Diez proyectos avanzados sin reactivación en el corto plazo

    Por Leticia Pautasio

    El desarrollo de la minería en la Argentina es aún incipiente. El país comparte con Chile y Perú la Cordillera de los Andes, una fuente de recursos mineros abundante y con gran potencial de desarrollo. La extensión cordillerana y su bajo nivel de exploración hacen que el país se convierta en un atractivo para los inversores mineros, que buscan nuevos territorios para seguir desarrollando su negocio.
    El país aprovecha la creciente importancia de América latina, como una región cada vez más seductora para el negocio de la minería. Nuestro continente cuenta con una posición estratégica gracias a su potencial geológico. En los últimos años, la región pasó de absorber 22% de los fondos para exploraciones mineras en el año 2004, a llegar a 25% en 2012, consolidándose como el principal destino exploratorio mundial.
    La fiebre del oro no se agota y el mundo sigue demandando el metal como reserva de valor, pero también para uso suntuario y hasta industrial. Los yacimientos con alta concentración de oro ya han sido agotados y para saciar la demanda de estos metales, las mineras deben emprender proyectos en zonas inexploradas y donde la concentración de oro es escasa.
    En Veladero, Provincia de San Juan, el yacimiento que explota Barrick Gold tiene una concentración de 0,4 gramos de oro por tonelada de material rocoso, de los cuales –una vez finalizado el proceso de extracción– se puede recuperar solo 75%. Llegar a Veladero representa en sí una aventura. La mina se encuentra a 150 kilómetros de la población más cercana y cerca de 5.000 metros de altura sobre la Cordillera de los Andes. El camino, sinuoso, lleva cerca de tres horas. El yacimiento se encuentra desconectado de la red eléctrica local, por lo que depende de la autogeneración. Fundamentalmente se utilizan combustibles fósiles, pero se está experimentando en energías renovables –la mina ya cuenta con un generador eólico en operación y una prueba piloto en fotovoltaica y tienen previsto incursionar en energía térmica–.
    Pero la oportunidad de la minería en la Argentina va más allá de la cordillera: el país tiene posibilidades de desarrollar proyectos mineros en territorios como el Macizo del Deseado en la Patagonia, las sierras de Córdoba y hasta en la provincia de Buenos Aires.
    Sin embargo, el contexto macroeconómico, los debates sobre protección ambiental, los conflictos sociales en torno a la actividad y el ideal de tener una economía diversificada son factores que sin duda influyen en que nuestro país tenga un desarrollo minero muy por debajo de otras naciones latinoamericanas como Chile y Perú –en Chile la participación de la minería en el PBI se ubica entre 15 y 13% y en Perú, en 10%–.
    No obstante, el país ha despertado el interés como destino para inversiones: de las 20 firmas mineras más importantes a escala internacional, siete de ellas han participado en proyectos mineros en la Argentina, entre los que se incluyen explotaciones de oro, plata, cobre, potasio y boratos.

    De 1 a 4% del PBI
    Actualmente, la minería representa 1,1 % del PBI nacional. Sin embargo, un estudio realizado por la consultora abeceb.com para la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) asegura que esta actividad tiene potencial para alcanzar 4% del PBI nacional.
    “El problema son los plazos. En la Argentina, hay cerca de 10 proyectos que ya están avanzados y en caso que estos 10 entren en operaciones, la minería podría llegar a participar de 4% del PBI nacional, pero no creo que eso ocurra antes de 2020”, según Damián Altgelt, gerente general de CAEM.
    El hecho es que muchos de los proyectos en carpeta están parados y, por el momento, no se espera una reactivación en el corto plazo. En Mendoza, por ejemplo, el proyecto metalífero San Jorge está frenado hasta no se apruebe la evaluación de impacto ambiental. Además, la legislación mendocina prohíbe el uso de sustancias químicas para el procesamiento del producto en el territorio provincial. Este obstáculo se podría sortear con la instalación de un mineraloducto, que lleve los minerales extraídos en Mendoza hasta San Juan, en donde sí habría posibilidades de completar su procesamiento.
    De acuerdo con la Cámara Mendocina de Empresarios Mineros (CaMEM), el proyecto San Jorge cuenta con reservas que superan las 270 millones de toneladas de cobre, lo que equivale a US$ 2.000 millones. En tanto, el proyecto de oro Don Sixto cuenta con reservas geológicas que llegarían a un millón de onzas in situ, equivalente a US$ 1.700 millones.
    En este último año, la provincia de Mendoza se vio además impactada por la suspensión del proyecto Potasio Río Colorado, que la minera Vale tenía en la zona de Malargüe. La compañía decidió abandonar el proyecto debido a la situación macroeconómica actual.
    En el caso de Pascua Lama –el proyecto binacional que tiene Barrick Gold en San Juan para extraer oro en la frontera con Chile– la entrada en operaciones fue demorada por las autoridades chilenas, debido a una filtración en el sistema de contención de agua en el territorio del vecino país. Desde Barrick aseguran que ya se ha recuperado gran parte de la zona afectada y confían en que próximamente Chile autorice a la empresa a entrar en operación.
    En la Argentina existen actualmente cerca de 850 empresas mineras, de las cuales 390 cuentan con más de cinco empleados en su nómina. De este total, 90% corresponde al segmento de minerales no metalíferos y rocas de aplicación; 9,3% al segmento metalífero y 0,8% (tres empresas) al segmento de combustibles sólidos. Más de 90% de las compañías son Pyme, que en conjunto concentran 40% del empleo del sector. El restante 60% corresponde a grandes firmas mineras.

