jueves, 2 de enero de 2025

{Management} Las crisis autoprovocadas

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Muchas veces son las mismas empresas las que provocan sus peores crisis. Si estuvieran un poco más conscientes del ADN de la propia organización, podrían evitarlas.

<p>La lista de calamidades con resultados muy da&ntilde;inos que ocurrieron en las empresas durante los &uacute;ltimos a&ntilde;os incluye explosiones de pozos petroleros, retiro de autom&oacute;viles de la calle, demoras de producci&oacute;n, esc&aacute;ndalos financieros o de tel&eacute;fonos pinchados. A veces miembros del personal pudo haber dado la alarma pero esas alarmas nunca llegaron al n&uacute;mero uno de la compa&ntilde;&iacute;a. A veces quienes toman las decisiones o ignoraron, o malinterpretaron o suprimieron las malas noticias, y eso finalmente les jug&oacute; en contra. Luego de los desastres, muchos terminaron admitiendo que les cab&iacute;a mucha responsabilidad, dice Eric Kronenberg, de Booz &amp; Company. <br /> <br /> Las consecuencias no buscadas que se derivan de un esc&aacute;ndalo autoinfligido pueden ser devastadoras. Sea en publicidad negativa, enormes costos o p&eacute;rdida de ganancias, juicios y multas. Un an&aacute;lisis de los precios de las acciones en compa&ntilde;&iacute;as que sufrieron esos acontecimientos en 2009 y 2010 en los sectores petrolero, automotor, financiero y de aeronavegaci&oacute;n muestra que dos meses despu&eacute;s de una crisis autoinfligida, &eacute;stas pierden un promedio de 18% del valor para el accionista. Con el tiempo, el desempe&ntilde;o de los papeles sigue bajando hasta llegar a 33% en un a&ntilde;o. <br /> <br /> Casi siempre estas crisis tienen un factor com&uacute;n, y es que si bien el disparador inicial parece ser un acontecimiento ex&oacute;geno, las decisiones claves estuvieron casi siempre en manos de la gerencia. Siempre hubo dentro de la compa&ntilde;&iacute;a un determinado n&uacute;mero de gente que conoc&iacute;a la situaci&oacute;n y las consecuencias que pod&iacute;a traer. Si se hubiera actuado sobre ese conocimiento con velocidad y decisi&oacute;n, el problema podr&iacute;a haberse evitado. Casi siempre, esas compa&ntilde;&iacute;as tienen procedimientos formales dise&ntilde;ados para evitar esos riesgos, pero los procedimientos muchas veces suelen ignorarse. <br /> <br /> &iquest;Por qu&eacute; caen en esas trampas las organizaciones? Porque la percepci&oacute;n del riesgo, opina el ensayista, disminuye con el tiempo. Algo bastante parecido a lo que ocurre con el peligroso h&aacute;bito de escribir mensajes de texto mientras se conduce un auto. Si lo hacemos una vez y no pasa nada, nos decimos que no lo volveremos a hacer pero si nunca pasa nada, terminamos creyendo que la recomendaci&oacute;n no tiene sentido. Pero al sentirnos con suerte, corremos el riesgo de provocar un accidente ignorando las pr&aacute;cticas de manejo de riesgo. <br /> <br /> <strong>El ADN de la organizaci&oacute;n </strong></p> <p>Todo l&iacute;der se pregunta en alg&uacute;n momento si la compa&ntilde;&iacute;a es vulnerable en alg&uacute;n punto. Si hay caracter&iacute;sticas sist&eacute;micas de la organizaci&oacute;n, que forman parte de las pol&iacute;ticas y la cultura de la compa&ntilde;&iacute;a y que contribuyen a generar desastres autoinfligidos. Si las pr&aacute;cticas de seguridad y de manejo de riesgo realmente son buenas o si aumentan el peligro dando un falso sentido de seguridad.</p>

<p>Las respuestas var&iacute;an seg&uacute;n la empresa. Lo primero que hay que hacer es reconocer los modos de operar de la compa&ntilde;&iacute;a, o sea, los elementos del ADN de la organizaci&oacute;n.<br />
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La estructura del ADN organizacional es un veh&iacute;culo para entender los elementos formales e informales que impulsan y limitan la conducta cotidiana en la compa&ntilde;&iacute;a. La estructura elaborada por Booz &amp; Company a principios de los a&ntilde;os 2000 fue usada por casi 200.000 individuos para mejorar la salud de sus organizaciones. Como un ADN molecular, el de las organizaciones tiene cuatro bases o componentes de actividad que encajan como ladrillitos de Lego. Esas cuatro bases, que determinan c&oacute;mo ejecuta la compa&ntilde;&iacute;a, son:<br />
<br />
&bull; Derechos y normas de decisi&oacute;n. Las reglas y pr&aacute;cticas que gobiernan c&oacute;mo se forman y enfocan las acciones.<br />
&bull; Motivadores y compromiso. Los valores y principios que impulsan la conducta de los empleados.<br />
&bull; Flujo de informaci&oacute;n y mentalidades. Los patrones de pensamiento y comunicaci&oacute;n que informan lo que hace la gente en una organizaci&oacute;n.<br />
&bull; La estructura y redes organizacionales. Las conexiones que gu&iacute;an la forma en que trabaja la gente entre s&iacute; a trav&eacute;s de las capas jer&aacute;rquicas<br />
<br />
Las empresas con crisis autoprovocadas suelen tener elementos formales destinados a ayudar a la organizaci&oacute;n a evitar accidentes y problemas: informes, procedimientos expl&iacute;citos y vigilantes y medidas de prevenci&oacute;n que impiden cat&aacute;strofes. Pero son los elementos informales los que muchas veces determinan la pol&iacute;tica que se implementa. Las reglas no escritas, los valores, est&aacute;ndares y rutinas de trabajo que tratan esos procedimientos formales como una carga burocr&aacute;tica. Los informes se ignoran, y los procedimientos se siguen s&oacute;lo para guardar las apariencias. Como el conductor que textea en el tr&aacute;nsito, la compa&ntilde;&iacute;a tiene suerte durante mucho tiempo, mientras la eficacia de sus procedimientos se va erosionando cada vez m&aacute;s. La crisis no ocurre hasta mucho tiempo despu&eacute;s de que comenz&oacute; el no cumplimiento de las reglas.</p>

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