Japón rejuvenece su economía

    Haruhiko Kuroda

    “La agresiva flexibilización cuantitativa y el estímulo fiscal que implantó Abe es exactamente lo que Japón necesita en este momento de devaluación competitiva de la moneda”, dijo el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en una entrevista con medios de Tokio. El día anterior se había reunido con Abe, a quien le manifestó su apoyo a las políticas económicas impuestas por su cartera.
    Durante la entrevista, el economista estadounidense expresó que lo que Estados Unidos necesita son las políticas expansionistas que están vigorizando a Japón. Lamentó, además, la incapacidad del Congreso estadounidense para avanzar con los estímulos.
    Ya se había ocupado de la reactivación japonesa. En un artículo publicado en marzo pasado que tituló “Japón: la promesa de la Abe-nomía”, Stiglitz dice que Abe está haciendo lo que muchos economistas (entre los cuales se incluye) vienen pidiendo desde hace tiempo en EE.UU. y Europa: un programa integral que implique políticas monetarias, fiscales y estructurales. Lo mismo que la teoría de las tres flechas que esgrime Abe cuando dice: “si sostengo tres flechas en forma separada las tres se pueden doblar, pero si sostengo las tres juntas, ninguna se va a doblar”.
    Por su parte, el artículo elogia el accionar del nuevo presidente del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, quien, al no estar comprometido con las viejas doctrinas de otros banqueros, se ha abocado a revertir la deflación crónica de Japón fijando un tope inflacionario de 2%. Su política ya provocó el debilitamiento del yen, lo que hace que los productos japoneses sean más competitivos.
    “Estados Unidos está comprometido activamente a bajar la tasa de cambio mediante flexibilización cuantitativa. Pero no habla en esos términos. Dice que lo hace por razones domésticas”, sostiene. “En mi país niegan que estén embarcados en una devaluación competitiva. Dicen que es una consecuencia secundaria. Pero la realidad es que se trata de uno de los principales canales por donde la política monetaria estimula la economía estadounidense”. Hay gran interdependencia en la política monetaria: si Estados Unidos debilita el dólar, los demás países tendrán que responder para que sus monedas no se aprecien en forma excesiva.

    Infraestructura
    La segunda flecha es el estímulo fiscal. Quienes descreen de este recurso, dice Stiglitz, argumentan que, al menos en Japón, fracasó en el pasado porque significó desaprovechamiento de inversiones en infraestructuras inútiles. Pero se equivocan, primero porque nadie sabe cómo se habría desempeñado la economía de Japón en ausencia de estímulo fiscal. Dada la magnitud de la contracción de la oferta de crédito a raíz de la crisis financiera de finales de 1990, no es de extrañar que el gasto público no hubiera podido restaurar el crecimiento. La situación habría sido mucho peor sin el gasto; en la forma que ocurrió, el desempleo nunca pasó de 5,8%. En segundo lugar, cualquier persona que visite Japón reconoce los beneficios de sus inversiones en infraestructura.
    La tercera flecha, que Abe identifica como “crecimiento”, presenta el mayor desafío porque comprende políticas destinadas a reestructurar la economía, a mejorar la productividad y a incrementar la participación laboral, especialmente de las mujeres.
    Hay muchas razones para creer que la estrategia de Japón para rejuvenecer su economía tendrá éxito: el país tiene instituciones fuertes que le brindan beneficios, tiene una fuerza laboral bien educada con excelentes habilidades técnicas y se encuentra en la región más dinámica del mundo. Si la agenda integral que Abe ha trazado se ejecuta bien, Japón podría convertirse en ejemplo para el mundo.
    Stiglitz concluye diciendo que uno de los grandes problemas con el sistema financiero global es la falta de coordinación en las políticas. “Hemos integrado globalmente el mercado financiero sin una adecuada cooperación global. No estamos coordinando política monetaria”. Esta falta de cooperación significa que los demás países “tienen que responder cuando sus economías están débiles”, dice. “Japón está haciendo lo correcto. Uno no puede quedarse con los brazos cruzados”.