Regeneración de la economía industrial

    Es que una economía circular reemplaza la idea de desechar cosas por la de restaurarlas. En condiciones adecuadas, ese modelo económico regenerativo se propone erradicar el desperdicio, no solo de los procesos de manufactura sino sistemáticamente de todas las etapas de los ciclos de vida y usos de los productos y sus componentes.

    Unos 3.000 millones de consumidores del mundo en desarrollo entrarán a la clase media para 2030. El tamaño y el impacto de este cambio están acorralando a las empresas con precios poco previsibles de los commodities , por un lado, y feroz competencia y demanda también imprevisible.
    El cambio de siglo marcó el punto en que una suba en los precios reales de los recursos naturales logró comenzar a borrar un siglo de precios declinantes. La mayor crisis económica desde la Gran Depresión enfrió la demanda, pero desde 2009, los precios de los recursos repuntaron a mayor velocidad que la producción económica global y quedó atrás la era en que se ignoraban los precios de los recursos.

    A la luz de la volatilidad de los mercados de recursos, incluso de la preocupación por su desaparición, el reclamo por un nuevo modelo económico se escucha con más fuerza. En respuesta, las empresas se cuestionan los supuestos que sostienen la forma en que hacen y venden productos. En un esfuerzo por mantener el control sobre sobre los recursos naturales, esas empresas están buscando nuevas maneras de reusar productos y componentes. Con esto como telón de fondo, Hanh Nguyen, Martin Stuchtey y Markus Zils, en una investigación para el Mckinsey Global Institute, se plantean algunas preguntas. ¿Podría el crecimiento económico desacoplarse del problema de la escasez de recursos? ¿Podría un sistema industrial regenerativo –que restaura material, energía e insumos laborales– ser bueno para la sociedad y para la empresa? Si la experiencia de Renault sirve como indicador, la respuesta parecería ser que sí, dicen los investigadores.

    • La planta que Renault tiene en Choisy-le-Roi, cerca de París, re-fabrica motores, transmisiones, bombas de inyección y otros componentes para la reventa. Las operaciones de re-fabricación usan 80% menos energía y casi 90% menos de agua –y también generan casi 70% menos de desechos de aceite y detergente– que la producción nueva. Y la planta obtiene márgenes operativos más altos que Renault en su totalidad.

    • La compañía rediseña ciertos componentes para hacerlos más fáciles de desarmar y volver a usar. Para todas esas actividades Renault formó joint ventures con una recicladora de acero y una empresa de manejo de desechos. Con estas actividades Renault ahorra dinero y mantiene el control de las materias primas en todo el ciclo de vida o uso de sus vehículos.

    • Renault trabaja también con proveedores para identificar “beneficios circulares” que distribuyen el valor en toda la cadena de suministro. Por ejemplo, ayudó a su proveedor de líquidos refrigerantes y lubricantes a reemplazar su modelo basado en ventas por un modelo basado en desempeño. Al cambiar los términos y la naturaleza de la relación, Renault motiva al proveedor a rediseñar los fluidos y sus procesos para lograr mayor eficiencia. El resultado fue una reducción de 90% en el volumen de desechos generados. Este nuevo arreglo beneficia a ambas compañías: el proveedor sube en la cadena de valor para ser más rentable mientras que Renault redujo 20% el costo total de los fluidos.

    La experiencia de Renault es solo un dato más entre muchos que sugieren que las oportunidades de negocios en una economía circular son reales y grandes. Este artículo, que se enriquece con la colaboración del equipo de McKinsey con Fundación Ellen MacArthur y el World Economic Forum, sugiere que además de los implícitos beneficios ambientales que traería una economía circular, hay un importante impacto económico.

    Pensamiento circular

    Una economía circular reemplaza la idea de desechar cosas por la de restaurarlas. En su centro, se propone alejarse del modelo “tomar, hacer y tirar” diseñando y optimizando productos para múltiples ciclos de desarmado y reutilización. Este esfuerzo comienza con los materiales, que son vistos como valiosos recursos a ser usados nuevamente y no como elementos que pasan una sola vez por la economía.

    La economía circular se propone erradicar el desperdicio, no solo de los procesos de manufactura sino sistemáticamente en todas las etapas de los ciclos de vida y usos de los productos y sus componentes.

    Además, un sistema circular introduce una estricta diferenciación entre los componentes consumibles y durables de un producto. Los fabricantes en una economía tradicional muchas veces no distinguen entre los dos. En una economía circular, el objetivo para los consumibles es usar componentes puros y no tóxicos para que en otro momento puedan retornar a la biosfera donde podrían tener un efecto de relleno.

