<p>En particular, los gobiernos europeos han corrido consistentemente a la zaga de los problemas. Todo ha sido tardío, lento, reticente y moroso. Así, el actual plan de rescate griego sigue congelado hasta que los restantes veintiséis estados lo ratifiquen. Pero la especulación financiera no aguarda. Otras propuestas sugerían demorar una reestructuración total de deudas hasta 2013/14, imaginando que los mercados esperarían hasta entonces. Un vero dislate.<br /><br />En sexto término y atinente a liderazgos fallidos, el caso del primer ministro italiano Silvio Berlusconi lo dice todo. Afrontando varias causas penales ligadas a corrupción y prostitución de menores ¿es un jefe de gobierno apto para conducir una estrategia de recuperación económica? Su propio ministro del ramo, Giulio Tremonti, no lo cree así. <br /><br />Tampoco Umberto Bossi, un separatista que lo sostiene en el parlamento. Luego del escándalo relativo a medios del ultraderechista australiano Rupert Murdoch y la violencia callejera en Inglaterra, la calidad política del premier David Cameron ha quedado comprometida.<br /><br />Séptimo: los planes pro reestructuración de deudas parecen fracasar en la incorporación de bonistas privados (bancos) a salvamentos en trámite o carpeta. Como observaba un veterano banquero de inversión, días atrás en Francfort, “la Eurozona es incompetente. Se pretende que los bancos aceptemos un desagio de 10 a 20% en nuestras tenencias cuando, en verdad, no debiera bajar de 70%”.<br /><br />En octavo lugar surge el contagio de tres crisis (Grecia, Portugal, Irlanda) a España e Italia, ambas sumidas en problemas políticos. Esto parece injustificado pero, una vez que los mercados especulativos y las agencias calificadoras se ceban, suben los rindes de cada deuda y aparecen las predicciones autocumplidas.</p>
<p>El noveno lugar es para otro acto de grand guignol: las interminables negociaciones en el congreso estadounidense sobre alza del tope de endeudamiento federal (de US$ 14,3 a 15,4 billones) La primera potencia mundial nunca debiera haberse permitido debates tan irresponsables que pusieron en duda la solvencia nacional. Semejante conducta es condenable y roza en lo criminal. El Tea party –Sombrereros locos lo define mejor- es culpable central. En un terreno técnico y según ha señalado Paul Krugman (Nobel 2008), el acuerdo final sobre recortes presupuestarios simplemente comprometerá por años las posibilidades de recuperación, sin conseguir sus propios fines.</p>
<p>Lenta reactivación</p>
<p>Por cierto, el plan impuesto por la ultraderecha republicana a un presidente en el fondo conservador eleva los riesgos de recesión en W. Para empezar, durante dos a cinco años sencillamente consigna el país a una lenta reactivación.<br />
Merced al Tea party, hoy el gobierno norteamericano es disfuncional e imprevisible en lo tocante a tomar de decisiones. Esto constituye una de las grandes amenazas presentes a la economía mundial. No sorprende que varios comentaristas cuestionen la salud mental de varios “tipartistas”, comenzando por su estrella, el precandidato tejano a la presidencia, Richard Perry.</p>
<p>Parodiando sin querer al trotskismo, para ese grupo “cuanto peor, mejor”. Esto es, un colapso económico será malo para Barack Obama y, por tanto, bueno para los extremistas republicanos. Esta lógica es suicida.<br />
En el décimo puesto figura la degradación de la deuda titulizada estadounidense por parte de la agencia Standard & Poor’s. Por eso, Moody’s Investors Service y Fitch Ratings han referido un compás de espera. Amén de sus obvios nexos con grandes bancas, son las mismas que calificaban AA a Bear Stearns y Lehman Brothers semanas antes de que ambas implosionaron, destino que compartió Merrill Lynch<br />
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Esas firmas suelen experimentar tremendos conflictos de intereses, pues les pagan las mismas entidades que califican. Ahora, las investigaciones federales sobre malas prácticas en S&P o la reacción europea a Moody’s y Fitch parecen bien orientadas. Pero, nuevamente, suenan a demasiado poco, demasiado tarde.<br />
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El trío proseguirá, si no lo paran, calificando organizaciones vinculadas al gobierno norteamericano que tienen grados AA o A. Ya ha ocurrido con las inmobiliarias paraestatales Fannie Mae y Freddie Mac. En semanas venideras, se viene una serie de degradaciones que infringirán daños irreparables a la economía y a la confianza del mercado. Se estima que la acción de la agencia elevará a US$ 150.000 millones anuales los mayores costos para obtener crédito para el sector público.<br />
