Buena parte del dinamismo de la economía argentina durante este año dependerá de dos factores exógenos, que serían lo suficientemente importantes como para financiar los desequilibrios de fondo generados por el agotado esquema de política económica local y, en consecuencia, darle un respiro a la economía real: la soja y la moneda de Brasil.
En este punto es necesario dejar en claro que esta situación es otra demostración más del elevado nivel de vulnerabilidad o fragilidad del equilibrio macroeconómico local. Pues la posibilidad de que el nivel de actividad local logre volver a la senda del crecimiento durante 2013 está condicionada en casi su totalidad a estos dos factores externos.
Con lo cual, debería resultar evidente que el esquema de política económica local carece ya de toda capacidad para generar un sendero de crecimiento sustentable, aun cuando, nos encontramos enfrentando un contexto internacional excepcionalmente favorable.
Esa situación ha llevado, por un lado, a que la mayor parte de los análisis económicos orientados a determinar las perspectivas de la economía local durante 2013 les otorguen una relevancia y, en consecuencia, un tratamiento particular (esta no será la excepción).
Incidencia de la soja
Este grano grueso es el principal cultivo extensivo de la Argentina y una de los sectores industriales más relevantes (molienda), dando origen al mayor complejo exportador a escala local (oferente de divisas) y a uno de los aportantes tributarios con mayor peso específico.
De la producción de grano de soja se exporta 100%. Simplificando: se puede afirmar que aproximadamente 22% sale en forma primaria (promedio último quinquenio), con un Derecho de Exportación (DEX) de 35%, y el restante 78% se exporta en forma de derivados industriales, con un DEX de 32%. Los principales derivados industriales son el aceite y los pellets.
Todo indica que de sostenerse las condiciones climáticas benignas y dadas las superficies implantadas durante la última mitad de 2012, el volumen de producción estimado para 2013 alcanzaría a 49 millones de toneladas, incrementándose en 22% o unos 9 millones de toneladas respecto del volumen alcanzado año anterior.
De esta manera y de sostenerse los excepcionales precios vigentes a principios de 2013, esa producción incremental equivaldría a unos US$ 5.600 millones (valuada a precios FOB puertos argentinos), teniendo efectos positivos considerables sobre:
a)- Oferta de divisas. Un tema que fue una profunda obsesión para la administración nacional durante 2012 y que le llevó a racionar su demanda durante todo el año pasado, con efectos negativos perceptibles sobre el nivel de actividad.
En ese sentido, los US$ 5.000 millones equivalen a casi 7% del valor total exportado durante 2012 y a casi 44% del saldo comercial alcanzado –trabas a las importaciones mediante–, durante el mismo período.
Con lo cual, el aporte a la oferta de divisas local es más que considerable, ya que la mayor parte del resto de los componentes de la cuenta corriente del balance de pagos son crónicamente deficitarios.
b)- Ingresos fiscales. Los mayores valores exportados se traducen en unos US$ 1.800 millones (casi $9.300 millones) más de aporte directo a la recaudación tributaria nacional en concepto de Derechos de Exportación (DEX). De los mismos, 70% va a la nación y 30%, Fondo Federal Solidario mediante, a las provincias y municipios para financiar obras de infraestructura.
En consecuencia, ese volumen incremental de producción podría transformarse en un aporte directo a los ingresos del sector público nacional no financiero de unos $6.550 millones, 1,1% de los ingresos totales obtenidos por el mismo durante 2012 y a 20% del déficit primario real registrado durante el mismo período.
c) Nivel de actividad. Por último, desde el punto de vista de su aporte directo al dinamismo del producto (PIB a precios constantes), el mayor volumen de producción de soja se traduciría, por sí mismo, en un alza de 3,6% real para el sector agropecuario, de 1,7% para la industria (vía mayor actividad de la industria molinera) y medio punto de crecimiento para el PIB.
A lo que habría que sumarle su aporte indirecto, vía mayor demanda de insumos y mano de obra. Recordemos que la producción de oleaginosas es, según la matriz insumo producto de 1997, el sector productivo con mayor multiplicador total de empleo. Con lo cual, el aporte total al dinamismo del PIB podría aproximarse a un punto porcentual.
