La necesidad de un Estado presente

    Por Mauro Maciel


    Augusto Costa

    El secretario de Comercio de la Nación, Augusto Costa, recibió a Mercado en su despacho y durante los 90 minutos que tomó el encuentro, con argumentos teóricos, expuso una defensa de la política económica ejecutada por el equipo técnico que comanda su jefe político, el ministro de Economía y Finanzas, Axel Kicilloff.
    A casi dos años que lleva al frente del organismo, desde diciembre de 2013, Costa se muestra satisfecho del balance de la gestión, cuando debió tomar la posta de una Secretaría de Comercio que, por obra de su antecesor, el polémico Guillermo Moreno, había alcanzado un nivel de exhibición mayor incluso que el propio Ministerio de Economía. Dice que “la administración del comercio interior, de los precios y el abastecimiento del mercado interno son los tres grandes ejes de la secretaría”, y que “Si desde mi perspectiva analizo los objetivos que teníamos cuando nos tocó asumir y cómo estamos llegando al final de nuestra gestión, estoy satisfecho con que hayamos podido cumplir con las instrucciones que nos dio la presidenta y con los objetivos generales de la política económica”.
    Al margen de la incógnita que será revelada el domingo 25 de octubre, o cuatro semanas después, el 22 de noviembre, las urnas dirán si el actual modelo de Gobierno volverá a renovarse otro período, pero es un hecho que la administración de Cristina Fernández de Kirchner concluirá tras ocho años consecutivos y, como tal, merece una evaluación en el plano económico.
    “La economía está inmersa en un contexto internacional realmente preocupante, que nos recuerda estar frente a una de las crisis más importantes y prolongadas de la historia del capitalismo. En este contexto, la Argentina ofrece una situación razonablemente favorable, de equilibrio y sin elementos que preanuncien una crisis. A medida que se producen procesos de desarrollo y crecimiento, sabemos que hay que ir haciendo correcciones e ir cambiando algunos aspectos. Esto no significa que uno se desdiga ni cambie la lógica de sus políticas, que es generar las condiciones para que la economía crezca incluyendo”, sostiene Costa.

    –Precios Cuidados y las DJAI son tal vez los programas y herramientas de Comercio que durante estos años representaron una demanda de tono mayor desde las empresas. ¿Coincide?
    –Las empresas pueden hacer cuestionamientos que, en general, son primero de tipo ideológico. Para nosotros no hay dudas de que tiene que haber un Estado presente, una administración del comercio exterior y de los precios. Las empresas, en cambio, aspiran a que el Estado no se meta en sus decisiones y, en la medida de sus posibilidades, a aprovecharse al máximo de su posición en el mercado. Es paradójico porque los empresarios que tienen una gran participación en el mercado interno son muy liberales para sus insumos y ultra proteccionistas para sus productos.
    Que el Estado garantice que los empresarios locales puedan producir con condiciones de rentabilidad es algo que la mayoría del empresariado reconoce y lo que hicimos fue acordar un esquema de trabajo para que la administración de las importaciones fuera acorde con las necesidades de las compañías, sin que se preste a situaciones de especulación que afecten al mercado local.

    –¿De qué modo se trabajó con las empresas en cada caso?
    –El esquema de las DJAI se implementó mediante reuniones con los principales importadores a los que exigimos información de planes de inversión, producción, empleo, exportaciones, con el fin de conocer la consistencia de los datos. Luego, llegamos a tener 6.000 audiencias con el resto de los importadores y trabajamos con las cámaras por alguna situación particular que pudiera afectar la producción o el abastecimiento de algún insumo, y que no lográramos responder en tiempo.
    Lo mismo pasó con Precios Cuidados, donde había mucha desconfianza en la implementación de un programa de acuerdo de precios que funcionara porque las experiencias previas no tuvieron los resultados buscados. Siempre planteado de manera voluntaria y cooperativa, nos sentamos primero con los grandes comercializadores y los grandes productores, que son formadores de precios, para que, de esa manera, se acabara la discusión: es uno u otro el que sube el precio.
    Con un sistema de comercialización más razonable y eficiente, transparentamos la existencia de intermediación o ineficiencia en la cadena y, con márgenes que se adecuan a lo que requiere un comercio para ganar razonablemente, logramos dar señales y se están bajando los precios en todos los supermercados. También hemos dado más herramientas a los consumidores.

