
Lo que derivó en un incremento de la participación del gasto público en el PIB y en un mayor deterioro de la situación fiscal nacional.
En ese contexto, la administración de Cristina Fernández de Kirchner debió recurrir en mayor medida al giro de utilidades del Banco Central (financiamiento monetario) y al giro de recursos por parte de la ANSES (desfinanciamiento a futuro del SIPA), como mecanismo para reducir sus necesidades financieras “reconocidas”.
Profundizando. Estimamos que los ingresos totales del Sector Público Nacional No Financiero (SPNNF) alcanzaron los $717.592 millones durante 2013, ubicándose unos $167.190 millones por encima del ingreso 2012 (+30%).
Las dos fuentes tradicionales de recursos, la porción de los recursos tributarios que corresponde al SPNNF y los ingresos por seguridad social, acusaron alzas nominales anuales de 23,1% y 31,7% y, consecuentemente, alcanzaron los $405.796 millones y 229.609 millones, respectivamente. Los correspondientes incrementos absolutos fueron de: $76.243 millones y $55.213 millones.
De esta manera los recursos tributarios representaron cerca de 56% del total de los ingresos, pero aportaron solo 46% del incremento 2013, dado el relativamente bajo nivel de dinamismo que implicó el desempeño de la recaudación impositiva nacional. Especialmente, en lo referente a derechos de exportación. En tanto, los aportes y contribuciones a la Seguridad Social representaron cerca de 32% de los ingresos totales y aportaron 33% del incremento 2013, al mostrar un dinamismo levemente por encima del promedio.
Las rentas de la propiedad, principalmente giro de utilidades devengadas del Central (56%) y utilización por parte de la ANSES de rentas obtenidas sobre el FGS del SIPA (42%), continuaron sosteniendo un rol central ya que aportaron unos $57.800 millones, representando casi 8% de los ingresos totales. Aún más, dado que el nivel de ingreso asociado se duplicó respecto de 2012 (+101% y + $29.060 millones), el aporte al incremento 2013 más que duplicó a su participación en el mismo (17%).
Las restantes fuentes de ingresos (no tributarios, ventas de bienes y servicios, de operación, transferencias corrientes, los recursos de capital, etc.) acumularon en conjunto unos $24.377 millones (3% del total), incrementándose 38% (+ $6.846 millones) respecto del nivel alcanzado en 2012.
Ingresos y financiamiento
Antes hemos considerado dentro de las fuentes de ingresos corrientes, recursos derivados de la monetización de resultados devengados por parte del BCRA (financiamiento vía emisión monetaria) y de la utilización de réditos financieros obtenidos sobre pasivos no registrados por parte del ANSES (endeudamiento no registrado) Es decir, hemos contabilizado dentro de las fuentes de ingresos, conceptos que deberían ser incluidos en las fuentes de financiamiento.
Lo que nos lleva a realizar la siguiente distinción. La porción de los ingresos genuinos, aquellos a los cuales “genuinamente” podemos contabilizar como ingresos, ascendió a $661.281 millones durante 2013, resultando 26,6% –o $138.900 millones– mayor al registro 2012.
Obsérvese que la menor tasa de crecimiento nominal de los ingresos genuinos pone de relieve el rol protagónico que han jugado el BCRA y la ANSES a la hora de apalancar el nivel de dinamismo de los ingresos totales.
Otro dato importante a resaltar por el lado de los ingresos del SPNNF es que los mismos superaron en $30.800 millones a los oportunamente consignados en la correspondiente Ley de Presupuesto 2013 (sancionada en 2012). De forma tal, que el PEN contó en pleno año electoral, con una masa discrecional de recursos equivalente a 1,1% del PIB.
En tanto, si comparamos con la reestimación 2013 de los ingresos totales del SPNNF consignada en la Ley de presupuesto 2014, surge una sobreestimación de casi $16.000 millones (0,5% del PIB), cuyo objetivo fue “mejorar” el resultado primario y financiero 2013 consignado en el mensaje remitido al Congreso en plena recta electoral (septiembre 2013).