En síntesis: la mayor producción de soja tendría un efecto expansivo considerable. Pues su efecto dinamizador sobre el PIB local no se limitaría solamente a su aporte directo e indirecto por la mayor demanda de insumos y mano de obra (efecto multiplicador) sino también, vía los mayores grados de libertad que la misma otorgaría al agotado esquema de política económica local, mayor capacidad para, por un lado, avanzar en una mayor flexibilización de las trabas a las importaciones y el control de cambios (mayor dinamismo industria y menor incertidumbre) y, por el otro, mayor espacio para incrementar el gasto público.
Relevancia de Brasil
Su importancia radica en ser el principal destino de nuestras exportaciones; concentra más de 20% de los valores exportados, y es nuestro principal proveedor, aportando cerca de 30% de los valores importados.
Ahora bien, esa importancia es aún más notable desde el punto de vista del dinamismo del bloque industrial ya que allí se dirigen casi 40% de los valores exportados de manufacturas de origen industrial (MOI).
En ese sentido, la desaceleración experimentada por el mercado brasileño en los últimos años y la apreciación efectiva del peso contra el real afectaron el dinamismo de las exportaciones de MOI, perjudicando el desempeño sectorial.
Brasil experimentó una significativa desaceleración durante el último bienio, pues pasó de promediar una tasa de crecimiento en torno a 7,5% real anual en 2010, a una de solo 2,7% en 2011 y de 1,6% en 2012.
Aún más, de acuerdo a las cifras oficiales de Brasil, la demanda interna del país vecino pasó de promediar una tasa de crecimiento en torno a 3,8% real anual durante 2011, a una de solo 1,5% real anual durante los primeros nueve meses de 2012. En ese contexto, las importaciones de bienes y servicios se desaceleraron perceptiblemente: +9,7% real anual durante 2011 vs +0,2% real anual durante los primeros nueve meses de 2012.
Asimismo, como resultado de la política monetaria expansiva aplicada por el Banco Central de Brasil desde agosto de 2011 a la fecha, el real acumuló un depreciación nominal de 32% respecto del dólar entre julio de 2011 y diciembre de 2012, sin que se registrara un abrupto incremento de las presiones inflacionarias. En particular, durante el citado período (17 meses) el alza acumulada por el índice de precios al consumidor del país vecino fue de solo 8,3%, guarismo que equivale a un alza promedio anual de 5,8% (dentro de los márgenes de tolerancia de la política monetaria de Brasil).
Claramente, la Argentina no pudo seguirle el paso, ya que el deterioro del equilibrio macroeconómico local, evidenciado en la elevada y persistente tasa de inflación local, desaconsejaba la adopción de un sendero de devaluación nominal tan agresivo respecto del dólar. Más aún cuando, dado el elevado nivel de financiamiento monetario del déficit fiscal y el sesgo expansivo del gasto público, esa última variable estaba jugando el rol de ancla de expectativas inflacionarias.
En consecuencia, y como resultado de las deficiencias propias, durante el período en cuestión el peso se apreció 11,1% en términos nominales contra el real brasileño, lo que sumado a un diferencial de inflación acumulado de 26%, derivó en un apreciación acumulada de poco menos de 30% respecto de la moneda de nuestro socio comercial.
En ese contexto, los valores exportados totales a Brasil que habían promediado una tasa de crecimiento en torno a 23% en 2011, cayeron 4% interanual durante los primeros 11 meses de 2012, arrojando una merma de US$ 590 millones. En tanto, los valores exportados de MOI cayeron a un ritmo interanual de 1%, luego de haber promediado un alza interanual de 19% durante todo 2011.
Justamente por todo lo dicho es que la perspectiva de que Brasil vuelva a acelerar durante 2013 se vuelve estratégicamente tan importante para la economía local. Pues, dado que el esquema de política económica local no tiene margen para recuperar por sí mismo el terreno perdido respecto de nuestro principal socio comercial, requiere que la propia evolución del ciclo económico del país vecino, con la consecuente reversión del sesgo de su política económica, sea quien le aporte las soluciones que no puede procurarse.
Profundizando. Se estima que durante 2013 Brasil acelerará, llevando su tasa de crecimiento en torno a 3,5% real anual. Esa evolución abre la perspectiva de, por un lado, que el mercado interno brasileño recupere el dinamismo perdido y, al mismo tiempo y por el otro lado, en la medida que las presiones inflacionarias vayan creciendo, un reversión del sesgo expansivo de la política monetaria. En consecuencia, el ritmo de apreciación real del peso contra la moneda brasileña sería, al menos, prácticamente nulo.