    –¿Han finalizado las resistencias por parte de empresas y cadenas de comercialización, respecto del control de precios?
    –Cualquier política de Gobierno beneficia a unos y perjudica relativamente a otros. No existe ni una sola política donde todos ganen. Siempre habrá conflicto y hay que ir arbitrando entre ellos para lograr el equilibrio. Si bien algunos preferirían un esquema de libre mercado, los consumidores reconocen este esquema de política económica. A través de relevamientos de opinión sabemos que entre 55 y 60% valora Precios Cuidados y 70% de los que lo utilizan lo valora muy positivamente.

    Inflación: una medición cuestionada
    El responsable máximo de la administración del Comercio prefiere emplear el recurso de la relativización al momento de dar una respuesta sobre el nivel de inflación, que, es cierto, ha frenado su crecimiento respecto de 2014. “Claramente se viene desacelerando y quiero rescatar también que viene acompañada de un repunte del consumo en los últimos meses. Me parece destacable llegar al fin del mandato con desaceleración de precios y crecimiento de la actividad de consumo”.
    “Si el objetivo de la política económica es crecer, que caiga el desempleo y que mejore las condiciones de vida de los miembros de la sociedad, y el precio es tener una inflación más alta que el resto de los países, este Gobierno lo sabe y lo paga”, dice Costa. “Luego, que la inflación sea alta o baja depende de muchas cuestiones, y una de ellas es el o los objetivos generales de la política. Cuando uno toma una sola variable de la economía y la compara con otros países, sí se observa que la Argentina tiene una inflación alta, pero también tiene un desempleo bajo, una tasa de crecimiento relativamente alta y un acumulado de crecimiento muy alto, de 2003 en adelante”.

    –El nuevo IPC no se percibe confiable en la sociedad. ¿Considera que necesita más tiempo aún?
    –Un índice de precios refleja, en promedio, cómo evolucionan los precios de una economía. Si está bien hecho, es representativo y refleja cuánto pesa en el bolsillo del consumidor cada uno de los rubros. Es fácil decir que el índice no representa nada porque se trata de un promedio y un promedio no es la realidad de ningún consumidor en particular, o lo es solo del que está clavado justo en el promedio.
    En enero de 2014 se discontinuó la medición anterior, cuya ponderación se había hecho 20 años atrás, y comenzó la nueva metodología, trabajada junto al FMI, que valida los pasos que se van dando, y que abarca 13.000 locales de medición, 520 variedades de productos, unos 240.000 precios que se miden con seis canastas regionales, que se van ponderando en función del peso de cada uno de los productos y rubros en cada una de las regiones. Con una metodología rigurosa que se perfecciona permanentemente, se da un índice que representa los precios y que, además, lo puede verificar cualquier consumidor cuando hace las compras.

    –¿Considera al tipo de cambio competitivo para el mercado local?
    –La Argentina tiene una estructura económica desequilibrada, con sectores con una productividad enorme, típicamente los relacionados con la explotación agropecuaria, y otros con una productividad relativa menor, como la industria.
    Existe un único tipo de cambio, que puede ser bajo para un sector y alto para el otro. Quien piensa que se resuelve con una devaluación se equivoca, porque tiene un efecto interno inmediato, en términos de precios, y es una transferencia de ingresos enorme para algunos actores y puede llegar a ser insuficiente para otros.
    El Estado actúa dinamizando el mercado interno y compensando las pérdidas de mercados externos porque nos toca hacerlo. En estos momentos, declarar la batalla frente a la competitividad vía la guerra de monedas creo que es una política de patas cortas, equivocada e inefectiva.

    Comercio exterior: viejas tensiones y nuevas relaciones
    “Como en toda relación económica donde hay vínculos muy intensos, hay tensiones. Y cuando hay tanta complementariedad e integración es imposible no tener diferencias”, reconoce Costa. Se refiere a la relación de la Argentina con su principal socio comercial, el gigante sudamericano de Brasil, que atraviesa situaciones de complejidad, tanto en el campo de la economía como de la política. El secretario cree que, pese a que ambas naciones priorizan el Mercosur como plataforma de integración regional para sus relaciones económicas, “el Brasil actual está llevando adelante una estrategia diferente a la de la Argentina”, y considera oportuno “dialogar, consensuar, evitar tensiones y reafirmar el compromiso con el Mercosur para poder salir al mundo como bloque más competitivo a nivel internacional”. “Eso se reafirma en cada Cumbre del Mercosur y cada vez que tenemos un trabajo técnico con nuestras contrapartes”.

