Por Florencia Pulla
En materia de estrategias de modernización y apertura a las nuevas tecnologías, pocos programas han resultado tan disruptivos como los que en la región implicaron grandes inversiones del Estado para la entrega de computadoras personales –las famosas netbooks– en las escuelas públicas. Todos, sin excepción, tiene una meta ambiciosa: se trata, nada más ni nada menos, de achicar la brecha digital para alejar a millones de niños de bajos recursos –el 20% más vulnerable en una de las regiones más desiguales del planeta– del llamado “analfabetismo digital”.
Es que en el siglo 21 se puede aprender a leer y a escribir perfectamente en las escuelas públicas de nuestro continente pero poco se hace para mejorar la destreza para manejar herramientas digitales, esencial en tiempos 2.0.
Como explica Alejandro Toscano, gerente de Ciudadanía Corporativa de IBM Argentina, que ha desarrollado varios programas dirigidos a implementar tecnología en escuelas públicas del país: “El acceso a la tecnología iguala las posibilidades de los más chicos, que hoy son considerados nativos digitales porque nacieron en un momento histórico en el que la tecnología ha adquirido un rol protagónico. Para lograrlo es importante que los sectores público y privado trabajen en conjunto para garantizar ese derecho; la única manera posible es promover el acceso a la tecnología como herramienta de igualación en términos de calidad educativa”.
Si es cierto que el esfuerzo es conjunto se debe mirar, primero, la mano del Estado. En la Argentina, el plan de repartición de computadoras en escuelas públicas se llama Conectar Igualdad y ayudó a que 200.000 docentes y otros tantos desarrolladores e ingenieros de aplicación achicasen la brecha digital para tres millones de niños en edad escolar en 13.000 establecimientos públicos. La inversión, que llega a los US$ 740 millones según cifras de la web del programa, fue puesta en marcha por Anses, Jefatura de Gabinete, Ministerio de Educación y Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios junto con Presidencia de la Nación en 2010, mediante el decreto 459/10.
Previo a las elecciones, la administración kirchnerista ha hecho suyas las cifras del éxito del plan que, aunque contundente en sus logros, no ha logrado del todo el apoyo de la opinión pública. Una de las críticas más fuertes que ha recibido el plan en este tiempo tiene que ver no con la penetración de los dispositivos en la “Argentina profunda”, sino la aplicación que hacen los maestros de esta herramienta.
Para José María Louzao Andrade, presidente de la Cámara Empresarial de Software y Servicios Informáticos (Cessi), no es un tema educativo, sino, más bien, de inclusión. “Este es un tema social, primero y por sobre todas las cosas. Después cómo mejoramos las aplicaciones es otro tema. Nosotros, por ejemplo, estamos promocionando un Hackaton (maratón de hackers) en Tecnópolis para desarrollar contenidos educativos que vayan a las netbooks de Conectar Igualdad. Pero la herramienta funciona. El año pasado, con Fundación Sadosky, organizamos un concurso de programación que ganó un chico del Chaco. Entre 20.000 personas, ganó un beneficiario del programa. Definitivamente hay que mejorar el instrumento pero creo que es mucho lo que sirve. Va a existir la inclusión de verdad solo cuando todos los chicos del país reciban los mismos contenidos”.
Miguel Brechner
El antecedente es uruguayo
En 2013 y con los resultados sobre el tapete de la opinión pública resulta fácil decir que la decisión de comenzar con un plan de esta magnitud fue sencilla. La convicción de que era una inversión necesaria quizás creció orgánicamente dentro del Estado pero encontró antecedentes de éxito que propiciaron una versión nacional. No hay que irse muy lejos para encontrarlos, tampoco: Conectar Igualdad debe su éxito, en parte, a que hubo uruguayos que se animaron antes.
El plan Ceibal –un acrónimo que significa “Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea”– nació muy poco después de que Nicholas Negroponte lanzara su proyecto “One Laptop Per Child” en el Foro Económico Mundial en 2005.