En la vereda de enfrente, el gasto primario (corriente y de capital sin considerar intereses de la deuda) alcanzó unos $744.263 millones durante 2013, incrementándose más de 34% respecto de 2012 (+ $189.488 millones) y, consecuentemente, equivalió a 28% del PIB.
Los dos renglones de gasto primario más importantes, la seguridad social (jubilaciones, pensiones, asignación universal por hijo y otros planes y subsidios directos) y los gastos de consumo y operación experimentaron alzas nominales en torno a 34% y 31%, respectivamente, alcanzando los $274.226 millones y $136.715 millones, respectivamente. En consecuencia, representaron en conjunto 55% del gasto primario total y aportaron 53% del incremento experimentado durante 2013.
En tanto, las transferencias corrientes al sector privado (subsidios) experimentaron un incremento nominal superior a 31%, redondeando los $157.000 millones. En consecuencia, durante 2013 el total erogado por el mencionado concepto se aproximó a 6% del PIB, incrementándose cerca de 0,5 puntos porcentuales respecto del registro 2012.
De lo dicho se desprende que a pesar de los anuncios de ajuste que realizó la actual administración durante 2013 por segundo año consecutivo e, incluso, los incrementos aplicados en las tarifas de varios de los servicios públicos subsidiados, los esquemas en cuestión no sólo se sostuvieron. Además, se profundizaron.
En tanto, el gasto de capital tuvo en 2013 un año de relativamente alto dinamismo, dado el componente electoral del mismo y aún a pesar del relativo mal desempeño de la recaudación de derechos de exportación sobre el complejo sojero (transferencias de capital a las provincias) En particular, el gasto de capital del SPNNF alcanzó los $91.300 millones en 2013, incrementándose casi 48% en términos nominales respecto de 2012 y equivaliendo a cerca de 3,5% del PIB.
Déficit operativo
El déficit operativo de las empresas públicas y sociedades del estado se aproximó a los $9.500 millones (0,5% del PIB), incrementándose en más de 40% nominal respecto de 2012.
Lo que también indica una profundización de los esquemas de subsidios al sector privado, pues el déficit de las empresas públicas es resultado de tarifas o precios de lo cobrado en retribución por sus productos/servicios que no tienen que ver con el costo de producción de los mismos. Entre las empresas y sociedades incluidas resaltan: AySA, ENARSA, el F.C. Belgrano Cargas, ARSAT y el Correo Argentino.
El resto de los componentes del gasto primario del SPNNF (transferencias corrientes al sector público y otros) alcanzó los $58.112 millones, incrementándose cerca de 29,6% nominal respecto de 2012.
Finalizando con los gastos del SPNNF. La ejecución de partidas de gasto 2013 resultó más de $106.800 millones superior a lo consignado en la Ley de presupuesto 2013 (sancionada en 2012) y $12.350 millones mayor a la re-estimada para 2013 en la Ley de presupuesto 2014 (sancionada en 2013). En otras palabras, la administración kiarchnerista dispuso y asignó discrecionalmente a distintas partidas de gasto 4% del PIB, ya que esas erogaciones no fueron oportunamente presupuestadas.
Claramente, la mayor porción de esa subestimaciones se concentró en tres rubros: consumo y operación (remuneraciones); prestaciones de la seguridad social; y transferencias corrientes (subsidios y giros de recursos corrientes a provincias y municipios)
De lo dicho se desprende que por décimo año consecutivo el gasto primario total del SPNNF volvió a promediar una tasa de crecimiento nominal superior a la de los ingresos totales y, por lo tanto, también de las de los genuinos.
En consecuencia, la política fiscal nacional profundizó su sesgo expansivo. Principalmente, como resultado de la aceleración experimentada por las partidas relacionadas a subsidios (transferencias corrientes al sector privado), salarios, prestaciones de la seguridad social y obra pública (gasto de capital directo y transferencias de capital a las provincias y municipios).
