Por Florencia Pulla
Robert Bosch
A principios de siglo, la Argentina parecía una nación próspera. Con educación pública y universal que garantizaba una clase media ilustrada, empleo garantizado por las nacientes industrias nacionales y un modelo agro-exportador que todavía no mostraba señales de saturación, el cielo parecía el límite. No es de extrañar que Robert Bosch haya elegido al país como primer filial en Sudamérica, entonces, y que hacia 1924 se haya establecido en la Argentina.
Es cierto que las cosas han cambiado desde entonces. Que el llamado “corto siglo 20” –en contraste con el largo siglo 19 que, dicen, culminó recién con la Primera Guerra– no ha sido del todo gentil con la historia el país. Sin embargo, hay algunas compañías cuyo compromiso local no ha menguado, a pesar de las crisis, las distintas presidencias de facto, los radicales, los peronistas. Como explica Augusto Canguçu, director general de Bosch Argentina, “que estemos cumpliendo 90 años implica que pensamos en el largo plazo y entonces tratamos de evaluar siempre hacia delante, más allá de las alzas y bajas de un determinado momento. Y vemos que la Argentina tiene un potencial muy grande, es un país amplio, con una excelente distribución del ingreso, con profesionales altamente educados y una clase media muy interesante desde donde partir”.
No son solo palabras. Canguçu es un brasileño que donde pone la mira pone la bala y la inversión de $20 millones en la ampliación del complejo productivo Bosch Rexroth para mejorar soluciones destinadas a la industria petrolera ilustra perfectamente la visión largoplacista de la compañía. Es un año especial para automotrices y autopartistas marcado por una retracción de la demanda y un aumento de la conflictividad social con empleados y sindicatos.
Mercado de reposición
El contexto es importante. Luego de tres años de récords en patentamientos llegó la retracción. Ha sido, hasta ahora, un año negro para el sector con una baja de 25% en ventas en lo que va del año según la Asociación de Concesionarios de la República Argentina (Acara). Los responsables son los sospechosos de siempre: la devaluación de enero, el impuesto a autos premium que se formalizó a fines del año pasado y la suba de precios que elevó a los autos más baratos del mercado por encima de los $100.000.
¿El resultado? Además de la lógica baja en los patentamientos, las terminales han achicado considerablemente su producción, paralizando sus líneas y cancelando su contrato con el ya frágil mercado de autopartes. Los conflictos por los despidos en las plantas de Lear y Gestamp están entre los más calientes del año. Solo el programa Pro-Cre-Auto pudo poner algunos paños fríos asegurando inversiones de Toyota por US$ 800 millones y de Yamaha por $120 millones.
¿Cómo se adapta Bosch a esta situación? Según Canguçu, lo miran desde afuera. Es que su relación con las automotrices no es tan directa. Se dedican, casi exclusivamente, al mercado de reposiciones por lo que su fuerte son los autos de más de dos años, aquellos que ya no son tocados por las garantías de los concesionarios oficiales. “El cliente que tiene un auto un poco más viejo busca un repuesto de calidad. En este sentido, nuestros mejores años están por empezar porque todos los autos que se patentaron en el último tiempo entran en nuestra categoría en este año y el que viene. Nuestras ventas no bajaron; no despuntaron tampoco, pero no bajaron”. El año pasado cerraron un buen año, de hecho: $916 millones en ventas.
Augusto Canguçu
“La industria automotriz siempre está protegida, eso pasa casi en todos los países. Pero es importante diferenciar los mercados: uno es el de las automotrices y otro el de las autopartes. México empezó a fabricar autos sin tener desarrollada una industria autopartista que vino después. Para ser competitivo se necesita mucho volumen y si se piensa solo en el mercado local no es viable. Por eso hay que diversificarse: nosotros no fabricamos solamente autopartes sino también herramientas para la construcción, sistemas de seguridad y de driving control”.
De hecho, hoy el mix de negocios de Bosch podría sorprender al desprevenido que asume que la fabricación de autopartes aporta, por mucho, al grueso de ventas y ganancias. Aunque sin dudas el fuerte está en los autos, en la Argentina 50% del negocio es de autopartes (comparado con 65% a escala global) con 35% de herramientas y 7,5% para sistema de seguridad y driving control, respectivamente.