Al respecto de esto último, es importante tener en cuenta que, con un diferencial de inflación entre la Argentina y Brasil en torno a 20% y un tasa de depreciación nominal anual del peso contra el dólar en torno a 15%, es necesario que el real se aprecie 5% en términos nominales respecto a la moneda estadounidense, para que no nos encarezcamos respecto de Brasil.
Equipo de análisis macroeconómico de Consultora Ledesma.
Economía internacional
Definición del
escenario base
De cara a 2013, no se esperan mejoras en lo que hace al nivel de dinamismo de la economía mundial, aunque sí se registraría una reducción de los relativamente altos niveles de incertidumbre, siempre que las economías de Europa y EE.UU. tengan mejoría que los emergentes sigan creciendo, aunque sea menos que en años pasados.
En definitiva, todo esto bajo el supuesto básico de que:
a) Europa y EE.UU. logren avanzar en las definiciones políticas necesarias por el lado de la profundización del proceso de integración, en el primer caso, y los acuerdos fiscales necesarios por lado del gasto y el techo de la deuda, en el segundo caso. En tanto que se sostienen las políticas monetarias expansivas en ambas economías y, en consecuencia, persisten los históricamente elevados niveles de liquidez a escala mundial.
b) Las economías emergentes y en desarrollo continúen utilizando el margen de maniobra acumulado durantes los años de auge, para aplicar políticas anticíclicas (relajamiento fiscal y monetario) destinadas a sostener el dinamismo de sus respectivos mercados internos.
Si alguno de esos supuestos no se cumple, el nivel de dinamismo de la economía global se deteriora rápida y perceptiblemente.
Profundizando. En lo que hace a la política fiscal, el supuesto básico señalado requiere que la zona del euro logre, por un lado, impulsar los ajustes fiscales necesarios en la periferia y, por el otro lado, avanzar en la constitución de los organismos supranacionales de control y coordinación fiscal y los mecanismos solidarios de asistencia financiera requeridos para la solución del problema de fondo.
Es decir, una profundización del proceso de integración económica que, en consecuencia, avanzaría sobre aspectos controvertidos de la soberanía económica de cada unos de los países integrantes.
Un desafío no menor en lo que negociación diplomática e, incluso, política se refiere. Pero, ahora no parece tan imposible lograrlo, ya que como reza la sabiduría popular: “La necesidad tiene cara de hereje”.
En tanto, en el caso de EE.UU., es necesario que los dos principales partidos logren un acuerdo respecto del ajuste fiscal y del techo del endeudamiento, que profundice el precario alcanzado hace poco más de un mes, como para despejar, por al menos durante un bienio, la incertidumbre en ese sentido.
Lo dicho no implica simplemente retrasar los ajustes fiscales. Por el contrario, es necesario que el acuerdo implique un sendero de ajuste fiscal aplicable desde el punto de vista del dinamismo del producto y el empleo y, al mismo tiempo, sustentable desde el punto de vista del déficit federal y el endeudamiento. Una tarea no menos exigente.
De lo dicho se desprende una reducción de los desequilibrios fiscales de las economías desarrolladas, que se traducirá en menores necesidades financieras por parte de ellas.
En cambio, la necesidad de sostener las políticas anticíclicas por el lado del gasto en el caso de las economías emergentes y en desarrollo se traducirá en una reducción del superávit fiscal consolidado, que aun así seguirá siendo positivo y, por lo tanto, traduciéndose en una trayectoria descendente de la deuda pública con relación al PIB.
El supuesto también requiere que la política monetaria continúe manteniendo su sesgo expansivo a escala global, convirtiéndose en el principal soporte del dinamismo del nivel de actividad económica mundial.
Esta parte del supuesto es consistente con lo compromisos asumidos y anunciados en los últimos meses por la Reserva Federal (EE.UU.), el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón. Similar panorama se observa en las economías emergentes que han decidido sostener en niveles históricamente bajos o, incluso, reducir aún sus tasas de interés de referencia.
Condiciones frágiles
A pesar de los altos niveles de liquidez mundial que se desprenden de los supuestos analizados, es de esperar que las condiciones financieras se mantengan frágiles, ya que, por un lado, distintos relevamientos realizados por los bancos centrales de las economías desarrolladas demuestran que la confianza de los agentes económicos en el sistema financiero se sostiene en niveles históricamente bajos y, por el otro lado, la alta incertidumbre fiscal con la que se inicia 2013, y que esperamos que se vaya resolviendo no sin menores sobresaltos durante el transcurso del mismo, no jugará a favor.