    Aporte económico de la minería
    Los proyectos mineros generan toda una cadena de proveedores y actividades vinculadas en la economía local. De acuerdo a estimaciones de abeceb.com, basadas en datos de Cuentas Nacionales, Aduana y de las propias empresas mineras, 80% de las compras de bienes y servicios por parte de las compañías mineras fueron realizadas en el mercado doméstico. La consultora, además, resalta que por cada empleo directo generado en la minería, se crean un total de tres puestos de trabajo en el total de la economía. A fines de 2012, el empleo directo de la minería en el país alcanzó un promedio de 26.567 puestos de trabajo, lo que implica un crecimiento acumulado de 128% en relación a 2003.
    El año pasado, el valor bruto de producción minero (VBP) –los ingresos brutos que produce el sector sin descontar insumos ni pago de impuestos–, fue de $29.222 millones. De este total, la minería metalífera aportó 78%, mientras que las rocas de aplicación 14% y los minerales no metalíferos 7%. El VBP creció entre 2001 y 2012 a una tasa anual de 35% en promedio, con picos de 50% entre 2009 y 2010.
    En tanto, el valor agregado de la minería en la Argentina (PBI minero) pasó de $15.634 millones a valores corrientes para el año 2010 a $20.681 millones estimados para fines de 2012. En el período el sector minero también experimentó un salto con respecto a su participación en la economía argentina, pasando de 0,7% del PBI nacional en 2002 al actual 1,1%.
    Pero gran parte de la importancia de la minería está en lo que se paga en concepto de aportes fiscales y regalías. El aporte tanto fiscal como no fiscal a los Estados en relación al PBI minero es de 40% –32% para las arcas nacionales y 8% para las provinciales–.
    En el año 2011, el aporte fiscal de la minería al Estado nacional sumó $5.890 millones, de los cuales $2.800 millones se explican por el impuesto a las ganancias, $1.730 millones por derechos de exportación, $1.000 millones por aportes y contribuciones a la seguridad social y $200 millones por impuesto al valor agregado. En el mismo año, la minería aportó $1.530 millones a las provincias, de los cuales 40% corresponde a aportes en concepto de regalías e impuesto a los ingresos brutos, y 60% a distribución de utilidades a empresa públicas y transferencias a fideicomisos –en algunas provincias, las mineras están obligadas a conformar fideicomisos para su uso en proyectos sociales o productivos–.
    Las estimaciones de abeceb.com para fines de 2012 revelan un aporte total de la minería al sector público (nación más provincias) de $8.400 millones.
    A partir de 2007, el sector asegura sufrir un incremento de la presión fiscal producto de la implementación de los derechos de exportación a las empresas exentas por la estabilidad fiscal de la Ley de Inversiones Mineras.

