Por Carina Martínez
Diego González Bravo
Diego González Bravo es uno de los seis socios de S&A, empresa de auditoría y consultoría que presta asesoría y servicios profesionales, contabilidad, impuestos y finanzas. Varios de los socios de la firma vienen de largos recorridos en grandes auditoras, lo cual los ha dotado de experiencia y contactos.
González Bravo pasó siete años en PwC, cinco de los cuales transcurrieron en el área de fusiones y adquisiciones; de ahí su buena formación en la materia.
“El mercado de firmas contables, más allá de las Big Four y las tres o cuatro del segundo pelotón, está muy atomizado. La estrategia comercial es entonces la especialización, o bien por producto o bien por mercado. Nosotros optamos por enfocarnos en el sector emprendedor que en la Argentina es muy activo y crece exponencialmente”, explica el ejecutivo.
El mundo de los emprendedores tecnológicos es relativamente pequeño y, como suele suceder, el referido es la mejor forma de ganar nuevos clientes. En principio, S&A participó en la venta de start ups, incluidas algunas resonantes, y así comenzaron a hacerse un nombre entre los habitués.
Una vez tomada la decisión de enfocarse en este segmento tan particular, hicieron todo lo que hay que hacer para ganar espacios. Proactivamente, comenzaron a participar en entidades y encuentros importantes como sponsors, dando charlas, siendo jurados y colaborando en distintos proyectos, como Naves de IAE, Endeavor, NXTP Labs, Wayra (de Telefónica) o Red Innova.
Un país emprendedor
La Argentina es muy rica en generación de emprendedores, si bien no siempre las condiciones ayudan. Los trámites para generar una empresa son largos y tediosos, en comparación con otros países, aunque esto no frena a los jóvenes dispuestos a empezar un proyecto nuevo cada vez. “Estamos muy especializados en el área digital, donde el país es muy activo –relata González Bravo–. La Argentina tiene una tasa muy alta de generación de nuevas empresas y de argentinos que se regionalizan. También es alto el índice de mortandad, lo cual hay que mejorar”, considera. “Hay dos motivos por los que se emprende. Por vocación y por necesidad. En épocas de crisis, la cantidad de proyectos emprendedores aumenta, pero es más improbable que logren avanzar”.
Por tratarse de nuevas tecnologías, el área digital está en pleno desarrollo y es donde más empresas se crean. Allí América latina viene creciendo incluso más fuerte que los países más maduros, y la Argentina se destaca entre ellos. “Para Endeavor, es el segundo país en relevancia, y de las 10 compañías más importantes que tiene en su haber, ocho nacieron en Buenos Aires”, enfatiza.
Complementariamente a su rol en S&A, González Bravo es socio fundador de Activa Investments, una firma de inversiones en la región, y Managing Director de CygnusVC, un fondo de inversión de start-ups de tecnología. “Con el fondo de inversión, invertimos en 12 compañías, y además armamos un ‘club de ángeles’ (de inversores). Trabajar con las dos empresas en paralelo nos sinergiza y complementa”.
El negocio vinculado a los emprendedores representa, para S&A, un porcentaje cercano a 30%. Que es mucho, teniendo en cuenta que sus negocios están muy atomizados.
Es que, en este segmento, los clientes más que empresas son individuos; jóvenes con mucho ímpetu, que se mueven a gran velocidad. “La tasa de mortandad de estas start ups es inevitablemente alta. Con suerte, de cada 10, ocho morirán, quizás cinco más lentamente, otras en poco tiempo. Y solo una o dos tendrán éxito. Alguna se venderá, otra crecerá. Pero, ya sea que crezcan o desaparezcan las empresas, quedarán los 10 empresarios jóvenes que empezarán un nuevo proyecto, y luego otro, por lo cual la relación con ellos es continua”, relata el ejecutivo.
Es así que S&A no solo los asesorará en sus inicios y en su desarrollo posterior, sino que los ayudará a levantar fondos, a armar las rondas de inversión, a vender la compañía (si la destreza –y la suerte– los ha acompañado), y volverá a acompañarlos al comenzar el ciclo otra vez, con un nuevo proyecto.