Peor aún, cuando apenas poco menos de 30% de ese gasto discrecional fue financiado con subestimación de ingreso. En realidad, más de 70% del mismo fue financiado con endeudamiento por encima de lo presupuestado oportunamente.
En ese contexto, el resultado primario del SPNNF medido de acuerdo a la metodología oficial (recursos totales) fue negativo en unos $26.671 millones en 2013 (-1% del PIB), quintuplicándose respecto del rojo primario registrado por la contabilidad oficial un año antes.
En tanto, dado el no pago de cupón PIB por crecimiento 2012, los intereses de la deuda pública se ubicaron en torno a los $48.211 millones durante 2013, reduciéndose 5,8% nominal respecto de 2012, aún a pesar del impacto de la significativa devaluación del peso sobre los servicios de la deuda denominada en moneda extranjera.
Por lo tanto, según la contabilidad oficial, el Resultado Financiero fue negativo en $74.900 millones en 2013, incrementándose 35% nominal respecto de 2012 y alcanzando a casi 3% del PIB
Si en cambio, se consideran tan sólo los ingresos genuinos se obtiene un abultado déficit primario real de $83.000 millones para de 2013 (3% del PIB), incrementándose en más de 2,5 veces respecto de 2012. En tanto, y continuando con la misma metodología, el rojo financiero real fue de $131.000 millones en 2013 (4,9% del PIB), incrementándose 60% respecto de 2012.
Conclusiones y perspectivas
El enfoque a la “Big Push” o tirón de demanda inducido a través de la gestión expansiva de la política fiscal está totalmente agotado. A tal punto, que ya no solo no logra forzar el crecimiento del producto. Es además y en sí mismo, el factor macroeconómico desequilibrante y, por ende, la causa última del proceso estanflacionario en el que se sumergió la economía local por segundo año consecutivo y de la crisis por balanza de pagos que la amenaza en el horizonte.
De cara a 2014 esperamos que los nuevos ajustes autorizados en las tarifas de los servicios públicos y los que se prevén que vendrán, en el mejor de los casos, tan solo alcancen para afrontar parte de los incrementos de costos y que, en consecuencia, la incidencia de los esquemas de transferencias corrientes al sector privado sobre el PIB, al menos, se sostenga.
A modo de ejemplo, con una ecuación del autotransporte de pasajeros del AMBA donde solo 20% de los ingresos son derivados de la tarifa, el incremento de 66% en el valor del boleto de mayor relevancia solo alcanzaría para cubrir el incremento de costos derivado de la paritaria 2013, ya que los salarios tienen una incidencia sobre costos superior a 50% y el piso de incremento 2013 sería de 25%.
En tanto, esperamos que tanto las prestaciones de la seguridad social, como el gasto de consumo y operación (remuneraciones) continúe creciendo a tasas nominales superiores a la de los ingresos y el PIB, dada las necesidades y debilidades políticas del Gobierno nacional y el precedente negativo y complicado en la materia que dejó la conflictiva paritaria de las fuerzas de seguridad provinciales y los posteriores incrementos otorgados a las fuerzas nacionales.
Por último, en materia de gasto de capital esperamos una significativa moderación de la tasa de crecimiento, dadas las menores necesidades electorales.
Con lo cual, todo indica que la gestión de la política fiscal nacional seguirá siendo expansiva, aunque, adoptando una visión optimista, moderaría la magnitud de ese sesgo. En ese contexto, los resultados fiscales seguirán deteriorándose y las necesidades de financiamiento del SPNNF continuarán incrementándose durante 2014, aunque a un menor ritmo.
Ergo, la falta de ajuste del esquema de política económica local continuará siendo la principal razón por la cual el desempeño económico 2014 no será muy distinto del registrado durante el último bienio (2012-2013): estanflación.
Por Consultora Ledesma


Recaudación nacional
Alta y asimétrica presión fiscal
La recaudación tributaria y de aportes y contribuciones al sistema de Seguridad Social alcanzó los $858.833 millones durante 2013, con un incremento nominal de 26,3% respecto de los valores registrados durante el mismo mes del año pasado. En la recaudación medida en pesos constantes de 2007, la variación interanual ingresó en la zona asimilable a cero (+0,1%).

