Cinco temas centrales en la Argentina del día a día

    Por Juan Pablo Ronderos (*)


    Juan Pablo Ronderos

    El Gobierno es quien demarca esta variable temporal de decisiones, ya que acorralado en su propio laberinto, ha decidido jugar con estas reglas de vencimientos inmediatos. Sin alternativas a mano para evitar reordenar la macroeconomía como condición necesaria para una verdadera estabilidad, el objetivo oficial será administrar las variables para sostener un orden más o menos tolerable. Y sin herramientas ni predisposición para hacer lo que habría que hacer, la única posibilidad es administrar con un horizonte muy próximo.

    ¿En base a qué administrará el día a día? Principalmente concentrando el ojo en dos factores: 1) La evolución de las reservas internacionales; y 2) El conflicto social y/o el clima político. El puente entre ambos es el nivel de actividad y el empleo, ya que luego de varios años de restricciones, la oferta local se mueve de la mano de las divisas a las que puede acceder para producir, determinando al final de la jornada cuánto crece o no la economía y, por ende, cuántos puestos de trabajo se necesitan –clima político o social–.

    Por supuesto que se trata de una estrategia de costo elevado y alto riesgo. Administrar el día a día implica un plazo extremadamente breve para elegir las mejores opciones de política económica para las autoridades, pero también para empresas y para consumidores en materia de producción, inversión y/o consumo. Lo que finalmente termina de­sa­lentando el crecimiento. Es en este contexto que esperamos para 2015 una nueva contracción del PIB real del orden de 0,5%.

    En este escenario, habrá que monitorear las siguientes variables para evaluar cómo se desarrollará este año en materia económica:

    Reservas internacionales:
    desde fines de 2014 el Gobierno ha logrado acumular divisas de la mano de diversos mecanismos como el swap con China y el BIS (Bank for International Settlements, o Banco de Pagos Internacionales, con sede en Basilea, Suiza); la licitación de 4G en el campo de las telecomunicaciones; la presión a exportadores para liquidación de sus ventas y, recientemente, la colocación de deuda de YPF en el exterior y el endurecimiento intempestivo de las restricciones a las compras al exterior a principios de febrero. Además, se esperan para los próximos meses colocaciones de deuda por parte de las provincias que aporten más divisas al Banco Central.
    Con los niveles alcanzados, junto con un tipo de cambio aumentando por detrás de la inflación, las autoridades han logrado una sensación dominante de estabilidad. La cuestión a monitorear en este sentido es para qué van a usar las reservas acumuladas y en qué momento, ya que esto determinará la marcha de la actividad económica y, por ende, el clima político y social, y la marcha de los negocios.
    Pero además, la disponibilidad de dólares o no en un marco de dominancia fiscal puede generar ruido en el mercado cambiario, con presiones sobre el tipo de cambio oficial pero en especial sobre el informal.

    Cuentas fiscales:
    el año pasado las cuentas del fisco mostraron un fuerte deterioro, alcanzando un déficit primario sin computar los aportes del BCRA ni Anses del orden de 5% del PBI. Y para 2015 no se esperan grandes cambios, considerando que es un año electoral en el que el Gobierno, si bien no compite directamente, querrá dejar la imagen de una bonanza económica que refuerce el “relato”.
    Los riesgos son evidentes con un exceso de pesos en la economía que se ve reflejado en la brecha cambiaria y en la inflación, y donde una eventual caída de la demanda de la moneda doméstica puede generar un escenario traumático.

    Mercado laboral:
    en un contexto recesivo, o al menos de estancamiento de la actividad, el mercado laboral es la clave para entender el nexo entre economía y política. El Gobierno volverá a centrar el foco en el empleo al igual que lo ha hecho durante todo su mandato, y en especial en 2014 donde su objetivo fue evitar despidos masivos en los sectores afectados por la contracción.
    En este caso también habrá que estar muy atentos a la evolución de los salarios, que el año pasado perdieron –por primera vez en la última década– frente a la inflación. Es que esta variable no solo es clave para aquellos sectores que sufren la pérdida de competitividad por el atraso cambiario y el alza de sus insumos, sino que también será determinante para la inflación en 2015, donde las paritarias le pondrán un piso. Además, es el termómetro para los sectores que están asociados al consumo.

    Clima político:
    El clima político y el social pueden tornarse determinantes respecto de la actividad económica. Hoy la expectativa de cambio de Gobierno es un aliado del actual, ya que muchas empresas siguen sosteniendo empleos y tomando decisiones con la mirada en el nuevo ciclo que se iniciaría en 2016. Es que, a pesar de que la tarea para quien sea elegido como sucesor, no será para nada sencilla, la sensación generalizada es que lo que viene será mejor sea quien sea el que gane. 

    Sin embargo, existe un riesgo ante esta sensación de cambio. Es que este panorama se agrietó con el caso Nisman. La estabilidad en términos electorales que se registraba a fines de 2014 se quebró en enero, dejando no solo una sensación de incertidumbre respecto de lo que puede ser la intención de voto sino también sobre los motores que pueden definir esa elección. Si el caso Nisman sigue enrareciendo el escenario, puede tener incluso, implicancias sobre la economía actuando sobre las expectativas de lo que puede venir.

    Contexto externo:
    en un contexto de incertidumbre y donde el horizonte de decisión se reduce drásticamente, el escenario internacional aporta otras turbulencias. Nos enfrentamos a un mundo cada vez más vertiginoso, donde las principales variables que afectan a nuestro país también se deterioran sin pausa. Como es el caso de Brasil y su anunciado ajuste, con efectos sobre el crecimiento esperado y, por ende, sobre nuestras exportaciones. Pero también tenemos la apreciación del dólar frente a prácticamente todas las monedas emergentes, en particular las de nuestros socios comerciales, la caída en el precio de los commodities (con el petróleo siendo la excepción ya que hoy repercute positivamente para la Argentina), y Europa con la amenaza de la salida de Grecia de la esfera del euro y sus posibles consecuencias.
    No son buenas noticias para aquellos que deben conducir sus negocios. Aun cuando en los últimos años la rentabilidad de la mayoría de las empresas no ha sido mala, 2015 se anuncia muy complicado. Será necesario estar muy atentos al día a día, en particular a este trade off entre reservas y clima político, para poder cerrar el año sin sobresaltos. Será cuestión de estar bien preparados y llegar a destino.

    (*) Juan Pablo Ronderos es economista, gerente de Desarrollo de Negocios de abeceb.com