sábado, 28 de diciembre de 2024

Las mejores ideas en torno a globalización

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Si bien el continente asiático no es todo lo que hay que considerar en la materia, es evidente que el área merece un interés especial. En lo geopolítico, porque muchos creen advertir que de ahí surgirá la potencia dominante de este siglo. En el plano económico, porque algunos advierten un nuevo modelo de capitalismo con el que habrá que confrontar.

<p><br /> Hexter y Woetzel son consultores de McKinsey &amp; Company, y su libro tiene todo el encanto que se espera de un estudio de consultor&iacute;a. Su mensaje es no obstante importante: China comienza a parecerse a un pa&iacute;s desarrollado. Los consumidores chinos comparten cada vez m&aacute;s las preferencias y expectativas de los consumidores de otras latitudes, aun cuando no siempre puedan comprar los productos que desean. Las empresas del pa&iacute;s r&aacute;pidamente est&aacute;n adquiriendo sofisticaci&oacute;n tecnol&oacute;gica y m&aacute;s capacidad para satisfacer las necesidades de los consumidores locales. Los organismos de gobierno aumentan transparencia y parecen menos inclinados a torcer o ignorar leyes laborales y derechos de propiedad. China no es lo que era hace 10 a&ntilde;os. <br /> <br /> Las implicancias para los negocios son sustanciales. Hexter y Woetzel afirman que se est&aacute;n acabando los d&iacute;as en que se usaba a China como un taller de bajos salarios o para fabricar baratijas. Una empresa que quiera tener &eacute;xito global debe triunfar en China, nada m&aacute;s que por el simple tama&ntilde;o de su mercado, pero ese &eacute;xito requerir&aacute; que las firmas adopten los mismos est&aacute;ndares de desempe&ntilde;o para China que usan en los mercados m&aacute;s avanzados del mundo. Al mismo tiempo, sin embargo, China no es como otros mercados: sus condiciones econ&oacute;micas y sociales pueden requerir productos y servicios diferentes de los que las multinacionales venden en sus pa&iacute;ses de origen. La clave, dicen Hexter y Woetzel, estar&aacute; en averiguar la forma de vender productos de alta calidad que satisfagan nececidades chinas y se acomoden a la billetera de los chinos mientras simult&aacute;neamente siguen siendo rentables. <br /> <br /> <strong>El lado malo de la tercerizaci&oacute;n</strong><br /> <br /> Hexter y Woetzel no parecen haber visitado las mismas empresas que Alexandra Harney. Su China est&aacute; llena de firmas de alta reputaci&oacute;n, que se esfuerzan por alcanzar niveles de clase mundial. La de Harney, en cambio, est&aacute; poblada de f&aacute;bricas cuyo principal negocio es el subterfugio, burlando leyes y obligaciones contractuales para hacer ganancia proveyendo bienes baratos a los m&aacute;s grandes minoristas del mundo.<br /> <br /> The China Price es un informe extremadamente bueno. Harney nos introduce en f&aacute;bricas limpias, ultramodernas y correctas que las empresas operan para beneficio de compradores e inspectores de empresas clientes extranjeras &ndash;y en los edificios menos salubres y sin carteles donde en realidad se fabrican los productos una vez que se retiran los inspectores. Nos encontramos con auditores que intentan monitorear el cumplimiento de los est&aacute;ndares laborales de minoristas europeos y estadounidenses, y con trabajadores que evitan esas bien manejadas f&aacute;bricas porque su adhesi&oacute;n a reglas y regulaciones significa que ofrecen menos horas extras. Nos encontramos tambi&eacute;n con memorables participantes en la carrera por conseguir riqueza, desde el due&ntilde;o de una mina no autorizada hasta obreros que han perdido alg&uacute;n miembro en f&aacute;bricas poco seguras. De todo aparece en las p&aacute;ginas de Alexandra Harney. <br /> <br /> Harney destruye cuidadosamente las fantas&iacute;as de muchos extranjeros respecto de hacer negocios en China. Las empresas extranjeras que utilizan contratistas chinos tal vez ni siquiera sepan d&oacute;nde se hacen sus productos, mucho menos si las condiciones de trabajo son realmente las que se describen en sus lujosos informes de responsabilidad social. Resumiendo, Harney cree que China va camino hacia algo bastante similar a lo que describen Hexter y Woetzel, que a su vez coincide bastante con lo que Mahbubani piensa de toda Asia. Los tres libros describen una parte del mundo en r&aacute;pida modernizaci&oacute;n que va camino a dominar la econom&iacute;a mundial.</p> <p>&nbsp;</p> <table width="500" cellspacing="0" cellpadding="0" border="0" bgcolor="#eeecda"> <tbody> <tr> <td><p><font color="#dd5d3f"><strong>Tres t&iacute;tulos</strong></font></p> <p>Kishore Mahbubani<br /> <em>The New Asian Hemisphere: The Irresistible Shift of Global Power to the East </em>(PublicAffairs, 2008)</p> <p>Jimmy Hexter and Jonathan Woetzel<br /> <em>Operation China: From Strategy to Execution</em> (Harvard Business School Press, 2007)</p> <p>Alexandra Harney<br /> <em>The China Price: The True Cost of Chinese Competitive Advantage </em>(Penguin Press, 2008)</p></td> </tr> </tbody> </table>