En 2012 había promediado un alza anual de sólo 1,1% real. Obsérvese que este dato está mucho más en línea con las estimaciones privadas de nivel de actividad, que con las oficiales. Todo esto, aún sin descontar el efecto de la mayor presión fiscal por la tardía e incompleta actualización de la metodología de cálculo del mal denominado impuesto a las ganancias (en realidad, es un impuesto a los ingresos), y otros impuestos con mínimos no imponibles y escalas (por ejemplo, bienes personales), la incorporación de nuevos mecanismos de percepción anticipada y la profundización de los ya existentes y la negativa a la aplicación del ajuste por inflación.
Incluso a escala trimestral, la dinámica de la recaudación nacional deflacionada por el IPC se mostró muy en línea con las estimaciones privadas de nivel de actividad. En particular, la recaudación empezó el año mostrando una tasa de crecimiento real anual prácticamente nula, aceleró fuerte durante el segundo trimestre (+4,3% real anual), se frenó durante el tercer trimestre (+0,8% real anual) y se desplomó durante el último cuarto (-4,3% real anual).
De esta manera, la presión fiscal nacional 2013 ascendió a 32% del PIB, 0,6 puntos más que en 2012 y nuevo máximo histórico. Es más, si tomamos como referencia el año 2002, punto de comparación favorito de la actual administración, la presión fiscal nacional se duplicó durante la última década. En tanto, la presión fiscal sin considerar Derechos de Exportación ascendió a 29%, lo que también es un nuevo máximo histórico.
Lo que implica que los sectores alcanzados específicamente tuvieron incidencias fiscales mucho mayores que las de los no alcanzados. En particular, con una incidencia de los DEX de 35% sobre el Valor Bruto de Producción en el caso de la producción primaria de soja, el peso fiscal que debió soportar el productor, sumados al resto de los impuestos nacionales, superó ampliamente 50% del PIB sectorial. Similares casos se dieron en el caso de girasol, sorgo, maíz y trigo.
La presión fiscal nacional no solo se distribuyó asimétricamente entre los distintos sectores productivos. Sino también entre las distintas provincias o regiones del país. Pues, básicamente, las distintas actividades no se distribuyen simétricamente a lo largo del territorio nacional y, mucho más importante, no tienen en cada una de ellas la misma importancia relativa.
Aranceles a la importación: La recaudación en concepto de aranceles a las importaciones alcanzó $23.550 millones durante 2013, promediando un alza interanual nominal de casi 42%. La tasa de devaluación promedio anual entre el peso argentino y el dólar fue de 20%, en tanto que el alza interanual promedio de los precios de importación medidos en dólares rondó 1%. Con lo cual, debe inferirse un alza promedio anual de casi 20% para la recaudación específica a precios constantes (ponderada por diferencias de alícuotas).
Derechos de Exportación: La recaudación en concepto de Derechos de Exportación alcanzó los $79.015 millones en 2013, cayendo casi 20% respecto de 2012 y equivaliendo a 3% del PIB. 0,6 puntos menos que en 2012.
Si se toma en cuenta que el peso argentino promedió un ritmo de devaluación interanual de 20% respecto del dólar y que los precios promedios de exportación medidos en dólares promediaron una alza de 2% interanual en el mismo período, se desprende un mal desempeño de la recaudación medida a precios constantes de más de 40% (la estructura de alícuotas se mantuvo prácticamente sin cambios).
Ese mal desempeño fue consecuencia de mala perfomance de las cantidades exportadas de los productos agrícolas gravados que supuso el mal desempeño de las regionales, la mala cosecha de trigo y las estrategias de cobertura contra el riesgo cambiario desplegadas por los productores primarios (mayor coeficiente de retención de granos) También aportaron en ese sentido, el deterioro de la recaudación de DEX sobre las exportaciones del complejo petrolero, dada las menores cantidades exportadas que supuso la actual crisis energética.