Un modelo de expansión
En el mundo digital, el mercado es la región –explica González Bravo–. “Las empresas locales tienen dos estrategias posibles. O expandirse en Brasil, o hacerlo en el resto de América latina. Porque el esfuerzo y el capital que lleva ir a Brasil es igual al de ir al resto de la región. Por lo tanto, hay compañías que nacen en la Argentina y van a Brasil, y otras que se expanden a otros países, como Colombia o México, a los que suman otros países más chicos y menos costosos, como Chile o Perú”.
“Cada modelo tiene sus ventajas y desventajas. Llegar a Brasil requiere un esfuerzo más grande y es difícil que el negocio salga bien sin un socio local. Pero quien lo logre, crecerá mucho y ganará un buen dinero –explica–. Quienes prefieran expandirse en el resto de América latina, podrán crecer más gradualmente. Además, en este caso, posibles compradores de la compañía podrán aparecer no solo de afuera de la región sino también de Brasil. A diferencia del argentino, que arma una empresa pensando en expandirse al exterior, el empresario brasileño es brasileño, levanta fondos brasileños y atiende demanda brasileña. Y cuando sus compañías crecen hasta cierto tamaño y se vuelven target de empresas de EE.UU. o Europa, necesitan estar presentes en América latina, por requerimiento de los inversores externos”. En ese momento, la empresa local que tenga un desarrollo similar, esté expandida en la región y haya hecho las cosas bien será la que triunfe.
La empresa de la era digital
“En los últimos cinco años, el ecosistema emprendedor maduró mucho en la Argentina y comenzó a funcionar como tal; hay inversión ángel, inversión CID, empresas que se van al exterior, que se regionalizan y hacen una serie A en EE.UU. Entonces cada vez hay más gente que se anima a invertir en estos proyectos”, relata el ejecutivo.
A esto se suma un contexto poco tentador para las inversiones tradicionales alternativas. Con las restricciones a la compra de dólares, las tasas bajas y la inflación alta, este tipo de inversiones aparece como una opción algo más apetecible. Pero cuidado. Hay que tener en cuenta que la inversión en una start up tecnológica es muy riesgosa, por lo cual es recomendable comprometer una mínima parte del capital disponible. Y lo ideal es diversificar en distintos proyectos.
Por este motivo, de acuerdo a González Bravo, es recomendable seguir a quienes tienen experiencia en este tema, para minimizar el riesgo. “Los especialistas hacen un sondeo muy detallado. Las incubadoras y clubes de ángeles trabajan desde hace mucho tiempo y conocen muy bien el negocio. En estos casos, la estadística cambia, y las chances de acertar aumentan”.
El riesgo también depende del tipo de proyecto. Para quienes eligen lanzarse a la temeraria aventura de invertir en un desarrollo propio vinculado a lo tecnológico, existen dos opciones. O bien apuntar a algo totalmente original y disruptivo, que se adelanta a la demanda (e incluso la genera), o bien aprovechar los pasos atrás en que se ubican los países de la región en cuanto a tendencias en tecnología y adelantarse al desarrollo local de aquello que, necesariamente, vendrá de afuera, tarde o temprano.
En el primer modelo, si bien quien acierte se llenará de millones, el riesgo natural de este tipo de inversiones se multiplica exponencialmente; porque es sumamente difícil que un proyecto así tenga éxito –explica González Bravo–. El segundo modelo es el más generalizado; se traen ideas de afuera, desarrollos que ya se dieron en otros países y que, con certeza, van a llegar al país. En este caso, quien se adelante y mejor lo haga será quien gane. Porque la empresa del exterior ya exitosa en este desarrollo buscará expandirse en América latina y, para ello, elegirá adquirir aquella firma que mejor posicionada se encuentre.
En las compañías de la era digital, poco queda del modelo de antaño, de un abnegado fundador que lega a las siguientes generaciones una empresa que devendrá centenaria. Para estas firmas innovadoras y ágiles, media década es el largo plazo. Las compañías se arman pensando en una rápida expansión y su fundador sabe, le guste o no, que triunfar la mayor parte de las veces implica deshacerse de su creación. Pero como en un círculo sin fin y a pura adrenalina, el joven empresario, en el mismo segundo de cerrar su operación de venta, estará lanzándose a una nueva aventura, cuyo futuro será, otra vez, tan desafiante como incierto.