    Una fuente de divisas
    El rol preponderante de la minería en el país puede explicarse por su participación en el mantenimiento de la balanza comercial. En los últimos 10 años –impulsado por el alza de los metales en el mercado internacional y la entrada de proyectos mineros de gran envergadura–, las exportaciones se incrementaron 421% en dólares, llegando hasta US$ 5.236 millones en 2012. Las exportaciones de oro explican 49% del crecimiento del sector en esos años.
    Este crecimiento logró que la minería pase de representar 3,7% de las exportaciones totales a 6,4% entre el período 2003 y 2012. En el último año, además, el sector generó un saldo comercial positivo de US$ 3.207 millones.
    Si bien se prevé que la actividad minera continúe en ascenso, los crecimientos ya no serán de la magnitud de los años anteriores. La baja en el precio del oro y un contexto económico internacional que dificulta el acceso al financiamiento obligan a frenar la puesta en marcha de nuevos proyectos.
    Este contexto, sumado a una economía argentina cada vez más cerrada y con grandes dificultades para controlar la brecha cambiaria, provocan demoras en la concreción de los proyectos mineros. Desde la CAEM aseguraron que la actividad debe sortear el problema del incremento de costos –que aumentan al ritmo del dólar blue–, mientras sus ingresos (por financiamiento exterior) ingresan al país a valor del dólar oficial. En algunos casos, esta situación ha provocado problemas en el inicio de los proyectos.
    Por otro lado, las restricciones a las importaciones, si bien provocaron algunos inconvenientes, hoy en día se han flexibilizado las políticas y no se estaría generando un cuello de botella.
    En minería, no obstante, las inversiones significan una mirada, al menos, a mediano plazo, por lo que los contextos económicos desfavorables –como puede ser una baja en los precios del oro– no afectarían las decisiones de inversión. La minería es, además, uno de los pocos sectores autorizados a girar dividendos al exterior, situación que la ubica en un puesto privilegiado en el entramado económico argentino, a pesar del reclamo sectorial que considera que los montos autorizados son insuficientes.

    Operación de Barrick en Veladero

    En San Juan la operación minera más importante es Veladero, una mina de oro y plata que Barrick Gold opera desde 2005 –en 2003 inició su construcción y dos años más tarde entró en su fase de producción–. La compañía tiene una producción anual de 960.000 onzas de oro (a 2011) y emplea cerca de 3.000 personas, la mayoría habitantes de la provincia de San Juan. La mina representa 35% del PBI sanjuanino y, desde su puesta en operación logró multiplicar en casi 12 veces las exportaciones provinciales. Además, desde el inicio de operaciones, San Juan experimentó un descenso de 36% en su índice de desocupación y un incremento de 267% en el PBI. Los datos surgen de una investigación realizada por la Universidad Tecnológica Nacional para la minera canadiense.
    Veladero produce oro, plata y algo de mercurio, proveniente del proceso de extracción de los metales. Al exterior exporta bloques de cerca de 20 kilos de metal doré –una mezcla de oro y plata– que luego son refinados en el exterior. “El proceso de mayor valor agregado lo hacemos acá. No hace falta tener una refinería en la Argentina. Hay siete alrededor del mundo y existe capacidad instalada ociosa”, aseguran desde CAEM.
    La significativa contribución de Veladero a las arcas del Estado provincial lleva a preguntarse qué ocurre una vez que finaliza el período de explotación y se produce el cierre de la mina. En CAEM aseguran que de existir un sector minero fuerte, en el caso de cierre de una mina, los trabajadores pasarían a trabajar a otra mina y el país no se vería afectado por una merma de las contribuciones fiscales. En el caso de San Juan, a Veladero le seguirá el proyecto de Pascua Lama. No obstante, la minera asegura que continúa explorando en la zona de concesión, con miras de extender la vida útil del yacimiento. De hecho, existe la posibilidad de explotar un nuevo pit en el mediano plazo.
    El desafío de la minería incluye una preocupación económica y social: no se debe generar un boom demográfico. La planificación de las empresas mineras debe resolver el problema de la demanda intensiva de empleo, sin generar dependencia de una población de la actividad minera. Barrick lo resuelve desde la RSE. La compañía ejecuta programas de desarrollo productivo, que ayudan a los productores locales a mejorar sus sistemas de siembra –tienen proyectos de riego por goteo, lo que permite, además, hacer más eficiente el uso de agua en una zona desértica como lo es San Juan– y los acompañan en todo el proceso de comercialización de sus productos. De esta forma, se busca evitar que, en el caso del cierre de mina, los pobladores pierdan sus ingresos.