En consecuencia, no deben esperarse avances en lo que se refiere a dinamismo de los créditos bancarios en las economías desarrolladas (apalancamiento financiero del consumo y la inversión), sobre todo respecto de aquellos destinados a financiar las compras de propiedades.
Asimismo, por exactamente las mimas razones, se espera que el incremento registrado durante 2012 por los niveles de volatilidad de los flujos de capitales de corto plazo a las economías emergentes se sostenga.
En ese contexto, lo esperable es que el ritmo de expansión de la economía mundial persista en zona moderada, en línea con la desaceleración experimentada durante el segundo semestre de 2012. Con niveles de dinamismo por debajo de las tasas de crecimiento de largo plazo en el caso de las economías desarrolladas, y perspectivas bastante más auspiciosas en lo que hace a las tasas de crecimiento esperadas para las emergentes y en desarrollo.
En lo que se refiere a la zona del euro, prevemos que, en términos agregados, el producto se mantenga prácticamente estancado. En lo que hace a la composición de ese movimiento, el panorama esperado no es homogéneo. En particular, descontamos que las economías del centro mostrarán tasas de crecimiento bajas o moderadas (en especial, Alemania), en tanto que las de la periferia reducirán la magnitud de las contracciones, asomando a la zona positiva recién hacia fines del presente año. En consecuencia, si bien el panorama mejorará, se sostendrán las divergencias.
En EE.UU. se prevé una aceleración del ritmo de expansión real, ubicándose la tasa promedio anual esperada para 2013 entre 2% y 3% real. En ese sentido, se espera que las condiciones monetarias favorables sean en buena parte compensadas por los sobresaltos en el proceso de negociación de los acuerdos fiscales mencionados e, incluso, por las consecuencias negativas de la reciente sequía, impidiendo que la tasa de crecimiento supere el nivel de largo plazo.
En tanto, en el caso de las economías emergentes, el crecimiento del nivel de empleo y el impulso monetario continuarán impulsando el crecimiento del consumo privado, sosteniendo el dinamismo de la demanda interna y el del producto por encima de la tasa de largo plazo. Sin embargo, continuarán perceptiblemente por debajo de los previos a la crisis.
Aceleración en Asia
En el caso de las economías asiáticas en desarrollo, se prevé que una aceleración del ritmo de crecimiento agregado como resultado del efecto directo e indirecto del mejor desempeño de la economía china. En este caso, la mejora sería resultado de un mayor dinamismo de la inversión en infraestructura.
En el caso de América latina, también se espera una aceleración. Principalmente en Brasil, como resultado de una política fiscal centrada en impulsar la demanda, por un lado, y la producción industrial, por el otro. En tanto, la política monetaria no se quedó atrás llevando la tasa de interés de referencia a su mínimo histórico.
El panorama indica también una aceleración del crecimiento en el caso de Europa del Este como resultado de la mejora de las condiciones financieras y una leve recuperación de la demanda de la zona del euro. Similar será el panorama en el Pacífico, en Medio Oriente y el norte de África. En los dos últimos casos, las condiciones económicas serán favorecidas por la reducción de los niveles de incertidumbre a medida que avanzan los procesos de transición política.
Por lo tanto, la brecha de producto continuará reduciéndose en las economías emergentes y en desarrollo, al tiempo que se mantiene en niveles elevados en el caso de las desarrolladas. Asimismo, los niveles de desempleo se mantendrán relativamente estables, con niveles históricamente bajos en los emergentes y el mundo en desarrollo y altos en las economías desarrolladas.
De todo lo dicho, se desprende un incremento de las presiones inflacionarias a lo largo de todo el globo, que junto con la sequía que afectó la producción en EE.UU. y la combinación de los altos niveles de liquidez y las perspectivas mediocres de rendimiento de los activos desarrollados, contribuirán a sostener en niveles históricamente altos los precios de los commodities, en general, y de los agrícolas, en particular.
Equipo de análisis macroeconómico de Consultora Ledesma.