Impuesto al Valor Agregado: La recaudación en concepto de IVA (neto) alcanzó los $243.600 millones, incrementándose 29% en términos nominales respecto de 2012 y aportando cerca de 29% del total recaudado a escala nacional. La presión fiscal especifica fue de 9,1%, 0,4 puntos porcentuales más que en 2012.
La evolución fue algo diferente a nivel de los principales componentes, el DGI (bienes y servicios locales) creció en torno a 27,3% nominal y el DGA (bienes y servicios importados) hizo lo propio en 37,3% nominal (-6% real) En consecuencia, deflacionada por el índice de precios al consumidor local, la recaudación en concepto de IVA anotó una alza real anual de solo 2,3%. El componente importado hizo lo propio en 8,7% real anual, en tanto que el local solo avanzó 0,8% real anual.
Nuevamente, el moderado desempeño del consumo privado que se desprende de las cifras está mucho más en línea con las estimaciones privadas del nivel de actividad local y sus componentes, que con las oficiales.
Más aún, también confirman el fuerte impulso que supuso la combinación del cepo y el atraso cambiario respecto de la demanda de determinados bienes y servicios importados, favoreciendo el dinamismo de las importaciones y, consecuentemente, acelerando el deterioro de la balanza de pagos.
Impuesto a las Ganancias: La recaudación en concepto del impuesto a las ganancias experimentó un alza interanual de 33,6% nominal durante 2013, redondeando unos $183.598 millones y aportando poco más de un quinto de la recaudación total.
En tanto, deflacionado por IPC, el incremento interanual de la recaudación específica fue de 5%. La presión impositiva específica fue de 6,8% del PIB, 0,4 puntos más que en 2013. Duplicando el promedio de la década de los años 90 (2,9%) y más que duplicándose en la última década (2013 vs 2002).
Con lo cual, queda claro que los tardíos ajustes del mínimo no imponible y las deducciones, en el caso de los personas físicas, la negativa a modificar la estructura de tramos que determinan la base imponible y las alícuotas marginales del impuestos, la aplicación de retenciones de 20%, primero, y de 35%, luego, sobre la compras de bienes y servicios perfeccionadas en moneda extranjera y sobre pasajes al exterior y, en el caso de las personas jurídicas, la no aceptación del ajuste por inflación terminaron permitiendo que la presión tributaria se incrementara significativamente, al ampliarse el universo de contribuyentes alcanzados por el impuesto y la porción de los ingresos gravada (base imponible) y al incrementar la alícuota promedio del mismo.
Seguridad Social: El flujo de recursos en concepto de aportes y contribuciones a la seguridad social experimentó un alza nominal anual de 31% respecto de 2012. En consecuencia, la tasa de crecimiento deflacionada por IPC fue de 3,6%, ubicándose la presión fiscal especifica en torno a 8,6% del PIB. Aportó poco más de un cuarto de la recaudación nacional.
Créditos y débitos bancarios: La recaudación en concepto de este impuesto registró un incremento de 28,6% nominal respecto de 2012, alcanzando los $56.514 millones (2,1% del PIB) Deflacionada por IPC, el alza fue de solo 1,9%, lo que nuevamente está más en línea con las estimaciones privadas de desempeño del PIB, que con las oficiales.
Perspectivas para 2014
Proyectamos un alto nivel de dinamismo nominal de la recaudación y un relativamente mediocre o bajo nivel de dinamismo real para la recaudación nacional, en línea con nuestra expectativa de bajo dinamismo del PIB y de los componentes de la demanda interna, por un lado, y de continuidad del proceso inflacionario a tasas elevadas, por el otro.
En tanto, esperamos que la presión impositiva continúe creciendo como resultado de, por un lado, los efectos distorsivos de la alta inflación sobre los tributos cuyas bases imponibles y alícuotas se determinan en base a escalas de ingreso o patrimonio. Por el otro lado, la recuperación de los Derechos de Exportación.