“Estamos invirtiendo y creciendo. El año pasado se incorporó el taller 300 en la red de talleres mecánicos Bosch, por ejemplo, y la Argentina es el país que mayor número de talleres tiene proporcionalmente a su población (son 308). Buscamos todo el tiempo nuevos negocios porque entendemos que no se puede dejar de invertir en la Argentina. A pesar de todo, sigue siendo la filial que más crece y presenta resultados más sólidos. Siempre tratamos de adaptarnos a la realidad del mercado y mejorar internamente en productividad y procesos”, confiesa su director general.
El futuro es Oil & Gas
Esta visión optimista del director general de Bosch para la Argentina tiene que ver, quizás, con su historia personal. Canguçu no nació en este mercado pero lo comprende. Su trayectoria lo ha llevado a puestos jerárquicos en Brasil, Venezuela y Panamá. De alguna manera es un experto en encontrar nuevas oportunidades de negocios en mercados que no son necesariamente considerados estables; un piloto de tormentas que reniega de su condición. “La presencia de la marca en la Argentina ya era importante antes de mi ingreso (en 2011); esto facilitó bastante mi tarea porque la estructura ya estaba aceitada”.
Lo cierto es que desde Bosch ven dos nuevas áreas de desarrollo en donde piensan poner el ojo y serán el foco de sus inversiones futuras: minería y petróleo, especialmente shale gas.
“La industria automotriz es nuestro pasado y nuestro futuro y representa 65% del negocio a escala global. Pero nuestra idea es expandir nuestras soluciones en mercados en donde ya estábamos indirectamente, intentando utilizar nuestra tecnología de manera diferente y personalizada. Por ejemplo, nosotros ya estamos en los camiones que se usan en minería. Pero muchas veces están parados mucho tiempo en las minas, utilizando diésel de más. Nuestra tecnología permite dormir el motor durante el tiempo que permanece inactivo y después activarlo solo apretando el acelerador. De esa manera calculamos que se puede ahorrar 15% en consumo de nafta. No es crear una tecnología nueva, porque este desarrollo ya lo tenemos y lo vendemos en autos, sino crear un nuevo negocio aplicando nuestro know-how a nuevas soluciones”.
¿Otra implementación en la galera? Una bomba hidráulica extractora de petróleo que podría venir bien para seguir explotando pozos petroleros que se creen vacíos pero que todavía tienen potencial. Este sistema está hecho en 82% en la Argentina y tiene potencial exportador a otros países de similares características.
De hecho tan importante resulta este sector pujante (principalmente por los pozos no convencionales de Vaca Muerta) que la inversión de $20 millones en su planta en Carapachay responde a las necesidades de estos nuevos negocios que podrían significar un reajuste de su estrategia en el país. “Hace algunos años empezamos a trabajar de manera integrada con todas nuestras divisiones de negocio para llevar tecnologías y servicios a la industria de Oil & Gas que tiene un enorme potencial para la economía nacional. La inversión en Bosch Rexroth nos hace un socio estratégico para este sector que se está volviendo cada vez más competitivo”, dijo entonces Canguçu.
La idea es cambiar para que nada cambie; repensarse para seguir creciendo incluso cuando el mercado natural muestra la espalda. Después de todo, una empresa con 90 años de presencia lo que más desea es llegar a los 100.
Más allá de Latinoamérica
A pesar de reconocer que su mercado principal sigue siendo el europeo, Canguçú reconoce que el crecimiento en ese continente solo puede ser moderado y que, en cambio, Bosch y otras compañías están mirando más allá de su mercado natural para seguir creciendo. La apuesta segura es Asia, reconoce, pero también Latinoamérica y África. “En Europa hoy solo se puede crecer, con un esfuerzo titánico, en market share. Hoy los dos grandes mercados que estamos mirando son Asia y América latina que tiene más de 500 millones de habitantes y una clase media pujante que puede convertirse en grandes consumidores. Es, sin dudas, un mercado grande pero complejo y eso requiere de inversiones a largo plazo. Hay mucho para hacer; muchas soluciones para buscar”.
Para Canguçú lo esencial es que la región comprenda su oportunidad histórica y se anime a ir más allá del Mercosur. “Si nos quedamos solamente con Brasil y la Argentina como mercados posibles van a seguir apareciendo problemas. Es evidente que no se puede producir todo en un mismo lado pero las condiciones están para especializarse en algunos productos y exportarlos. No hay que temerle a China. Se puede competir en calidad, siempre y cuando existan políticas que estimulen la penetración en otros mercados”.