<p>Todos los a&ntilde;os, escritores, consultores y cr&iacute;ticos convocados por la consultora mundial McKinsey elige los mejores libros en cada especialidad o campo de investigaci&oacute;n. Sobre <em>management</em>, sobre marketing, sobre temas econ&oacute;micos, biograf&iacute;as, etc.<br />
Esta vez, con referencia a 2008, se plantearon detectar lo mejor que se ha escrito en los &uacute;ltimos meses sobre globalizaci&oacute;n, un tema que la crisis sist&eacute;mica ha puesto en primer plano. <br />
<br />
De los cuatro t&iacute;tulos seleccionados, tres se explayan sobre Asia y su papel gravitante. Esta es una s&iacute;ntesis del contenido de esos libros, condensado de la versi&oacute;n m&aacute;s extensa editada por la publicaci&oacute;n de la consultora.<br />
Comencemos con un breve ejercicio. Para que sea simple, lo haremos<em> &ldquo;multiple choice&rdquo;. </em><br />
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Pregunta 1: El principal exportador mundial en 2007 fue: (A) China. (B) India. (C) Jap&oacute;n. (D) Estados Unidos. <br />
Pregunta 2: El principal socio comercial de Estados Unidos en 2007 fue: (A) China. (B) India. (C) Jap&oacute;n. (D) M&eacute;xico. <br />
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La respuesta a ambas preguntas es ninguno de los anteriores. El principal exportador mundial en 2007 fue Alemania, por un margen bastante grande. El principal socio comercial de Estados Unidos fue Canad&aacute;, como lo ha sido durante muchos, muchos a&ntilde;os. China, India y Jap&oacute;n no figuran primeros en ninguna de las dos listas. <br />
<br />
Vale la pena mencionar estos hechos porque usted no los va a encontrar en la actual cosecha de libros sobre globalizaci&oacute;n. Los masivos flujos comerciales, de inversi&oacute;n y de empleo a trav&eacute;s de las fronteras cada vez m&aacute;s porosas se han vuelto un tema muy sensible en muchos rincones del mundo, pero el notable resurgimiento de la m&aacute;quina exportadora alemana y la espectacular transformaci&oacute;n de la econom&iacute;a canadiense no han atra&iacute;do a los cronistas literarios. Cuando la gente dice &ldquo;globalizaci&oacute;n,&rdquo; casi siempre est&aacute; pensando en Asia. Las enormes poblaciones asi&aacute;ticas, la velocidad de su ascenso y la supuesta propensi&oacute;n de sus pa&iacute;ses a jugar con reglas diferentes a las de los dem&aacute;s pa&iacute;ses convierten el ascenso econ&oacute;mico del continente en una fuente de admiraci&oacute;n y preocupaci&oacute;n . <br />
<br />
Ning&uacute;n libro reciente capta esta mezcla de sentimientos mejor que <em>The New Asian Hemisphere: The Irresistible Shift of Global Power to the East,</em> de Kishore Mahbubani, en opini&oacute;n del economista Mark Levinson. No es el libro mejor escrito sobre globalizaci&oacute;n y ciertamente el que mejor la plantea. Pero es importante para la gente de negocios porque explica c&oacute;mo la nueva riqueza asi&aacute;tica se est&aacute; traduciendo en nuevas actitudes. Podr&iacute;a decirse que en definitiva lo que dice es: &ldquo;Occidente, hacerse a un lado&rdquo;. Y eso es algo que todo ejecutivo de empresa deber&iacute;a contemplar. <br />
<br />
El inter&eacute;s de Mahbubani est&aacute; en la geopol&iacute;tica, no en los negocios. El libro plantea que la globalizaci&oacute;n implica mucho m&aacute;s que la exportaci&oacute;n de frutas de la barata mano de obra asi&aacute;tica. Las sociedades asi&aacute;ticas, orgullosas de sus logros y con el entusiasmo de su nueva riqueza, est&aacute;n recuperando sus roles hist&oacute;ricos de grandes civilizaciones. De paso, rechazan mucho de la influencia occidental. <br />
Mahbubani dice: &ldquo;Occidente debe entender que esta es la gran tendencia hist&oacute;rica de nuestro tiempo, la que define nuestra era… Se est&aacute; gestando una sostenida deslegitimizaci&oacute;n de poder e influencia occidentales&rdquo;.</p>

