<p>Todos los observadores están de acuerdo: aún si tuviera éxito en Estados Unidos la masiva operación de rescate financiero iniciada en octubre de 2008, habría que complementarla con algo de mayor alcance todavía. Los europeos, con Nicolás Sarkozy a la cabeza, hablan de refundar Bretton Woods, el sistema institucional desarrollado después de la Segunda Guerra para regular la economía y las finanzas del planeta. Un mecanismo que ha subsistido hasta hoy, a pesar de la creciente irrelevancia de algunos de sus organismos como el Fondo Monetario Internacional.<br />
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Para las economías emergentes, esta iniciativa huele a “gattopardismo”, o a que cambien todo para que no cambie nada. Advierten que la intención francesa es recrear al original Bretton Woods pero sin la hegemonía estadounidense.<br />
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En otras latitudes, se prefiere hablar del establecimiento de una Autoridad Monetaria Global (GMA) para supervisar los mercados que ahora operan sin fronteras.<br />
El punto de partida es que el actual aparato institucional global es incapaz de supervisar el sistema financiero. El Fondo Monetario Internacional es irrelevante en esta crisis, el grupo de las siete principales naciones industriales carece de legitimidad en un mundo donde China, Brasil y otras naciones son grandes jugadoras, y el Banco de Pagos Internacionales (BIS) de Basilea, no tiene rol operativo. La Reserva Federal de Estados Unidos está demasiado cercada para actuar como banco central global. <br />
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Ese vacío en el centro es peligroso para el planeta. La dependencia que tiene Estados Unidos de masivos flujos entrantes de capital extranjero, aproximadamente US$ 3.000 millones por día, seguramente aumentará ahora que Washington adquiera US$ 1 billón (millón de millones) en obligaciones nuevas por los rescates actuales. Por varios años, Wall Street y Washington no podrán manejar nada sin la cooperación de otros mercados. <br />
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La gran recesión
No había dudas. El panorama se había modificado sustancialmente en el último trimestre de 2008. Estábamos ante un cambio de paradigma. La actual crisis financiera marcó el final de una era de capitalismo global abierto. Las gigantescas adquisiciones del Gobierno señalan una nueva era política en Estados Unidos, con más activismo federal y mayores regulaciones.