Una nueva visión del mundo: adiós a estrategias y cumbres

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Nació el grupo de 2 (China, Estados Unidos). Al olvido van las cumbres del G-20, la Organización del Tratado Noratlántico y Estados Unidos-Unión Europea. Se las suponía signos de que se recomponían nexos entre ambas orillas del océano. No era así.

<p>Eso sostiene George Friedman, mentor de StratFor, bolet&iacute;n allegado al Pent&aacute;gono y la comunidad de inteligencia. &ldquo;En realidad, EE.UU. acepta la renuencia de la UE, especialmente Alemania, a comprometerse en cuestiones b&aacute;sicas&rdquo;. Obama precisaba &ldquo;&eacute;xitos aparentes. Por ende, retrocedi&oacute; en esos asuntos -lo mismo hicieron Bruselas y Berl&iacute;n- para enfocarse en lo que le importaba: Turqu&iacute;a y los pa&iacute;ses musulmanes moderados&rdquo;.<br />
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Las cumbres en 2008/9 se centraban en la crisis sist&eacute;mica (no global, pues las mayores econom&iacute;as emergentes la soslayan). Por supuesto, existen varias posiciones europeas, pero a Washington le interesa s&oacute;lo la alemana. &ldquo;Todo acuerdo que excluya Berl&iacute;n ser&aacute; in&uacute;til, en tanto &ndash;propone Friedman- uno que lo abarque, pero no al resto, resultar&aacute; muy &uacute;til&rdquo;.<br />
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Dos temas fundamentales dividen a ambos pa&iacute;ses. Primero: &iquest;igualar&aacute; alguna vez Alemania los paquetes de est&iacute;mulos chino (US$ 590.000 millones) y norteamericano (787.000 millones)? Obama teme que la mayor exportadora mundial por habitante emplee su potencial reactivaci&oacute;n para vender m&aacute;s afuera. EE.UU. cree que, si bien es correcto estimular su mercado interno, Alemania y otros han de compartir cargas. L&oacute;gicamente, Berl&iacute;n no coincide. Para evitar males mayores, Washington ya no presiona. <br />
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En segundo lugar aparece el rescate de bancos privados en Europa central y oriental, en gran parte controlados por entidades de la Eurozona, particularmente alemanas, austr&iacute;acas e italianas. Berl&iacute;n rechazaba esfuerzos europeos conjuntos y prefer&iacute;a canalizarlos por el Fondo Monetario Internacional. El motivo era simple: el organismo capta recursos de EE.UU., China, Jap&oacute;n y otros, por lo cual los europeos compartir&iacute;an los salvamentos con terceros. <br />
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M&aacute;s tarde, en el &uacute;ltimo encuentro de la OTAN (junio), los europeos declinaron enviar un n&uacute;mero substancialmente mayor de efectivos a Afganist&aacute;n-Pakist&aacute;n. Ser&aacute;n apenas cinco mil, muchos de los cuales se quedar&aacute;n s&oacute;lo hasta las elecciones de agosto en Kabul. Eso es much&iacute;simo menos que lo esperado por Obama. <br />
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En lo atinente a para&iacute;sos fiscales, se resolvi&oacute; una colaboraci&oacute;n por dem&aacute;s limitada, pero sin definir las medidas a adoptar. De hecho, el G-20 reci&eacute;n tocar&aacute; temas financieros calientes durante la reuni&oacute;n en escala ministerial, citada en Edimburgo, noviembre (&iexcl;faltan casi cuatro meses!). Detalle sintom&aacute;tico: tras insistir en un r&eacute;gimen regulatorio internacional, la Uni&oacute;n Europea no logr&oacute; ponerse de acuerdo sobre sus propias normas. Gran Breta&ntilde;a rechaz&oacute; la propuesta de Alemania y Francia, pues pon&iacute;a en desventaja a su sistema bancario, hist&oacute;ricamente remiso a regulaciones. <br />
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Queda claro, entonces, que Obama juega m&aacute;s profundo, al menos en lo pol&iacute;tico. En Praga, apoy&oacute; el ingreso pleno de Turqu&iacute;a a la UE, varios de cuyos miembros lo objetan por diversas razones, especialmente una: los Balcanes quedar&iacute;an abiertos a emigrantes turcos, algo que varios pa&iacute;ses del grupo resisten. Ah&iacute; chocaron Washington y Bruselas.</p>
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