    El objetivo para los componentes durables (metales y la mayoría de los plásticos, por ejemplo) es reusarlos o mejorarlos para otras aplicaciones productivas en todos los ciclos que sea posible. Este método contrasta notablemente con la mentalidad implícita en muchas operaciones industriales de hoy, donde hasta la terminología –cadena de valor, cadena de suministro, usuario final– expresa una visión lineal.

    Como la restauración es la idea que sustenta una economía circular, el rol del consumidor se reemplaza por el de usuario. Para las empresas, este cambio exige una forma diferente de pensar el contrato implícito con los clientes. Por ejemplo, en una economía de comprar y consumir el objetivo es vender el producto. En una economía circular, la aspiración podría ser alquilarlo para asegurar que sus materiales sean retornados y reusados. Cuando los productos deben ser vendidos, las empresas podrían crear incentivos para garantizar su retorno y reutilización.

    Hacia una economía circular

    Hay muchas barreras que dificultan la adopción de este modelo, una de ellas, la dificultad de romper con hábitos enraizados. Y la naturaleza sistémica de esas barreras significa que las acciones individuales, si bien necesarias, no son suficientes para crear una economía circular a escala. El verdadero beneficio vendrá solo cuando jugadores múltiples de todos los sectores y comunidades de investigación, apoyados por políticos e inversores, se junten para volver a concebir los procesos de manufactura y los flujos de materiales y productos. Si eso ocurre, los beneficios serán enormes, vaticinan los investigadores. Entre esos beneficios figuran:

    Netos ahorros en materiales. A escala global, los ahorros netos de materiales podrían llegar a US$ 1 billón (millón de millones) al año. Solo en la Unión Europea, los ahorros anuales por productos durables con ciclos de vida moderados podrían llegar a US$ 630.000 millones. Los beneficios serían mayores en el sector automotor (US$ 200.000 millones al año), seguido por maquinaria y equipamientos.

    Menores riesgos en la oferta. Si se aplica al consumo de acero en los sectores automotor, maquinaria y transporte, una transformación circular podría lograr ahorros globales en materiales de entre 110 y 170 millones de toneladas de mineral de hierro en 2025. Ese cambio podría reducir la volatilidad inducida por la demanda en esas industrias.

    Potencial de innovación. Rediseñar materiales, sistemas y productos para uso circular es un requisito fundamental de una economía circular y por lo tanto representa una oportunidad gigantesca para las empresas, aun en categorías de productos que no son normalmente considerados innovadores, como la industria de las alfombras.

    Creación de empleo. Según algunos cálculos, las industrias de re-fabricación y reciclado ya representan casi un millón de puestos de trabajo en Europa y Estados Unidos. Los efectos de un modelo industrial más circular en la estructura y vitalidad de los mercados laborales todavía necesitan ser explorados. Sin embargo, los investigadores ven señales de que una economía circular contribuiría –en condiciones favorables– a facilitar el empleo local, especialmente en el nivel inicial y de trabajadores semicalificados. Solucionaría así un tema grave que sufren muchos países desarrollados.

    Cuatro palancas

    Algunas empresas ya están comenzando a usar cuatro recursos, que se potencian entre sí, para hacer realidad esta utopía.

    1. El círculo interno
    Ricoh, fabricante de máquinas para oficinas, diseñó su marca GreenLine de copiadoras e impresoras para maximizar el reuso de productos y componentes y minimizar el uso de materiales vírgenes. Los productos que retornan luego de un leasing son inspeccionados, desmantelados y sometidos a un profundo proceso de refacción y actualización de software antes de que las máquinas vuelvan al mercado.

    2. El alargue de la circulación
    Una manera similar en la que las empresas se pueden beneficiar de una economía circular es maximizar el número de ciclos consecutivos de productos (ciclos de re-uso, reparación o re-fabricación), el tiempo que los productos se mantienen en cada ciclo, o ambas cosas. Con un buen diseño, cada ciclo adicional elimina algo del costo en material neto, energía y sueldo necesario para elaborar un producto o componente nuevo.

    3. El uso en cascada
    Otra fuente de creación de valor es tomar un producto o componente y diversificarlo para lograr reutilizarlo con mayor amplitud en la cadena de valor y redistribuir los materiales para que puedan sustituir los insumos vírgenes en otra parte. Por ejemplo, la empresa australiana de propiedad e infraestructura Lend Lease usa aserrín y recortes de madera de los aserraderos para crear paneles de madera laminada para la construcción.

    4. El uso de insumos puros
    La última forma en que las empresas pueden beneficiarse de los principios de una economía circular es diseñando productos y componentes para que sean más fáciles de separarse más tarde en elementos consumibles y durables, ayudando así a asegurar la pureza y no toxicidad de los materiales en todo el proceso de manufactura. Una mayor facilidad en la separación aumenta también la eficiencia de recolección y redistribución mientras mantiene la calidad de los materiales, una consideración económica fundamental y a veces un importante desafío.