<p>Cada año, la compañía compila perspectivas para el futuro. Tras resumir el pasado inmediato, llega a conclusiones no siempre positivas. Formuladas en 2010, no sorprende que sus proyecciones partan de un escenario 2009 depresivo.<br />
Por ejemplo, la industria química norteamericana (factura dos billones anuales) trata aún de superar el peor año de que se tenga memoria. En el plano bancario, más de 120 entidades de todo tamaño cayeron en 2008/9 e hizo falta un billón de dólares en rescates para evitar un colapso generalizado. En tecnología, Microsoft sufrió en 2009 su primera baja de ingresos y las ventas de Intel (semiconductores) cedieron 11%. <br />
Además de las sombras proyectadas por una crisis sistémica en apariencia superada, las perspectivas sectoriales de Booz & Co contienen una severa advertencia. En efecto, un puñado de cambios estructurales subyacentes (demografía, consumo, sustentabilidad) tiene efectos más dislocantes superiores a los de la licuación financiera de 2006/9. Peor todavía, pues, si bien las empresas reconocen que deben transformarse para sobrevivir y tener éxito, se hallan por común mal equipadas para hacerlo. A muchas las faltan capacidades indispensables o estructuras adecuadas para responder a los cambios sobre la marcha.<br />
Crudos y gas natural son más susceptibles que la banca minorista a problemas de costos y tarifas. Los productos complejos se exponen a reconversiones más profundas que los servicios reales. A continuación, la firma echa una rápida mirada a químicos, banca minorista, tecnología, bienes de consumo y productos complejos. <br />
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<strong>1. Químicos</strong><br />
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La conversión de productos complejos en meros insumos industriales, ligada a la globalización, afectará durante años al sector químico. Sin embargo, la actividad vive una mezcla de negación y excesivo optimismo que la paraliza. Como resultado, estrategias y modelos operativos demoran en evolucionar. La caída de demanda parece haberse amortiguado, no sin antes haber causado bastante daño. El promedio de ventas torna a subir, aunque sólo partiendo de niveles severamente deprimidos; en ciertos casos, hasta 40% inferiores a los normales. Casi todo el crecimiento nuevo proviene de Asia oriental y sudoriental, donde los exportadores petroleros de Levante gozan de ventajas competitivas.<br />
Dicho simplemente, hay demasiada capacidad y márgenes poco viables, a medida como la nueva oferta de compañías con menores costos –en medio mundo- les disputan mercados al resto. Por su parte, quienes producen químicos especializados continúan vendiendo soluciones caras en nichos selectos. Pero estos segmentos no forman aún un mercado único ni son manufacturas de escala.<br />
En verdad, algunas tempranas tendencias en fusiones y adquisiciones apuntan a desplazamientos de poder en la industria química mundial. Así, tras haber tomado Nova Chemicals, la estatal IPIC (Abú Dhabi) negocia con Bayer Material Science. Mientras tanto, la india Reliance Industries estaba a punto a tomar los activos en quiebra de LyondellBasell Industries.<br />
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<strong>2. Banca minorista</strong><br />
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En el futuro, los bancos orientados al público menudo afrontarán debilitamiento de demanda en Occidente. El nivel de ahorro personal o familiar seguirá sostenido –salvo en Estados Unidos-, pero los ingresos se contraerán. Los bienes raíces vacilarán, mientras nuevas, severas normas y restricciones operativas afectarán las utilidades. <br />
En ese contexto, el foco se desplazará de conseguir más clientes a hacer más negocios con los actuales. Con ese objeto, los bancos deberán identificar cuidadosamente y captar oportunidades de crecimiento en la base existente. <br />
Éstos abarcan grupos prósperos y jubilados de altos ingresos. Ambas categorías probablemente tengan hoy menos ingresos o activos reales que hace tres años. Pero igual serán superiores y más redituables que los del resto. En el caso norteamericano, entretanto, los nacidos desde 1946 deberán ahorrar mejor e invertir con inteligencia. Por ende, los bancos han de ofrecer paquetes múltiples, transparentes y de bajo costo relativo. <br />
Por otra parte –señala el informe de Booz & Co.-, surge la generación Y, o sea los aportantes en edad laboral. Hacia 2025, constituirán 60 a 70% de la población activa. Sin duda, aproximarse a ellos será excelente negocio para los bancos minoristas. Para aprovecharlo, deberán integrarse mejor canales y propuestas. En particular Internet, claves para la g-Y.</p>
<p><strong>3. Bienes de consumo envasados</strong><br />
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En algunos decenios, las compañías dedicadas a ese tipo de productos (BCE) han desarrollado cadenas mundiales de abastecimiento cada vez más largas y difíciles de manejar. Aun sin extrapolar costos operativos, siempre en ascenso, ese factor plantea un riesgo: redes cuya creciente complejidad impida atender las necesidades de clientes locales. <br />