Política económica local
Siempre aferrados a la
continuidad del modelo
El análisis en las secciones precedentes pone de manifiesto que el Gobierno nacional se ha negado recurrentemente a aceptar una verdad incómoda, pero brutalmente sencilla: lo que no ajusta por precio, ajusta por cantidad. Prefiere ver el desequilibrio de la balanza de pagos como de exceso de demanda e impulsar el ajuste por cantidades (racionamiento).
Creemos que ese enfoque no es accidental, sino que por el contrario existen básicamente tres razones. En primer lugar, le permite hablar de especulación y problemas estructurales, desarrollando un discurso acorde, que le permite justificar e introducir las medidas de racionamiento como parte de un plan pesificador.
En segundo lugar, al obviar hablar del precio relativo de las divisas, evita reconocer la alta inflación local y los consecuentes elevados diferenciales con el resto del mundo, en general, y con nuestros socios comerciales, en particular. Ante los cuales, el proceso de atraso cambiario en curso no es más que, primero, el resultado inevitable y, segundo, la razón inmediata detrás del fuerte desequilibrio de la balanza de pagos local.
En tercer lugar, le permite apartar la atención de la verdadera causa de la inflación, que no es ajena a su gestión, sino más bien endógena: el financiamiento monetario del déficit del Tesoro, que habría que eliminar de cuajo, vía ajuste fiscal equivalente, para poder pensar en una modificación exitosa de la paridad cambiaria.
Con lo cual, está claro que no hay predisposición por parte del oficialismo para avanzar en un replanteo profundo del esquema actual. Por el contrario, las decisiones y el discurso apuntan en el sentido contrario: aferrarse a esa fórmula.
En ese contexto, esperamos que los aspectos menos auspiciosos del esquema de política económica local se profundicen durante el próximo año.
Financiamiento monetario
El nivel de emisión monetaria para financiar al Tesoro volverá a aproximarse a 5% del PIB durante 2013. El presupuesto 2013 dispone la conformación de la correspondiente versión del Fondo del Desendeudamiento por poco menos de US$ 8.000 millones, a lo que hay que sumar otros US$ 2.100 millones de vencimientos con organismos internacionales. Con lo cual, se descuenta un uso de reservas en torno a los US$ 10.100 millones, que al tipo de cambio oficial actual equivalen a poco más de $50.000 millones.
Asimismo, hay que tomar en cuenta que el potencial de financiamiento monetario vía incremento del stock de Adelantos Transitorios sería de otros $ 50.000 millones. A lo dicho hay que sumar el potencial de giro de utilidades devengadas.
Hasta ahí las magnitudes. Sin embargo, 2013 no se queda ahí. Promete cambios cualitativos más que relevantes. Pues, el presupuesto 2013 introdujo una novedad no menor.
Al momento de constituir el fondo de desendeudamiento, el texto de ley previó que de existir excedentes de recursos (es decir, que los pagos de deuda en moneda extranjera terminen siendo menores a los estimados oportunamente), los mismos podrían usarse para financiar gasto de capital. En tanto, se proyectó una tasa de crecimiento 2012 inalcanzable (en torno a 3,4% real), forzando la inclusión en la previsión de los vencimientos de deuda de moneda extranjera de 2013, del pago del cupón PIB. Es decir, de otros US$ 3.000 millones o $15.000 millones. A lo dicho hay que sumar que la reforma 2006 de la Ley de Administración Financiera habilita al Poder Ejecutivo Nacional a resignar partidas entre gasto corriente y de capital e, incluso, modificar el monto total de ambos rubros.
Por lo tanto (A+B+C=D), el presupuesto 2013 allanó el camino para que las reservas del BCRA no solo sean utilizadas para financiar los pagos de deuda en moneda extranjera o, incluso de capital. Sino, además, un posible incremento discrecional del gasto público corriente en pleno año electoral. Con lo cual, el impacto monetario e inflacionario de este accionar se profundizará.
Política expansiva y déficit fiscal
El presupuesto 2012 había previsto una tasa de crecimiento para el gasto primario del sector público nacional no financiero en torno a 18,4% o $77.500 millones. Esa previsión implicaba una política fiscal contractiva, dada una tasa de inflación que a priori se preveía en torno a 20%-25%, que ponía fin a un ciclo expansivo en ese sentido, vía un fuerte ajuste del gasto real en subsidios al sector privado y salarios y remuneraciones.
