viernes, 27 de diciembre de 2024

La industria en la nueva economía

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Me interesa, en particular, cuál será el destino de nuestra actividad industrial en la próxima década. Creo que existen algunos elementos alentadores que fortalecen la posibilidad de que el ciclo de la economía mundial finalmente ingrese en una fase expansiva a largo plazo.
Por Héctor Valle.

<p>Me interesa, en particular, cu&aacute;l ser&aacute; el destino de nuestra actividad industrial en la pr&oacute;xima d&eacute;cada. El punto de partida inevitable es realizar una prospectiva de las condiciones ex&oacute;genas que juzgamos como las m&aacute;s previsibles y dentro de las cuales se mover&aacute; la Argentina. En ese sentido, creo que existen algunos elementos alentadores que fortalecen la posibilidad de que el ciclo de la econom&iacute;a mundial finalmente ingrese en una fase expansiva a largo plazo. Esta es una tendencia que result&oacute; postergada a causa de las crisis asi&aacute;ticas.</p>
<p>La recuperaci&oacute;n de estas econom&iacute;as y la consolidaci&oacute;n del ensayo europeo tienen razonables posibilidades de &eacute;xito, mientras que no se ha develado la inc&oacute;gnita acerca de la fr&aacute;gil situaci&oacute;n de Jap&oacute;n. Estos son factores importantes pero el decisivo est&aacute; constituido por el crecimiento sostenido, sin inflaci&oacute;n y con pleno empleo, que muestra la econom&iacute;a de Estados Unidos. Existen serias posibilidades de que se logre un aterrizaje suave en el corto plazo para retomar el impulso alcista luego de las futuras elecciones presidenciales. Decimos esto sin ignorar el riesgo latente de la crisis burs&aacute;til que, sin embargo, parece controlado. Ocurre que el crecimiento de la productividad y la mejora en su difusi&oacute;n durante el segundo quinquenio de los '90 fortalecen el car&aacute;cter de locomotora que esa econom&iacute;a puede tener para justificar la esperanza de una fase alcista en el contexto internacional.</p>
<p>Este proceso se vincula estrechamente con la expansi&oacute;n de la nueva econom&iacute;a, lo que seguramente impregnar&aacute; a la evoluci&oacute;n del mundo en la pr&oacute;xima d&eacute;cada y, no s&oacute;lo en la prestaci&oacute;n de servicios sino fundamentalmente en la estructuraci&oacute;n de la fase productiva.</p>
<p>Por lo tanto, el destino industrial de nuestro pa&iacute;s depender&aacute;, en alto grado, de c&oacute;mo nos vinculemos con la evoluci&oacute;n de la nueva econom&iacute;a. No se trata solamente de incorporarla generalizadamente en las distintas etapas de la producci&oacute;n del comercio y las finanzas, condici&oacute;n ineludible para no quedar fuera del juego. No es menos relevante lograr maximizar la participaci&oacute;n posible en el desarrollo de bienes y servicios que integren la oferta de la nueva econom&iacute;a, territorio en el cual Brasil ya viene incursionando, como se puso de manifiesto en la discusi&oacute;n acerca del arancel externo com&uacute;n para la importaci&oacute;n de bienes de capital de telecomunicaciones e inform&aacute;tica, cuya producci&oacute;n interna nuestros vecinos quieren estimular mientras el gobierno argentino prefiere importar en pleno.</p>
<p><b><i>Polos de la vanguardia</i></b></p>
<p>Lo cierto es que la experiencia que se est&aacute; recogiendo en el mundo en materia de consolidaci&oacute;n de cientos de polos geogr&aacute;ficos que tienden a especializarse en estos renglones &shy;desde Barcelona hasta Helsinki, y desde Belfast o Grenoble hasta el Silicon Valley&shy;, permite advertir que los mismos se vieron beneficiados por ciertas condiciones locales que en cada caso le otorgaron ventajas competitivas. Se advierte la importancia de los desarrollos tecnol&oacute;gicos aportados por las respectivas universidades, la existencia de mercados en expansi&oacute;n (por ejemplo, los de capitales), la pol&iacute;tica activa de compras por el sector p&uacute;blico a la empresa nacional, la existencia de n&uacute;cleos poblacionales con elevado poder adquisitivo o la cercan&iacute;a con empresas del sector que demanden a su vez insumos y mano de obra capacitada</p>
<p>Como es sabido, en el &aacute;mbito del Mercosur existen varios centros urbanos que satisfacen la mayor&iacute;a de estas caracter&iacute;sticas. Algunos se encuentran en la Argentina. Ahora bien, para que la industria sea uno de los escenarios, junto con las ventajas competitivas que hemos rese&ntilde;ado, la experiencia ense&ntilde;a que el desarrollo de la nueva econom&iacute;a requiere que rijan condiciones favorables a la inversi&oacute;n en la industria que la provee. Es preciso que la tasa de beneficio esperada por su implantaci&oacute;n sea igual o mayor que la de otras alternativas y supere el costo de la inversi&oacute;n requerida. Ello se encuentra condicionado, entonces, por el contexto macroecon&oacute;mico prevaleciente.</p>
<p><b><i>El techo del modelo</i></b></p>
<p>Debe convenirse que en el marco del modelo de convertibilidad tal como se ha conocido en el presente &shy;tipo de cambio fijo y sobrevaluado, elevada concentraci&oacute;n bancaria y altas tasas de inter&eacute;s, tarifas y peajes index&aacute;ndose en t&eacute;rminos reales, entre otros rasgos importantes&shy; en los hechos esclerotiza un esquema de precios relativos que discrimina en contra de los sectores reales y m&aacute;s particularmente en contra de los productores de bienes de capital.</p>
<p>Esta caracter&iacute;stica, que alcanza su cl&iacute;max con la resoluci&oacute;n que autoriza la importaci&oacute;n de plantas fabriles usadas y con poco resto de vida &uacute;til, no s&oacute;lo le pone un techo muy bajo al desarrollo tecnol&oacute;gico interno, sino que condiciona la incorporaci&oacute;n de tecnolog&iacute;a importada a la capacidad de generar d&oacute;lares &shy;sea por las exportaciones tradicionales, sea por el endeudamiento o la radicaci&oacute;n de capitales&shy; que tenga la econom&iacute;a. Y &eacute;sta, a su vez, resulta muy condicionada por la atenci&oacute;n de los compromisos financieros que el pa&iacute;s tiene con el resto del mundo. Esta limitaci&oacute;n tiene poco de nuevo, ya que describe nuestra tradicional restricci&oacute;n de pagos externos.</p>
<p>En s&iacute;ntesis, pienso que este atractivo fen&oacute;meno de la nueva econom&iacute;a, que constituir&aacute; un tema central de la d&eacute;cada que se inicia, puede ser aprovechado para retomar el curso de la industrializaci&oacute;n y achicar la brecha que nos separa de Brasil, cortando camino hacia la especializaci&oacute;n en algunas actividades de punta, una suerte de nueva versi&oacute;n virtuosa de la sustituci&oacute;n de importaciones en un contexto de elevada competitividad. Pero resultar&aacute; dif&iacute;cil que ello vaya m&aacute;s all&aacute; de una expresi&oacute;n de deseos si no se modifica el r&eacute;gimen de pol&iacute;tica econ&oacute;mica que rigi&oacute; en la &uacute;ltima d&eacute;cada.</p>
<p><i>H&eacute;ctor Valle es Presidente de Fide (Fundaci&oacute;n de Investigaciones para el Desarrollo).</i></p>

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