viernes, 22 de noviembre de 2024

Pros y contras del voto electrónico

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El voto electrónico reaparece como opción a un año de una nueva elección presidencial, pero la discusión omite cuestiones fundamentales, como su regulación y su impacto en el comportamiento electoral, según CIPPEC.

Los partidarios del voto electrónico argumentan que un tercio del electorado mundial usa algún sistema afín, mientras que sus detractores apuntan a los países europeos que iniciaron el cambio y luego volvieron atrás, como Alemania.

 

Julia Pomares, directora del Programa de Instituciones Políticas de CIPPEC, analiza al respecto que debate sobre el sistema de votación en la Argentina omite algunas cuestiones clave sobre el voto electrónico y generaliza creencias erróneas que dificultan tomar una decisión informada.

 

Enumera:

1. No es una consecuencia inevitable del desarrollo tecnológico.

Hace 15 años creíamos que los países con mayor desarrollo tecnológico en sus administraciones públicas serían pioneros en el voto electrónico.

Hoy no hay dudas de que no hay relación entre mayor penetración de gobierno electrónico y sistemas de voto electrónico. Tampoco se verificó otra creencia de hace 20 años: que el voto electrónico antecediera al voto remoto por internet. Los países que votan por internet-como Noruega o Estonia- no implementaron antes voto electrónico.

 

Y los que permiten a sus electores sufragar con sistemas electrónicos-Venezuela, Brasil, India y Filipinas- no planean avanzar con el voto por internet.

2. Cambiar la forma de votar es suna decisión política, no una evolución natural.

Desterrar las creencias acerca de que no es parte de una evolución tecnológica inmediata implica entender que cambiar la forma de votar, como cualquier otro elemento del sistema electoral, es una decisión política en la que cada sistema político sopesa ventajas y desventajas. 

Bélgica, por ejemplo, brinda la oferta electoral en distintos idiomas y con un sistema de voto electrónico que las presenta más fácilmente que como lo hacía la boleta en papel.

Además, su implementación facilitó el conteo de los votos en un sistema electoral complejo donde cada votante expresa preferencias por candidatos además de por partidos. En cambio, para Irlanda –que tiene uno de los sistemas electorales más difíciles de escrutar del mundo-fue más importante mantener el ritual del papel y las interminables jornadas de conteo de votos entre militantes partidarios. Cada dirigencia política, según su contexto, decide cuál es la forma de votar más adecuada. No hay nada inexorable o natural.

3. No existe EL voto electrónico sino muy diferentes sistemas

Cuando hablamos de voto electrónico, en realidad nos referimos a sistemas de muy distintas características: desde una boleta que es leída por un escáner hasta una máquina similar a un cajero de un banco que registra nuestra decisión electoral a través de una pantalla táctil.

Hay algunos en los que la información electoral queda registrada en el sistema operativo de la máquina y otros – como el que usa Salta hoy- en los que la interface digital se utiliza sólo para seleccionar las opciones pero el voto no queda almacenado digitalmente.

Cada sistema no sólo difiere en cuanto a la seguridad de la información sino también en cuanto a cómo se presentan las opciones electorales (y como se verá en #4, esto es no inocuo para los resultados electorales).

 

4. La forma de votar tiene consecuencias sobre a quién votamos

La decisión no es inocua electoralmente: cualquier cambio en la forma de votar – al cambiar cómo se nos presentan las opciones- tiene efectos en el comportamiento electoral.

Sabemos que la boleta partidaria como la usamos hoy, en la que los candidatos a los distintos cargos en juego están pegados en una misma boleta, promueve más efecto arrastre: esto es, que decidamos votar al mismo partido o alianza que votamos para uno de esos cargos (por ejemplo, el gobernador) sobre el resto de los cargos en juego (por ejemplo, los diputados provinciales).

 

Un sistema de boleta única separada por cargo (como la santafesina) promueve el efecto contrario al arrastre (lo que técnicamente denominamos voto cruzado). Por ello, no es inocua la definición de qué tipo de sistema de voto electrónico o de boleta en papel se utiliza.

 

5. Garantiza la oferta electoral completa

Al igual que cualquier sistema de boleta única, cualquier método de voto electrónico quita a los partidos la obligación de garantizar las boletas el día de la elección y resuelve algunos problemas que padecemos hoy: que todos los partidos no llegan con sus boletas al cuarto oscuro.

Cualquier sistema que reemplace a la boleta partidaria pone a los partidos políticos en igualdad de condiciones para competir electoralmente. 

Así, los votantes disponen de todas las opciones electorales y no solo de las que los fiscales logren garantizar.

 

6. Agiliza el conteo y reduce los errores del escrutinio de mesa

A diferencia de cualquier método de voto en papel, cualquier sistema de voto electrónico contribuye a agilizar el escrutinio de mesa y elimina los errores (voluntarios o no).

 

Según un estudio de CIPPEC, en la Argentina, al menos el 25% de las actas de escrutinio de las elecciones 2013 tenía algún tipo de error. Esos errores pueden resolverse con cualquier sistema de voto electrónico.

En Salta, la elección de 2011 que usó un sistema de boleta única electrónica en un tercio de las mesas mostró la rapidez del escrutinio en comparación con las mesas de boletas partidarias.

 

También podrían disminuirse los errores del escrutinio de mesa y agilizar el conteo incorporando nuevas tecnologías al momento de contar las boletas de papel; por ejemplo, escaneando y digitalizando boletas o actas para una más ágil y precisa lectura y verificación.

 

7. Los sistemas de voto electrónico exigen controles más complejos

En un sistema de voto manual, el escrutinio de mesa puede ser fraguado intencionalmente pero el fraude difícilmente puede hacerse de forma sistemática y generalizada.

En los sistemas electrónicos de votación, es posible adulterar los datos de forma centralizada y, por ende, con mayor impacto. Sin embargo, hay muchos mecanismos probados y efectivos para mitigar el riesgo de un ataque a un sistema electrónico de votación. 

Algunos estados de Estados Unidos –como California– innovaron mucho en sus protocolos de seguridad. La regulación y el control de cualquier sistema electrónico son más sofisticados y complejos que los de un sistema manual.

Por ello, la implementación de sistemas electrónicos para emitir el voto requiere una autoridad electoral con altas capacidades técnicas. Si el sistema está bien auditado, la probabilidad de fraude con voto electrónico es más baja aunque, de ocurrir, el daño es mayor. 

Es como la diferencia entre el auto y el avión. No dejamos de viajar en avión, pero no es posible viajar en avión y no desplegar los mecanismos de regulación necesarios para mitigar los riesgos. No solo se necesita capacidad técnica sino legitimidad. La experiencia de Venezuela muestra que un sistema electrónico necesita también la legitimidad de quien organiza elecciones como árbitro imparcial.

 

Salvo en Estados Unidos, los países que implementaron voto electrónico tienen organismos electorales independientes del Poder Ejecutivo y centralizados para todo tipo de elecciones.

 

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