Hacia dentro de la recaudación, creemos que el dinamismo real recaerá sobre:
A) Los derechos de exportación: Favorecidos por la mayor cosecha, la depreciación nominal del peso y el poco exigente punto de comparación.
B) El impuesto a las ganancias: Cuya recaudación continuará siendo favorecida por el efecto ampliador que supone para su base y alícuotas promedio el proceso inflacionario.
C) El componente DGA del IVA y los aranceles a las importaciones, cuyas bases imponibles seguirán siendo favorecidas por la combinación de cepo y atraso cambiario.
En la vereda de enfrente, al del bajo dinamismo real, esperamos se ubiquen la recaudación en concepto del componente DGI del IVA, los aportes y el impuesto al cheque, entre los más importantes.
Por Consultora Ledesma


El Banco Central, el principal prestamista
¿Cómo se financia el déficit?
El déficit fiscal volvió a crecer en 2013, cualquiera sea la metodología elegida para medirlo. Con él crecieron las necesidades financieras del SPNNF, debiéndose recurrirse a distintas fuentes financieras. La distinta naturaleza de éstas y la magnitud con la cual se recurrió a cada una, es clave para entender el impacto de ese mayor rojo fiscal.

Juan Carlos Fábrega
En la sección previa concluimos que durante 2013 el rojo financiero del SPNNF sin considerar emisión del Banco Central los réditos financieros obtenidos por la ANSES sobre el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) se ubicó en torno a los $131.192 millones de pesos (4,9% del PIB)
Semejante necesidad de financiamiento debió ser resuelta sin tener acceso a los mercados internacionales de crédito y sin recurrir a emisiones voluntarias de títulos públicos en el mercado local, dada la negativa de la administración kirchnerista de convalidar una mayor alza de la tasa de interés local.
En consecuencia, el BCRA volvió a convertirse en el principal prestamista, a través de los tres instrumentos ya conocidos. Dos de los cuales implican directamente emisión monetaria: “adelantos transitorios” y “giro de utilidades”, con impacto inflacionario innegable.
Y un tercero, la utilización de “reservas de libre disponibilidad”, que si bien no implica emisión monetaria directa, sí puede tener impacto monetario indirecto: si el BCRA sale a recuperar las reservas giradas y/o si el Tesoro Nacional termina usando las reservas que le giró el BCRA para financiar gasto público. Pues, básicamente, tiene que volver a vendérselas, a cambio de lo cual éste emite pesos. Es decir, al final de la historia, se cambia una letra intransferible (título público) por emisión monetaria (pesos).
Asimismo, incluso en el caso de nulo impacto monetario indirecto, el uso de reservas puede seguir teniendo impacto inflacionario, si el deterioro que el giro implica sobre el poder de fuego del BCRA es lo suficientemente importante para impactar negativamente en las expectativas de los agentes.
A) Incremento del Stock de Adelantos Transitorios del BCRA (AT). La figura de los AT fue introducida por la Ley 25.562 (2002). Las reformas posteriores, fueron flexibilizando esos límites, incrementando el potencial de financiamiento monetario.
En ese contexto, el stock y, por lo tanto, el financiamiento monetario vía AT, tuvo una evolución marcadamente creciente durante los últimos 11 años, alcanzando un nivel equivalente a 60% de la base monetaria hacia fines de 2013. Durante ese año, el stock se incrementó cerca de $54.870 millones entre puntas, desacelerando respecto de 2012, pero aun así manteniendo un ritmo de crecimiento y, por lo tanto, un aporte financiero elevado: 2% del PIB.
En ese sentido, vale la pena resaltar que en los últimos 11 años la gestión del matrimonio Kirchner obtuvo financiamiento por esta vía por un monto equivalente a $178.900 millones (1,4% de PIB acumulado durante el mismo período), llegando el stock actual a representar 25% del activo del BCRA.
