Por Marcos Alonso (*)
Es muy importante que los hoteles de cadenas internacionales adopten los programas de RSE que sus casas matrices han desarrollado y lo promuevan dentro de la actividad para acelerar el proceso.
En el ámbito de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa, la hotelería argentina está atrasada respecto de otros países y de otras industrias en nuestro país. Es nuestro deber ponernos a tono rápido, y en este sentido las cámaras hoteleras están trabajando. También algunos sindicatos.
Hay que aprovechar el know-how y la experiencia de las certificadoras internacionales especializadas en sostenibilidad en turismo para comenzar a trabajar de forma progresiva y ordenada. También hay consultores a escala local que están promoviendo sus servicios.
Nuestra experiencia en InterContinental Buenos Aires comenzó a poco de inaugurarse el hotel, con un enfoque acentuado en la conservación y buen uso de los recursos energéticos, sobre todo electricidad y agua. Luego se incorporaron acciones de apoyo a la comunidad y a fundaciones. En ese entonces la cadena InterContinental ya era pionera en programas de responsabilidad social y cada hotel debía tener un responsable de estos programas, que eran auditados anualmente.
De a poco se fueron incorporando otros conceptos ligados a la normativa en legislación laboral internacional, la condena a la explotación infantil en todas sus formas, el desarrollo de los empleados y de la comunidad afín al hotel, la preservación del entorno y el patrimonio histórico.
Hoy tenemos un programa de RSE donde a lo estipulado por la compañía IHG sumamos las iniciativas propias del hotel.
Hemos logrado dos certificaciones en sostenibilidad en cuatro años siendo los primeros en ambas en la Argentina, lo que nos motiva a liderar este cambio en la hotelería.
Confiamos en las iniciativas gubernamentales en cuanto a normativas y reglamentaciones que favorezcan la inversión en proyectos sostenibles, y en el trabajo conjunto con el sector privado para que la industria de la hospitalidad se pueda alinear lo más rápido posible con los objetivos de sostenibilidad que promueve el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable.
(*) Director de Comercio Responsable del Hotel Intercontinental.
Reciclado innovador
Primeros pasos hacia la economía circular
El postulado básico de esta nueva teoría es que absolutamente todo –en el mundo que queremos forjar– debe ser 100% reciclable o pasible de convertirse en abono. Comienzan a verse emprendimientos inspirados en esa idea. Por ejemplo, hay distintos usos comerciales que se les ha encontrado a la cáscara del huevo y al residuo de café.
Michele Wucker en su flamante libro The Gray Rhino: How to Recognize and Act on the Obvious Dangers We Ignore, analiza los temas vinculados a estos procesos.
Pensemos por un momento en la basura que sacamos todos los días en una bolsita. Pensemos, por ejemplo, en la cantidad de huevos que se consumen en el mundo día tras día y la cantidad de cáscaras de huevo que se tiran a la basura o la enorme cantidad de café usado que va a parar al tacho. Pensemos también en el costo de gestionar toda esa basura y en los gases de invernadero –especialmente metano– que generarán a medida que se descomponen.
El Banco Mundial ha calculado que la cantidad de desechos sólidos que producen los seres humanos en todo el mundo crecerá de 3.500 millones de toneladas por día en 2010, a 6.000 millones en 2025.
A medida que crece la demanda de terrenos basureros y también la conciencia sobre el impacto ambiental del aumento de la basura, las empresas están comenzando a prestar atención al tema de reusar sus propios desechos.
En Estados Unidos el costo de los terrenos de relleno está subiendo a razón de 2,9% anual. En Europa, 20 naciones han aplicado impuestos a los basureros para tratar de crear conciencia sobre el tremendo aumento de la basura.
Por eso no sorprende que las empresas estén tratando de convertir sus residuos en productos útiles.
La cáscara del huevo
Just Egg, una empresa familiar inglesa que fabrica mayonesa y maneja 1,5 millones de huevos a la semana, comenzó a convertir las cáscaras en polvo de tiza, que se puede usar como relleno para fortalecer plásticos. El fundador, Pankaj Pancholi, explica que a su planta actual le agregó una extensión para producir la tiza y se asoció con científicos de la universidad de Leicester, quienes están pensando en llevar la idea a otras compañías; Just Egg va a recuperar las £300.000 que gastó en nuevos equipos ahorrando en los costos que significa tirar todas esas cáscaras, que oscilan entre £45.000 y £50.000 al año, y también de las empresas de plásticos a las que espera venderles el polvo.
Si bien los números cuadran, Pancholi dice que su motivación para construir la extensión a la planta no fue primeramente financiera. “No quiero tirar un buen producto a la basura, el carbonato de calcio de las cáscaras significa también que habrá menos necesidad de buscar tiza (caliza) en las minas.
No es el único en buscar más usos para las cáscaras de huevo. En Estados Unidos, los científicos de la Wayne State University descubrieron un proceso para convertirlas en electrodos para baterías. Como los electrodos usan no solo la cáscara sino también la membrana, los científicos pueden saltear el paso de separarlas.
En otra universidad, Tuskegee University, los equipos de científicos encontraron la forma de hacer envases biodegradables a partir de cáscaras de huevo convirtiéndolas en nanopartículas y mezclándolas con polímeros biodegradables. También están analizando utilizar esos nuevos bioplásticos para crear amalgamas dentales, para regenerar hueso, para curar heridas y producir drogas.