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¿Qué significa todo eso y qué puede hacerse al respecto? Parte de la respuesta –señala DT-GBC- está en los países emergentes. Sus economías y mercados están en mejores condiciones que los países centrales. Pero, como en 2007/09, el Oeste puede afectar al Este. Así, cualquier baja en la demanda occidental pondrá en peligro la plaza de productos e insumos primarios. Aun así, las economías emergentes sobrevivirán relativamente mejor. Pero varios analistas tienen una mala noticia: esta nueva fase de la crisis occidental arriba cuando gobiernos y bancos centrales de los países desarrollados retienen relativamente escaso poder de fuego. Un ejemplo final: las tasas básicas en EE.UU. y Japón están en casi 0% anual</p>
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<p>En un alerta escueto pero inquietante, <em>Global Business Consulting</em>, filial de <em>Deustche Telekom</em>, señala que una combinación de factores negativos se cierne sobre las economías centrales. El panorama económico y financiero se ha deteriorado abruptamente en cuanto va de agosto y, por consiguiente, la actividad del sector privado se resentirá de este septiembre a febrero de 2013. Es decir, dieciocho meses. <br />
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La actual implosión financiera castiga a las principales economías en una fase por demás frágil. “Sería oportuno que ciertos gobiernos o bancos centrales –señala DT-GBC- anunciaran medidas para disminuir temores de que un pánico acentúe ventas de acciones que, a mediados de mes, sumaban US$ 4 billones alrededor del planeta. Pero, al parece, el corriente desmadre continuará causando estragos.<br />
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Resulta cada día más dificultoso vislumbrar qué podrían hacer políticos, banqueros y operadores para rectificar esta situación en el corto o mediano plazo. Este análisis pudo haberse hecho durante la recesión de 2008/09, que también exigió dos a tres años. Por ende, hoy los síntomas de otra –incertidumbre, escaso crecimiento, volatilidad- apuntan al lapso 2011/13.<br />
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Sólo que ahora existen mayores riesgos de caer en un efecto W. A lo sumo, el mejor escenario prevé que la economía real vacile sin rumbo fijo. Su lenta expansión, entonces, llevará varios años más para recobrarse del crac sistémico de 2007/10. En rigor, podría postularse una “maxirrecesión” que tomaría de 2008 a 2013 (¡seis años!), sobre todo en Estados Unidos y la Eurozona.<br />
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El componente tecnológico es asimismo inquietante. El mundo ha llegado a un punto donde las corridas contra títulos las conducen supercomputadoras que “conversan” entre sí a velocidad astronómica y venden millones de papeles a medida como caen sus precios. El extremo de lo especulativo se evidencia en una masa de derivados sin techo.<br />
Este trabajo empezó intentando ser un alerta conciso y explicar cómo se llegó a la presente situación. Adicionalmente, la idea es describir las mejores salidas asequibles y destacar algunas de las falencias incurridas. En fin, los autores sintetizarán qué significa todo eso para la economía mundial, las empresas y las entidades financieras. <br />
Entre los factores concomitantes a las actuales turbulencias, figuran los que siguen. Primero, la débil, frustrante y errática recuperación tras la crisis occidental de 2007/09. Segundo, los datos macroeconómicos (producto bruto interno), que acaban de revisarse hacia abajo por tercera vez en el año, mientras el desempleo seguía aflojando en forma por demás pausada.</p>
<p>Los emergentes</p>
<p>Tercero, la aparente desaceleración del crecimiento chino, prevista por el gobierno pero que sigue desvelando a los mercados especulativos. Si el menor ímpetu en Beijing se transformase en imprevisto o incontrolado, será catastrófico para la economía global. Igual puede decirse de Brasil, Japón o India.</p>
<p>En cuarto término, los ensayos de resistencia sobre noventa bancos europeos no contribuyeron precisamente a calmar resquemores ni generar confianza. En quinto lugar, el farsesco manejo de la insolvencia soberana griega pone en tela de juicio el liderazgo de la dirigencia regional. Empezando con los cortocircuitos entre la Comisión Europea, el Eurogrupo, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y algunos países claves.</p>