B) Giro de utilidades devengadas durante el ejercicio anterior. La forma de girarlas es emitir pesos (incremento del pasivo) contra el incremento contable del activo y, consecuentemente reduciendo el patrimonio neto, que hasta ese momento contenía ese incremento del activo en la cuenta “resultados no asignados”.
Este mecanismo, que también muestra niveles de utilización creciente durante los últimos años producto del sostenido deterioro fiscal, registró un nuevo máximo al aportar cerca de $32.200 millones o 1,2% del PIB. Nivel sólo comparable al registrado en 2005.
En consecuencia, en los últimos 11 años los gobiernos Kirchner obtuvieron utilidades del BCRA por más de $79.380 millones, 0,6% del PIB acumulado durante el período, que representan 1,6 veces el valor del patrimonio neto del BCRA a fines de 2013.
C) Utilización de reservas de “libre disponibilidad”. La parte de la reforma de la C.O. de 2012 que tuvo mayor repercusión mediática fue aquella por medio de la cual se incorporó el uso de reservas del BCRA para financiar al Tesoro y al mismo tiempo se cambió la definición de reservas excedentes, desde una cuestión objetiva a una claramente discrecional en manos del directorio de la entidad, de forma de asegurarse la disponibilidad de las mismas. El mecanismo consiste en la emisión de una letra del Tesoro Nacional intransferible, denominada en dólares y con un plazo de 10 años que se le coloca al BCRA a cambio de las reservas.
Valiéndose de esa reforma y mediante la Ley de Presupuesto Nacional 2013 (autorizó al MECON a constituir el Fondo del Desendeudamiento 2013 por hasta US$ 7.967 millones – Art. 33 Ley 26.784, Resolución MECON 8/2013) y el Decreto 309/2013 (autorizó al BCRA a girar al Tesoro hasta US$ 2.334 millones para cancelar vencimientos con organismos multilaterales, Resolución Conjunta 251/2013 y 45/2013 de la Secretaria de Hacienda y Finanzas) el actual gobierno obtuvo cerca de US$ 9.412 millones (91% de lo autorizado) que fueron aplicados a ampliación de gasto de capital por encima de los presupuestado (por el Decreto 1170/2013, dado el no pago del cupón PIB ), a vencimiento de intereses y, finalmente, a vencimiento de capital. Estos últimos no forman parte del déficit financiero. Son una obligación financiera (por debajo de la línea). El mencionado monto equivalió a cerca de $61.350 millones de pesos (2,6% del PIB).
En consecuencia, durante los últimos 11 años la administración de Néstor y Cristina Kirchner tomaron del BCRA, con el objetivo de saldar vencimientos de deuda en moneda extranjera o, simplemente y más recientemente expandir gasto, un total US$ 33.365 millones.
Es decir un monto prácticamente equivalente al nivel de reservas brutas del BCRA hacia fines de 2013. Con lo cual el BCRA hubiera contado con doble de poder de fuego y, consecuentemente, las expectativas de inestabilidad macro serían bastante más controlables.
De lo dicho previamente, surge que el BCRA aportó cerca de $148.402 millones de pesos, de los cuales 80% ($107.050 millones) implicaron financiamiento vía emisión monetaria directa o indirecta, satisfaciendo cerca de 82% de la necesidad financiera derivada del rojo financiero del SPNNF. En tanto, el restante 18% ($24.141 millones) fue prácticamente equivalente a los recursos financieros que el ANSES obtuvo del FGS del SIPA.
Los restantes $41.351 millones girados de reservas internacionales fueron utilizados para hacer frente a los vencimientos de capital e intereses de la deuda pública denominada en moneda extranjera.
Ergo, el rojo fiscal 2013 fue financiado en 100% por el BCRA (82%) y la ANSES (18%), implicando la totalidad del financiamiento monetario utilizado vía BCRA emisión monetaria. Es decir, hubo una monetización del déficit fiscal nacional equivalente a 4% del PIB.
En tanto, si analizamos los últimos 11 años, podemos concluir que el BCRA aportó financiamiento por una “friolera” equivalente a 3,5% del PIB acumulado durante ese período, implicando más de dos tercios del último (2,2% del PIB), emisión monetaria directa o indirecta.