El residuo del café
El café genera mucho más desecho que el huevo. Todos los días, millones de personas tiran al tacho filtros empapados y cargados de café molido usado. Pero para ese residuo también hay muchas posibilidades.
Starbucks ofrece bolsas de residuo de café gratis para usar como abono en los jardines.
La start-up Bio-Bean le descubrió todavía más valor al sedimento de café. Todos los años junta más de 5 millones de kilos de café usado y lo recicla en biodiesel y bolitas de biomasa. Las bolitas cuestan menos que el petróleo y el gas natural, lo que las convierte en convenientes para los dueños de hornos. Hay plantas nucleares experimentando con una mezcla de sedimento de café y granos que se han usado en la fabricación del whisky para remojar desechos nucleares, un proceso interesante por la forma en que se funden con partículas metálicas y absorben isótopos radioactivos. Ese proceso no solamente hace más seguro el empaquetado y almacenado de desechos neutralizados sino que es más rápido y más barato que los métodos tradicionales de limpieza y almacenamiento.
Estos son unos pocos ejemplos de las primeras manifestaciones de la economía circular, o sea la idea de transformar y convertir lo que antes era basura en materiales útiles con nuevos objetivos.
Los que corren las fronteras
El emprendimiento social dentro mismo de la empresa
El “intraemprendedor social” es el que trabaja dentro de la empresa en iniciativas que le hacen bien a la sociedad. Es el empleado más valioso de la organización porque aumenta las ganancias, mejora la marca y el ánimo del personal. Se lo reconoce como el talento necesario para lidiar con los problemas más graves del mundo: pobreza, hambre y educación.
Los líderes prometedores de la actualidad van en busca de algo más que un buen sueldo. Quieren que su trabajo cotidiano tenga sentido y ligan sus valores personales a la vida laboral más que las generaciones anteriores. Eso dijo Felipe Santos, profesor de emprendedorismo de INSEAD, en la reciente conferencia de líderes globales en Abu Dhabi.
“Los contratan al frente de una compañía para que la mantengan rentable pero quieren ir más allá y dejar un impacto en la sociedad.”
Si las empresas no aumentan las oportunidades para que sus empleados se involucren en problemas sociales se exponen a que los mejores se vayan en busca de otro lugar que satisfaga sus expectativas.
Según escriben Santos y Christiane Bode en The Organizational Foundations of Corporate Social Entrepreneurship, al ofrecer una plataforma a esos “intrapreneurs sociales” y crear un ambiente que promueva sus iniciativas, las compañías descubren que no solo retienen a los más talentosos sino que además satisfacen las crecientes expectativas de la sociedad sobre el rol de la empresa y se abren a nuevas ideas, a mercados más amplios y a formas novedosas de hacer las cosas.
Felipe Santos
Desde el CEO al empleado raso
Santos cree que las firmas no tienen ninguna motivación para involucrarse en problemas sociales. Son sus empleados, los “intrapreneurs” sociales en todos los niveles, desde el CEO hasta el empleado raso, los que encienden la chispa del cambio. Son ellos los que afrontan los desafíos sociales y ambientales generando al mismo tiempo valor de largo plazo para la compañía.
Son ellos también los que corren las fronteras más allá de su rol ordinario e introducen cambios en las operaciones internas o iniciativas comerciales que permiten a la compañía involucrarse más con los problemas sociales. Alteran la forma de conducir el negocio con el respaldo de los jefes. Pero conseguir ese apoyo de la organización es lo más difícil, dice Santos.
Si bien por el hecho mismo de estar dentro de una empresa, no tienen el problema de los emprendedores independientes que deben buscar financiamiento como puedan, igualmente los intraemprendedores tienen que navegar a través de complejas estructuras, atender las diversas necesidades de los diferentes stakeholders y arriesgarse a ser una especie de lobo solitario.
En el trabajo que publicaron Santos y Bode cuestionan a quienes piensan que las iniciativas empresariales que no se orientan hacia la búsqueda de valor no tienen justificación. Por eso exigen explicaciones de por qué las iniciativas son buenas para la compañía. En esas circunstancias los intraemprendedores deben encontrar la forma de convencer a cada uno de los stakeholders internos.
“Los intraemprendedores exitosos presentan su iniciativa de la forma más creativa que pueden y generan una serie de racionalizaciones para justificar su existencia y así lograr el apoyo de todos los grupos relevantes”.
Las razones por las que las personas en la compañía apoyan una idea suelen ser muy diferentes. “Unos tal vez lo hacen para beneficio de su reputación, otros porque mejora la lealtad de los empleados y otros más porque genuinamente quieren hacer un impacto en la sociedad. Un intraprendedor social inteligente tiene que comprender qué motiva a las distintas personas para presentar sus ideas ligeramente de modo distinto cuando busca apoyos individuales”, dicen los autores.
Intraemprendedor y emprendedor
Si bien el intraemprendedor no logra el reconocimiento que viene de financiar una empresa que lleva el nombre de su fundador, sí tiene la satisfacción de lograr que sus ideas lleguen al mercado y tengan más difusión que las del emprendedor social solitario.
Para las empresas, las ventajas no siempre se ven en el corto plazo. Pero cuando se involucran profundamente en todos los pasos de la cadena de valor, encuentran más oportunidades para crear valor y entonces ya no es un simple ejercicio de relaciones públicas sino un cambio real y genuino, con actividades plenas de sentido e incorporación de temas que le importan a la sociedad.