Unión Europea: de la concordia a la discordia

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La decisión de los británicos de desprenderse de lo que consideraban las ataduras de Bruselas para volver a “recuperar su país” fue un sacudón difícil de digerir para la Unión de países. Pero no es el único ejemplo de aumento de nacionalismo y molestia con el corset que implica Bruselas y su sistema de leyes generalizadas. Este año  hay elecciones en unos cuantos países y el resultado será importante para el futuro.
 
 
 
 

La  Unión Europea es una unión política y económica de 28 países que gozan de un mercado único, de libre movimiento de personas, bienes, servicios y capital con un mercado interno único, un sistema estandarizado de leyes que se aplican en todos los estados  y un sistema híbrido de toma de decisiones a nivel supra-nacional.

Sus padres fueron la Comunidad Europea de Carbón y Acero (ECSC) de 1951 y la Comunidad Económica Europea (CEE) de 1958. En 1993 el Tratado de Maastricht estableció formalmente la Unión Europea e introdujo la ciudadanía común. En 1999 se propuso la Unión Monetaria que recién se impuso en 2002 solamente con la participación de 19 de sus miembros que aceptaron el euro como moneda única. El grupo creció de seis países originarios a 28 y el año pasado, por primera vez en la historia, perdió a uno de sus miembros: Gran Bretaña.

El lema originario, en latín, fue (es) “in Varietate Concordia” o sea, “Concordia en la Variedad”. Pero la separación de Gran Bretaña en 2016 marcó el comienzo de una rebelión que puede crecer este año mientras se hace cada vez más evidente que aquella concordia a la que se aspiraba se ha transformado en discordia.

Un documento del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, contiene cinco escenarios para la evolución de la UE hacia 2025:

1)      Seguir adelante

2)      Nada más que mercado único

3)      Los que quieren más hacen más

4)      Hacer menos con más eficiencia

5)      Hacer mucho más juntos

Los cinco escenarios son de una vaguedad evidente. Pero se explica, porque este año hay elecciones en Países Bajos, Bulgaria, Francia, Alemania y República Checa. En ninguno de esos países parece haber mucho apetito por iniciativas que provengan de la CE.

En varias capitales de Europa se cree que el mundo contiene más peligros para Europa hoy que en ningún otro momento desde el final de la Guerra Fría en 1989 y por primera vez comienzan a considerar la posibilidad de una desintegración de la Comunidad Europea y la permanencia de la Unión Europa-Estados Unidos.

Barajan dos posibilidades: que algunos países se integren más que otros y que se aumente la colaboración en Defensa para que Europa sea un socio más creíble en seguridad para Estados Unidos.

 

Más allá de estas propuestas relativamente cautelosas, hoy el Financial Times dice con sorpresa que algunos legisladores y analistas están pensando lo que hasta ayer parecía impensable: la desintegración.  Un ejemplo se encuentra en un informe de la consultora MacroGeo, presidida por Carlo De Benedetti, el más célebre de los miembros de la comunidad empresarial italiana.

El informe se llama “Europa y el Brexit en la Era Trump: desintegración y reagrupamiento”. Allí afirma que es muy probable que la UE en su forma actual entre en un proceso de descomposición, aun si los pro-integracionistas ganan las elecciones de este año.Para el ciclo electoral de 2021-22 la UE podría estar entrando en sus últimos cinco años de existencia “real” aunque admite que es probable que persistan las estructuras legales y formales del bloque con sede en Bruselas.

El informe dice que además del sacudón que significó la salida de Gran  Bretaña,  las tendencias geopolíticas de largo plazo están provocando la atrofia del bloque. En las fronteras orientales y australes de Europa los peligros abundan: inmigración irregular, estados débiles, terrorismo, cambio climático y revisionismo ruso.

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