Sin embargo, finalizado el año en cuestión, nada estuvo más lejos de la realidad. El gasto público primario del SPNNF se incrementó 28,7% (10 pp superior) o $123.200 millones. Es decir, hubo unos $53.200 millones de gasto primario que no habían sido presupuestados y que, en consecuencia, fueron asignados a gasto en forma discrecional. Son no menos de 2,5 puntos del PIB de gasto que no tuvieron tratamiento parlamentario.
Además, lo poco de ajuste fiscal que hubo, se centró, primero, sobre el gasto de capital (la inversión pública) que creció solo 12% nominal interanual y, luego y en menos medida, sobre los subsidios al sector privado.
En consecuencia, el resultado primario según la metodología de cálculo oficial no se ubicó en torno a 2,5% del PIB, sino que lo hizo en un nivel prácticamente nulo. Sin considerar ingresos extraordinarios (transferencias de Anses de la rentabilidad con el Fondo de Sustentabilidad del SIPA y giros de utilidades del BCRA) lo guarismos son 1,3% y -1,5% del PIB, respectivamente.
En tanto, el resultado financiero según la metodología de cálculo oficial y lo presupuestado debía ubicarse en torno a 0,8% del PIB. Sin embargo, terminó haciéndolo en torno a -2,2%. Si no se consideran ingresos extraordinarios, los guarismos correspondientes son de -1% y -3,7%, respectivamente
Con lo cual, queda claro el presupuesto nacional ha sido totalmente desdibujado como elemento de planificación y negociación de la política fiscal nacional, ya que en realidad la política fiscal 2012 terminó teniendo un sesgo marcadamente expansivo, en clara oposición a lo que se había presupuestado.
De cara a 2013, esperamos que ese accionar continúe, ya que la Ley de Presupuesto correspondiente prevé una poco creíble pauta de crecimiento para el gasto primario del SPNNF de 16,2% nominal interanual o $95.400 millones, que de verificarse se traduciría en un ajuste fiscal equivalente a un punto y medio del producto en pleno año electoral.
En cambio, proyectamos que, como mínimo, el gasto primario del SPNNF mantendrá el sesgo expansivo e incrementará levemente su peso en el PIB, al pasar de un nivel de 25,4%, a uno de 25,9%. En consecuencia, la tasa de crecimiento nominal anual correspondiente sería de 25,8% y el déficit primario y financiero del SPNNF se profundizaría.
Crecimiento de los agregados monetarios
De lo dicho se desprende que la emisión monetaria bruta para financiamiento directo al Tesoro nacional (adelantos transitorios y giro de utilidades devengadas) se ubicará en torno a los $75.000 millones.
A lo que habrá que sumar la emisión monetaria bruta asociada a la compra de la mayor parte del superávit comercial esperado. Al respecto, estimamos unos $46.000 millones para comprar otros US$ 9.100 millones que pasarán a amortiguar el efecto negativo sobre las reservas del uso de las mismas por parte del Tesoro. Es decir, ya tenemos una emisión monetaria bruta total de $121.000 millones (4,5% del PIB)
En consecuencia, y descontando una política de esterilización similar a la de 2012, esperamos que el circulante se incremente entre puntas de 2013 a un ritmo nominal en torno a 35% o $ 83.000 millones, con lo cual, por un lado, la subordinación de la política monetaria a las necesidades financieras del Tesoro derivará en el sostenimiento del sesgo excesivamente expansivo de la última y, por el otro lado, continuará el deterioro patrimonial del BCRA.
Control de cambios
En un contexto caracterizado por la combinación de una política fiscal y monetaria marcadamente expansiva, el tipo de cambio nominal oficial deberá continuar anclando las expectativas, impidiendo una espiralización del contexto inflacionario.
En consecuencia, se profundizará el atraso cambiario y, será indispensable sostener el control de cambios. Todo esto, más allá de alguna flexibilización puntual del último, como resultado de un saldo comercial más abultado y vencimientos en moneda extranjera menos exigentes.
Equipo de análisis macroeconómico de Consultora Ledesma.
Balance de riesgos
Perspectivas
y proyecciones
El escenario base para 2013 indica un recuperación moderada del nivel de actividad económica, como resultado de los factores exógenos positivos mencionados en el primer artículo de este capítulo (soja y recuperación Brasil). El aporte directo al crecimiento de ambos factores explicaría poco más de la mitad de la tasa de crecimiento esperada para 2013 (3% real anual).