    –A fines del año pasado, una multa de la OMC obligó a la Argentina a negociar con EE.UU., Japón y la UE. ¿Cómo está hoy la situación?
    –Lo que hubo fue una presentación en la OMC de estos países respecto las DJAI, que fueron cuestionadas por no estar en regla con las normativas internacionales del comercio, que básicamente no te deja hacer nada. Cualquier esquema de administración del comercio que pretenda evitar situaciones de lealtad comercial o tenga objetivos regulatorios, en general, es muy cuestionado.
    Nosotros presentamos nuestras argumentaciones y la OMC determinó que debemos hacer algunos ajustes al sistema de DJAI y allí estamos negociando con EE.UU., Japón y la UE. Tenemos que poner en regla algunas cuestiones que entienden que no cumplen con la normativa, pero nosotros le estamos planteando a las partes algunas modificaciones y confiamos en que vamos a ponernos de acuerdo.

    –Durante la gestión de Moreno, el país inició relaciones con países para acceder a mercados no habituales. ¿Qué resultados se han conseguido?
    –Desde el punto de vista de la política comercial exterior, es una apuesta que va a terminar rindiendo frutos. Si uno mira estrictamente la evolución del comercio exterior en los últimos años y la caída de las exportaciones, se trata de un tema del comercio internacional y los problemas en cada uno de estos países y sus respectivos mercados.
    Me parece que hay que seguir por esta línea para fortalecer los vínculos. Muchas veces se exige al Gobierno resultados inmediatos de procesos que son de mediano y largo plazo. Desarrollar una relación comercial madura con otro país no se resuelve con una simple presentación y cambio de tarjetas. Los resultados se van a empezar a ver en la medida que se continúe con esta línea de trabajo.

    El motor del crecimiento
    Entre las demandas recurrentes a la economía aparece el reclamo de mayores inversiones que permitan seguir alimentando el actual ritmo de consumo, que ha sido, en buena parte, el motor de la actividad económica de la Argentina. Es lógico pensar que para sostener un nivel elevado de la demanda sea necesario inyectar nuevas inversiones desde el lado de la oferta. Costa desmitifica la falta de inversiones y recuerda que 2011 fue récord histórico, en relación al PBI. “A diferencia de los 90, cuando se compraban empresas, ahora las inversiones representan ampliaciones o instalaciones de plantas, que resulta más relevante en términos productivos, aunque cuantitativamente el número sea menor. Y otro punto importante: la mayoría fue inversión privada”.
    “Otra discusión es si el consumo muy alto desincentiva la inversión. O sea, que primero hay que invertir y que después se crece. Si no hay consumo, no hay mercado interno, ¿quién va a invertir? El ahorro depende de la inversión y el consumo. Depende de que haya ingresos para que se pueda ahorrar.
    Para nosotros, que haya consumo es importante para que haya inversión y obviamente hay que generar esquemas de financiamiento para la inversión, como el Fondear, la línea de créditos productivos del BCRA. El banco privado en general es muy cortoplacista, quiere prestar a tasas altas créditos de consumo que se pagan rápido, no quiere prestar para invertir. Y nosotros estamos compensando una falencia del sector privado, generando condiciones para que haya inversión desde el punto de vista de la estrategia financiera, productiva, de consumo”.

    –¿Se puede ver al crecimiento económico como un proceso permanente, independientemente de un estancamiento coyuntural, o existe un momento en el que no se puede crecer más?
    –La historia del capitalismo demuestra que el crecimiento económico es fluctuante y que la economía experimenta ciclos económicos de auge y recesión. En la medida que haya desarrollo tecnológico, innovación, inversión, no debería haber una limitante estructural al crecimiento de largo plazo.
    Para la Argentina, con los recursos naturales y humanos y la trayectoria industrial que posee, no hay horizonte de estancamiento de la economía estructural. Sería delirante pensar que porque no hay seguridad jurídica o clima de inversiones estamos condenados al estancamiento.
    Hay una oportunidad a futuro impresionante, en la medida que se sigan desarrollando las medidas económicas que permitan consolidar este proceso de crecimiento. Si el Estado tiene una política que atenúe las fluctuaciones económicas, que son inherentes al proceso de acumulación de capital, las perspectivas de crecimiento serán aún mejores.