<p>A mi criterio –afirma-, el detonante consistió en bancas o firmas de valores que compraban, retenían y aseguraban enormes volúmenes de activos tóxicos, malas hipotecas inclusive, comprometiendo dinero ajeno”. Irónicamente, “esos megaoperadores tenían poca necesidad de acumular tales títulos, pues estaban ganando mucho con sólo crearlos, empaquetarlos y colocarlos”. (Siegel olvida que esta práctica, en sí, es dañina). <br />
<br />
Disertando durante un panel de Wharton en Filadelfia, el analista detalló los factores que –a su criterio- desataron una crisis que le costó a Wall Street 35% de desinfle en 2008 y la pérdida de influencia en el mundo. En tanto, contribuía a que el desempleo alcanzase un récord desde 1982 (7,6%).<br />
<br />
“Varias entidades financieras y aseguradoras en problemas continuaron prosperando hasta 2007/8 en el resto de sus negocios. Salvo, claro –subraya Siegel- las atadas a paquetes respaldados en malas hipotecas o derivados sin sostén”. O sea, casos como American International Group, la firma que se tragó US$ 123.000 millones de un rescate con fondos públicos. <br />
<br />
“Funcionarios federales, en particular Henry Paulson (Tesoro), cometieron gruesos errores al intervenir en la crisis”. El experto cita el respecto los colapsos de Bear Stearns y Lehman Brothers, por cuya culpa “ahora los bancos no prestan, aunque hayan recibido la mitad de aquellos US$ 700.000 millones”.<br />
<br />
Siegel cree que las cosas empezarán a encarrilarse el próximo semestre. Pero insiste en “el fracaso masivo de operadores, firmas y bancas en cuanto a gestión de riesgo. Tampoco las principales agencias calificadoras divisaron la prodigiosa burbuja especulativa, que venía inflándose desde 2003”. Pero la clave última era “un Alan Greenspan remiso a ver la realidad”.</p>
<p> </p>
La verdadera causa de la crisis financiera global
¿Cuál es la causa real del peor desastre financiero desde los años 30? ¿La codicia bursátil o la falta de contralor en los mercados de riesgo? Sí y no, sostiene Jeremy Siegel, que enseña en la escuela de negocios Wharton, universidad de Pennsilvania. “Esos factores fueron relevantes –admite-, pero no decisivos.