De hecho, Miguel Brechner –presidente del proyecto desde entonces– lo puso en marcha, con la bendición del entonces Presidente del país charrúa, Tabaré Vazquez, en 2007 “con el fin de realizar estudios, evaluaciones y acciones necesarios para proporcionar una computadora portátil a cada niño en edad escolar y a cada maestro de la escuela pública; también para capacitar a los docentes en el uso de la herramienta y promover la elaboración de propuestas educativas”, como reza el decreto 144/007, la piedra fundacional del proyecto.
El Plan Ceibal no conocía precedentes en el mundo. Antes del lanzamiento del programa, del 20% más rico del Uruguay, 56% tenían computadoras; para el 20% más pobre, la cifra descendía a 5%. En 2013 volvieron a encuestar sobre el acceso a dispositivos y los resultados marcan la diferencia. El 20% más rico tiene una computadora personal en 86% de los casos pero el 20% más pobre ahora le sigue muy de cerca: 73% de ellos han sido beneficiarios del programa. Además, la posición de Uruguay en rankings relativos a la preparación tecnológica de sus ciudadanos mejoró notablemente. El índice Network Readiness Index del Foro Económico Mundial subió más de un punto en los años que lleva de implementado el plan. Supera, en el ranking, a países de la región como Brasil, México y Costa Rica.
Y son, también, eficientes con los costos. Al Estado le cuesta bastante menos que en otros lugares del mundo: solo US$ 100 por año por chico que tiene, no solo su flamante netbook con software libre y conexión inalámbrica (que cuesta US$ 40), sino también una infraestructura que les permite tener conectividad dentro y fuera del aula, en lugares públicos como las plazas, a través de una conexión Wi-Fi especial solo pensada para equipos One Laptop Per Child.
Uruguay fue el primer país en completar el sueño de Negroponte y por eso merece todo el crédito. De hecho, otros países de la región como México, están viendo con buenos ojos la adopción del modelo “a la uruguaya” y otros ocho países del mundo actualmente reciben asesoramiento y soporte de los técnicos uruguayos.
“Lo que pasa en Uruguay es bastante impresionante. Uno ve que los chicos van a la escuela los fines de semana solo para conectarse; se alejan, de alguna manera, de otros caminos más peligrosos especialmente en zonas marginadas. Si no se replican programas como estos en el continente, estamos fritos” –dice Louzao Andrade aunque agrega– “una cosa es un país federal de las dimensiones de la Argentina y otro uno unitario con las especificaciones geográficas de Uruguay. El desafío en países como el nuestro es mucho mayor”.
Huayra
Quien lo hizo posible
En la conferencia de tecnología Genexus 23, Miguel Brechner es una especie de celebridad. Está, por ejemplo, en la primera fila de la charla de cierre y logró lo impensable: que los periodistas se mueran por entrevistar a un ingeniero electrónico. Pero esas son las credenciales de Brechner aunque también muchas más: es el presidente e ideólogo del Plan Ceibal que, mientras se desarrolla la conferencia, logró su mayor hito: la entrega de la netbook un millón a chicos de la escuela 177 del Barrio Nueva París, en Montevideo.
–¿Cuáles cree que son los efectos más sobresalientes del Plan Ceibal?
–Que la brecha digital se ha reducido a cero es el cambio más dramático desde el punto de vista estructural. En 2006 era un privilegio tener una computadora, hoy es un derecho. Justo venimos (con el presidente Mujica) de entregar la computadora un millón, que era simbólica, por lo que representa como hito. Nosotros tenemos 620.000 estudiantes pero cada cuatro años cambiamos por una mejor. Y eso es posible porque nos cuesta 5% de lo que cuesta en otros países donde se llevan a cabo políticas similares.
Nos cuesta US$ 100 al año. Eso son US$ 8 y monedas por mes, e incluye la PC, la reparación, los servidores, la Internet en las escuelas y en las plazas públicas, las plataformas educativas, los libros digitales… En otros países, cuesta US$ 2.000 por año.
–En la Argentina existe Conectar Igualdad y una de las críticas que más recibe tiene que ver con el uso práctico que se les da a esas computadoras que han tenido una gran penetración en los sectores más desfavorecidos. ¿Esa crítica, también se aplica acá?