<p><strong>Condescendencia occidental </strong><br /><br /> Mahbubani revela un largo cat&aacute;logo de agravios contra &ldquo;Occidente&rdquo;, agravios que son individualmente insignificantes pero colectivamente reveladores. Ellos incluyen las ofensas de un periodista de<em> Financial Times</em> que reconoce a China su impresionante capacidad de ejecuci&oacute;n pero cero pensamiento original; occidentales que consideran a China &ldquo;no libre&rdquo; sin apreciar que su gente disfruta de una libertad mucho mayor de la que jam&aacute;s tuvieron en el pasado; la dominaci&oacute;n occidental en organizaciones internacionales, como Naciones Unidas y el Banco Mundial; y los estadounidenses que exigen que India negocie con Pakist&aacute;n mientras ellos se niegan a resolver diferencias con Ir&aacute;n. <br /><br /> Esos ejemplos y muchos otros se presentan como prueba de las limitaciones del pensamiento occidental. Asia, con una comprensi&oacute;n m&aacute;s profunda y mayor flexibilidad que Occidente, ya no necesita seguir tolerando tal condescendencia. Los occidentales &ldquo;deben dejar de creer que pueden rehacer el mundo a su imagen y semejanza&rdquo;, nos dice Mahbubani. &ldquo;El mundo ya no puede occidentalizarse&rdquo;. <br /><br /> Como analista pol&iacute;tico Mahbubani tiene una mirada algo turbia. Su India no tiene violencia entre comunidades ni discriminaci&oacute;n por castas, sino m&aacute;s bien &ldquo;un esp&iacute;ritu de inclusi&oacute;n y tolerancia que invade el esp&iacute;ritu indio&rdquo;. En su pac&iacute;fica y progresista China, &ldquo;el concepto de ascenso pac&iacute;fico refleja un consenso cuidadosamente pensado&rdquo;, como si al hombre de la calle le preguntaran su opini&oacute;n. &ldquo;Las sociedades musulmanas contempor&aacute;neas siguen comprometidas con la modernizaci&oacute;n&rdquo;, escribe el autor, a pesar de la amplia evidencia en contrario en Bangladesh y Pakist&aacute;n. <br /><br /> Pero dejando de lado esas superficialidades, <em>The New Asian Hemisphere</em> tiene valor para el lector empresario porque desaf&iacute;a la geograf&iacute;a de la mente. Asia tiene las econom&iacute;as de gran crecimiento, s&iacute;, pero admit&aacute;moslo: el gran atractivo para empresas estadounidenses, europeas, japonesas es la posibilidad de servir a clientes en mercados ricos con costos laborales t&iacute;picos de mercados pobres. Para Mahbubani, por otro lado, la globalizaci&oacute;n representa un veh&iacute;culo por medio del cual Asia pasar&aacute; de la periferia al centro del universo. Los asi&aacute;ticos, a su entender, van camino de convertirse en socios iguales, incluso dominantes, en un mundo donde el Oeste &ndash;una geograf&iacute;a que incluye a Jap&oacute;n&ndash; ya no tiene control.<br /><br /> Si esto es correcto o no, importa poco. Lo que importa es si otros asi&aacute;ticos comparten esta visi&oacute;n. Es posible que s&iacute;, porque &eacute;l surge como vocero de un profundo resentimiento del estatus de segunda clase asociado con la pertenencia a una naci&oacute;n pobre y dependiente.</p> <p><strong>Subiendo en la cadena de valor</strong><br /><br /> As&iacute; como los &eacute;xitos econ&oacute;micos y pol&iacute;ticos est&aacute;n permitiendo a los Gobiernos de Asia afirmarse en los asuntos internacionales, tambi&eacute;n los emprendedores asi&aacute;ticos buscan mucho m&aacute;s que la dependencia de corporaciones multinacionales de Occidente. Ensamblar an&oacute;nimamente los productos de otras compa&ntilde;&iacute;as o atender sus llamados telef&oacute;nicos no es justamente un pasaje a la prosperidad en el mundo moderno, y los empresarios asi&aacute;ticos cuyas firmas actualmente conducen esos trabajos est&aacute;n perfectamente conscientes de eso. Las empresas extranjeras afincadas en territorio asi&aacute;tico no deber&iacute;an sorprenderse cuando sus socios en ese continente pierdan inter&eacute;s en realizar tareas de escaso valor y escasa ganancia. Esos socios se ven a s&iacute; mismos cada vez m&aacute;s competentes y sofisticados y experan justamente capturar una mayor porci&oacute;n de las ganancias y los empleos de altos sueldos que se derivan de proveer bienes y servicios de alto valor. <br /><br /> Dos libros muy diferentes sobre China coinciden en que este cambio ya se est&aacute; dando. A primera vista, <em>Operation China: From Strategy to Execution,</em> de Jimmy Hexter y Jonathan Woetzel, y <em>The China Price: The True Cost of Chinese Competitive Advantage,</em> de Alexandra Harney, no parecen estar hablando del mismo pa&iacute;s. Sin embargo, una lectura m&aacute;s cuidadosa, sugiere que sus visiones sobre China son bastante similares, y bastante coincidentes con la imagen de un continente asi&aacute;tico cada vez m&aacute;s seguro de s&iacute; mismo que pinta Mahbubani.</p>

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