Por lo demás, las empresas no suelen sopesar el peligro de que estas complejas megacadenas distribuidoras generen cuellos de botella difíciles de administrar. Eso pone en riesgo inventarios, calidad y seguridad de servicios. Sencillamente, estas redes se armaron sobe modelos viejos. Reflejan un mundo donde los costros de energía, transporte, mano de obra y materias primas eran baratos. Tampoco había que lidiar con normas ecológicas ni organismos no gubernamentales (ONG). <br />
Las futuras cadenas, por el contrario, serán más flexibles, ambientalmente sensibles y adaptadas a gestiones más fragmentarias o complejas. Ya en la actualidad, las redes globales se hallan ante crecientes presiones para bajar costos de entrega, en buena parte derivados de insumos, energía y combustibles. Esta tendencia se intensificará a medida como gobienos o instancias multinacionales pongan precios a emisiones contaminantes –vía canje de bonos- y dicten más reglas sobre tratamiento de desechos orgánicos e inorgánicos. <br />
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<strong>4. Bienes complejos y entidades financieras</strong><br />
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Durante lo peor de la crisis sistémica, apunta Booz & Co., el mandato de accionistas e inversores a las cúpulas ejecutivas era claro e inequívoco para ambos sectores: mejorar dividendos y liquidez en flujos de efectivo. Esto valía especialmente para automotores, transportes, siderometalurgia, defensa, espacios y, claro, bancos universales.<br />
El <em>management </em>volvió la atención a lo básico, en particular recorte de costos y reestructuraciones en varios frentes Por ende, se desarrolló un obsesivo sentido de las prioridades. Pero, viéndolo bien, eran remedios de corto plazo que, en EE.UU. y Gran Bretaña, sólo exacerbaron los problemas industriales en un marco internacionalizado. Competidores de países emergentes –que no aplican recetas convencionales- continuaron trabajando en contextos de crecimiento real. Por tanto, pudieron desarrollar todo tipo de bienes complejos, capacidades críticas, cadenas de abastecimiento baratas y servicios financieros orientados a la producción, no a especulaciones.<br />
En verdad, los cambios globales en productividad son asombrosos. El Fondo Monetario Internacional señala que el producto bruto mundial se contrajo 1,1% en 2009. Pero las economías maduras (EE.UU., Eurozona, Japón) retrocedieron 3,4% en promedio. Mientras, la emergentes más dinámicas avanzaban 5% y China alcanzaba 7,5%. En 2010, el PBM podría llegar a 3,1%, con China rozando 8,4% e India 6,4%. <br />
Por el contrario, el PBI norteamericano podrá rebotar apenas 1,5% y la Unión Europea apenas 0,3%. ¿Cómo influye este cuadro en la competencia? Hasta la crisis, en general compañías y bancos de EE.UU. no debían rivalizar en expansión con el resto del planeta. Ahora, el escenario es inverso: muchos competidores recién venidos disputan porciones de sus mercados locales (cuando no son cautivos) y, al mismo tiempo, se abren camino en occidente. <br />
Por ejemplo, los nuevos gigantes industriales beneficiarios de la tercerización –“exportada” desde el Atlántico norte- han estado años desarrollando ingeniería, tecnologías y servicios. Hoy rivalizan con occidente. Así, tres de la cinco mayores automotrices del mundo están en Japón (Toyota), China (Chery) y Surcorea (Hyundai). Otra firma china, Zhejiang Geely, acaba de comprar la sueca Volvo, y Tata Motores (India) exporta ya el supereconómico coche Lak o Nano a Sudamérica y planea hacerlo a EE.UU. para 2012.<br />
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<strong>5. Tecnología</strong><br />
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El creciente poder de los países emergentes y sus mercados también redefinen el sector tecnológico. Vale decir, computadoras de todo tipo, electrónica de uso final, celulares, microprocesadores, <em>software</em>, redes, etc. Aun en tiempos de lenta expansión en las economías maduras, Booz & Co. espera que mucha iniciativa se mueva al sur (Brasil, México, Sudáfrica) o el este (China, India, Indonesia, Surcorea).<br />
En general, al crecimiento del mercado para <em>hardware </em>se centrará en China, India, Surcorea, Brasil, México y Sudáfrica. En el grupo, el número de usuarios de computadoras (PC, portátiles) crecerá a razón de 30% anual y totalizará unos 500 millones hacia 2012. En los cuatro primeros, los vendedores locales y las unidades más baratas encabezan la tendencia. <br />
Mientras tanto y pese a vacilaciones norteamericanas, la tercerización proseguirá alcanzando ya no sólo India o China, sino Vietnam, México, Brasil y otros puntos. El mismo proceso determina que varios mercados en desarrollo se tornen técnicamente más complejos.</p>