–¡Se aplica también! La integración entre la pedagogía y la tecnología no está resuelta ni en Latinoamérica ni en el mundo. Cada país intenta hacerlo a su manera pero la solución del problema no la encontramos todavía. Creo que primero tenemos que hacer las autopistas y después poner camiones.
Esa la primera etapa pero hay tres. La primera es construir las autopistas, en la segunda las plataformas (de inglés, matemática, evaluación en línea) y ahora hay que dar poder a los docentes para que la usen más y más. Esa es la etapa más difícil. Es más fácil dar computadoras que ejercicios de matemática. La tecnología esta manejada por los ingenieros que quieren que los maestros se adapten a ellos pero tiene que ser al revés.
–En términos de ingeniería se trata de una implementación compleja, que lleva un tiempo de desarrollo. ¿Cómo se hace para manejar eso?
–Es parte del desafío. Cuando empezamos pensaron que era vapor work, un verso presidencial. Pero hicimos un equipo muy profesional. Todos venimos de IT, del área privada. Muchos de los que estábamos ahí en la primera fila llamamos a quienes tuvimos que llamar. Primero nadie creía, después todo el mundo se maravilló…
–Llegó el éxito…
–Sí, pero no es una bala de plata. No es magia. De hecho, tenemos muchos problemas con las máquinas, que se rompen seguido. No las cuidan todos perfectamente…
–¿Cómo fue el proceso de adopción? ¿Hubo resistencias de los sindicatos a la hora de introducir una tecnología tan disruptiva?
–Acá hubo muchas protestas de los maestros. Hay que pensar que en dos años cubrimos toda la escuela primaria. No tuvieron tiempo de adaptarse. Mientras todos discutían, nosotros entregábamos máquinas. Los chicos se maravillaban, les contaban a los maestros y los maestros, que tienen un amor infinito por los chicos, iban aprendiendo. Hay que ganarse la credibilidad con los docentes.
Los maestros rechazan cosas, a veces, porque están cansados de que les impongan proyectos sin ningún beneficio. ¿Qué beneficio les dio IT a los maestros en los últimos 20 años? Pero lo cierto es que la discusión del curriculum hay que empezar a hacerla en algún momento. El nuestro tiene 20 años. Los chicos se aburren porque están muy alejados de la realidad del estudiante.
–De alguna manera llegó la hora de enfocarse más en el contenido que en el dispositivo…
–Ahora que tenemos el dispositivo, no me importa el dispositivo. El año que viene no sabemos qué vamos a entregar, si tabletas o computadoras, por ejemplo. La tecnología avanza, cambia. Cuando empezamos a idear el plan nuestro objetivo era que tuvieran acceso a Internet discada. Porque cuando empezamos no había tabletas, iPhone… hoy necesitamos poner fibra óptica, ancho de banda, porque tenemos más aplicaciones que así lo demandan. Pero no hay glamour. Es natural. El plan tiene un apoyo popular grandioso.
–Básicamente este es un proyecto muy atado al Frente Amplio. ¿Cree que ya pasó de ser una política impuesta por un partido a ser una política de Estado? ¿Hay consenso político ya sobre el Plan Ceibal o temen que, de asumir un Gobierno de diferente signo político, pegue un giro?
–Ninguna duda de que el Plan Ceibal es una política de Estado. Es lo que ocurre cuando un privilegio se transforma en un derecho. De hecho, en la elección anterior todos decían que iban a continuar con el Plan Ceibal. Te garantizo que el año que viene todos dirán que van a mejorarlo. Es importante y hay más por hacer. Además, ¿hoy en día cómo se le dice a la población que no va a recibir más computadoras? La revolución comercial ya empezó.
Software libre, marca nacional
Con la idea de achicar la brecha digital pero también de promover la creación de software nacional, el Ministerio de Educación lanzó un nuevo sistema operativo para las netbooks basada, ya no más en Windows, sino en software libre. El resultado es Huayra Linux y hecha por tierra las críticas sobre el peligro de instalar software privativo en las escuelas. “Hay una cuestión fundamental y es la libertad”, dijo el coordinador general del proyecto, Javier Castrillo, en la IV Conferencia Internacional de Software Libre CISL 2013.