Conclusiones y perspectivas
La profundización del deterioro fiscal, se tradujo en una utilización más intensiva del BCRA como instrumento financiero del gobierno. En consecuencia, se profundizó el nivel de monetización del déficit fiscal nacional, profundizándose el impacto del último sobre la inflación, el proceso de atraso cambiario, el patrimonio y el poder de fuego del propio BCRA y, consecuentemente, el desequilibrio de la balanza de pagos.
Justamente por eso, es que afirmamos que el déficit fiscal nacional se convirtió en el principal factor desequilibrio macroeconómico a nivel local. Más aún después de la implementación del cepo. Desterrando cualquier teoría que quiera endilgarle esa responsabilidad a factores externos u comportamientos de cobertura por parte de los agentes locales, que como tales son consecuencias, y no causas.
De cara a 2014, y dada la negativa del gobierno a modificar su esquema de política económica, es de esperar que el nivel de rojo fiscal como mínimo se sostenga, con lo cual también lo harán las necesidades financieras y su nivel de monetización.
Por Consultora Ledesma


Límites y peligros
La restricción que sí existe
Durante los años de crecimiento a tasas chinas (2003-2008) la situación fiscal era sólida y constituía uno de los pilares del modelo económico. Parecía que habíamos aprendido la lección de los años 90 respecto a la necesidad de tener márgenes de maniobra de política macroeconómica para reducir la vulnerabilidad de la economía a shocks diversos.
Por Nicolás Bridger (*)
Foto: Gabriel Reig
Sin embargo los últimos cinco años prueban que esta percepción estaba equivocada: el gasto público se incrementó a un ritmo insostenible, actuando el gobierno como si la restricción presupuestaria no existiera. En consecuencia pasamos de un superávit primario de más de 3% del PIB (excluyendo del cálculo las transferencias del BCRA y ANSES al gobierno nacional) a un déficit primario de casi 3% del PIB, financiando el déficit con emisión monetaria y uso de stocks (ANSES y reservas del BCRA).
Revertir esta situación fiscal luce como un desafío significativo que ya requiere algo más que una simple “sintonía fina” y cuanto antes se aborde menores serán los costos asociados. La pérdida de reservas durante 2013 y los reclamos salariales de empleados públicos a fin de año señalan a las claras los límites y peligros a esta idea de patear los problemas para más adelante.
Un déficit primario de esta magnitud, en un país con acceso limitado al financiamiento genuino del sector privado, es una bomba de tiempo que podría poner en peligro el mantenimiento de la valiosa red de protección social que levantó el kirchnerismo (aumento en el número de jubilados, jubilaciones y asignación universal por hijo).
En este sentido resultará clave que se abandone el análisis parcial de la economía y se entienda que los problemas actuales están interconectados: inflación, déficit fiscal, tipo de cambio real apreciado. Por ejemplo, la inflación no se va a resolver con acuerdos de precios de 500 productos mientras que el déficit fiscal se triplica y financia con emisión monetaria.
Asimismo, el veredicto respecto al mayor rol que ocupó el sector público en la economía durante estos últimos años no puede limitarse a una cuestión numérica de cuánto es el gasto público en relación al PIB.
Lamentablemente el transporte público sigue costando vidas, la calidad educativa no muestra señales de mejora y hay problemas crecientes en seguridad a pesar de un gasto primario record. No se puede seguir eludiendo el debate de la calidad del gasto público (ver las recientes reacciones de los políticos ante los magros resultados en las pruebas PISA como un botón de muestra) si se pretende un crecimiento sostenido.
En resumen las políticas populistas han llevado a la situación fiscal a una situación de extrema fragilidad. La restricción presupuestaria ya no se puede eludir por mucho tiempo más y cuanto antes se haga, menores serán los costos del temido ajuste, que a esta altura luce casi inevitable.
(*) El licenciado Nicolás Bridger es economista.

