ONU, o directrices como la norma ISO 26000 –identifica Swiecicki–. En el ámbito corporativo, grandes empresas cuyas casas matrices están en el exterior ya tienen incorporada la gestión sustentable y el reporting de su desempeño. En un país como el nuestro, falta que estas tendencias se consoliden en las pymes que representan cerca del 44% del PBI. En este sentido, el principal desafío es poder desenvolvernos en un contexto más estable y con menos incertidumbre para el crecimiento, con políticas que incentiven al desarrollo sostenible y a los actores que lo impulsen”.
Éxito con impacto
Un trabajo en red
Sabemos que los habitantes de todo el mundo están cada vez más interesados en el bienestar y la garantía de un futuro sostenible –para ellos, sus familias y sus comunidades–. Las compañías entendimos que la gente espera más de las empresas y de los productos que estas fabrican y venden, por lo que es estratégico entender cómo podemos contribuir a un futuro sostenible a través de ser socialmente responsables.
Por Sebastián Delgui (*)
El desarrollo de actividades de RSE en las empresas ya es una realidad y forma parte de la agenda corporativa. Ya no se discute el qué sino el cómo, dependiendo de la naturaleza de la empresa, el tipo de industria a la que pertenece y la manera en la que esta pueda hacer el mejor aporte a la sociedad.
En caso de Mondelez International, la RSE y la sustentabilidad no son solo parte fundamental del negocio; son parte de nuestro enfoque de crecimiento y una guía en nuestra cultura organizacional. Es una realidad que llegó para quedarse y crecer en impacto significa un enfoque integral que sostiene que para vivir vidas más saludables y satisfactorias se deben contemplar dimensiones físicas, mentales y espirituales. Nuestro programa Impact For Growth es una declaración de cómo nuestro éxito empresarial está íntimamente vinculado a un impacto social, económico y ambiental positivo, y cuenta con cuatro áreas de acción que son fundamentales para el bienestar del mundo y en las que podemos contribuir de la mejor manera: sustentabilidad, comunidades, seguridad y Well-Being Snacks.
Para lograr este enfoque integral, trabajamos constantemente en alianza con el sector público, organizaciones sociales y la sociedad en general y consideramos que se ha avanzado muchísimo en la creación de redes multisectoriales. Un ejemplo de ello es nuestro trabajo con la Fundación Huerta Niño.
Detectamos que la misión de la Fundación Huerta Niño está alineada con los estilos de vida saludable que promueve la Fundación Mondelez International y la empresa en el mundo. Por esta razón, firmamos una alianza a cuatro años para el programa “Salud en acción” a través del cual construiremos 120 huertas orgánicas en escuelas rurales y urbanas de la Argentina. Los proyectos de huerta incluyen capacitaciones en cultivo orgánico, talleres de hábitos saludables, agua e higiene, en donde los niños juegan un papel recreativo y formativo, estimulando la actividad física al aire libre, el contacto con la naturaleza y el cuidado del medioambiente. A través de este tipo de alianzas, se genera un valor compartido tanto para el negocio como para la comunidad.
Guías y alianzas
Hoy las empresas contamos, además, con una gran guía para enfocar nuestros esfuerzos como es los Objetivos de Desarrollo Sostenible de ONU. Cualquier compañía con visión a largo plazo puede sentirse identificada con varios de estos objetivos y contribuir directamente a alcanzarlos y promoverlos. Y si todos trabajamos en pos de estos objetivos, fomentando alianzas y trabajando en equipo, se alcanzarán mejores y mayores resultados. M
(*) Director de Asuntos Corporativos y Gubernamentales de Mondelez International Cono Sur