<p>En lo que FP define como “silencioso pero profundo” cambio que modificará la historia social, “la recesión instalada en 2006 apunta a consecuencias revolucionarias”. Una señal es el efecto desproporcionado de la crisis en los hombres en comparación con las mujeres, algo que el mundo blog llama ya “machorrecesión” y no tiene que ver con una “recesión macha”.<br />
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Entre noviembre de 2008 y octubre de 2009, más de 80% de despidos recayó sobre hombres en Estados Unidos, señalaba la oficina federal de estadística laboral. Números similares exhibe la Eurozona. Eso significa en total unos ocho millones de desocupados nuevos en ambas áreas.<br />
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Los sectores de tradicional hegemonía masculina –construcción, industria pesada, automóviles- declinan en demanda laboral en mayor grado y a más ritmo que donde prevalece la mano de obra femenina. Por caso, atención médica, educación, comunicaciones u oficinas públicas. De esa forma, al concluir 2009 la recesión occidental había dejado en la calle unos 28 millones en hombres en las economías centrales y algunas emergentes. <br />
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Por supuesto, el machismo es un estado de ánimo, no de empleo. No obstante, “los castigados por la machorrecesión están menos preparados para afrontar los costos psicológicos a largo plazo que les representa perder el trabajo y la autoestima”, señala el American Journal of Public Health. En suma, el desempleo y el deterioro de ingresos ejercen más presiones sobre la salud mental masculina que sobre la femenina.<br />
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A medida como estas tendencias se desarrollen, invadirán el campo social y, luego el político. Basta considerar los efectos electorales del fenómeno. Por ejemplo, en Islandia una implosión económica llevó los votantes a algo inédito: echar una élite masculina responsable de la crisis y poner como primera ministro una lesbiana. Ese mismo proceso ubicó mujeres al frente de bancos, municipios y empresas. Poco después, otro país endeudado, Lituania, eligió su primera presidente, la economista Dalia Grybauskaite.<br />
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Estos acontecimientos denotan que la sociedad empieza a rechazar actitudes masculinas típicamente machistas –por ejemplo, especular con riesgos financieros- a la postre, deletéreas e insostenibles en el mundo real. Al respecto, FP cree que el legado más duradero de la recesión “será el fin de machismo”. <br />
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Así anticipaban en 2001 conductistas económicos como Braddock Barber o Terance Odean, analizando factores asociados a la ludopatía y el exceso de confianza prevalecientes en los mercados de riesgo. Para ambos, se deben al cromosona Y.</p>
{Vida y estilo} Recesión: ¿augura el fin de la dominancia masculina?
Durante milenios, los machos han manejado Occidente. Pero la peor recesión en 75 años parece en vías de cambiar las cosas. Así presume el influyente semanario Foreign Policy. Su tesis postula un desplazamiento del poder y suena serio.