Industrias chinas, dragones que van tiñéndose de verde

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“Hace unos quince años, en Hongkong –recuerda Marshall Meyer, analista de Wharton-, el aire era diáfano. Hoy, las plantas de la región ponen todo gris. En poco tiempo, China se convirtió en unos de los mayores conglomerados contaminantes del globo”.

<p>En el bienio 2009/10, por cierto, el gigante puede desplazar a Estados Unidos como principal emisor mundial de mon&oacute;xido y di&oacute;xido de carbono, lamentable medida de fortaleza industrial. Por ende, muchos se preguntan hasta d&oacute;nde se prolongar&aacute; tanto auge industrial ligado a la degradaci&oacute;n del aire y el agua.<br />
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Ocurre m&aacute;s de la mitad de aguas dulces superficiales est&aacute; afectada, seg&uacute;n una reciente investigaci&oacute;n oficial. Siete de las diez urbes m&aacute;s perjudicadas del planeta son chinas, subraya la Organizaci&oacute;n Mundial de la Salud en un estudio. En el corto plazo, quiz&aacute; la recesi&oacute;n occidental mantenga los cielos s&iacute;nicos un poco m&aacute;s azules pero, con el tiempo, peligrar&aacute; la idea de que s&oacute;lo vale el crecimiento del producto bruto interno. Por lo menos, Knowledge@Wharton lo ve as&iacute;.<br />
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Por de pronto, algunos analistas coinciden con Meyer y estiman que los costos asociados a la degradaci&oacute;n ambiental implican por a&ntilde;o 12% del PBI chino. Adem&aacute;s, muchos van torn&aacute;ndose ecol&oacute;gicamente conscientes y presionan al gobierno central o los provinciales para acelerar cambios. Entre 2006 y 2009 hubo unas 200.000 manifestaciones superiores a cien personas cada una en protesta por la contaminaci&oacute;n terrestre e h&iacute;drica.<br />
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Para los industriales, el gradual cambio en Beijing &ndash;del crecimiento a cualquier precio a la disminuci&oacute;n de costos ambientales- genera tanto desaf&iacute;os cuanto oportunidades. As&iacute; se&ntilde;ala un informe de Wharton y Boston Coinsulting Group (BCG), cuyo objeto es averiguar qui&eacute;n ganar&aacute; o perder&aacute; si China se descontamina.<br />
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No hace mucho, las cuestiones ambientales eran muy secundarias para los funcionarios de varios niveles. Con 1.300 millones de bocas que alimentar, quienes tomaban decisiones ve&iacute;an en la ecolog&iacute;a una expresi&oacute;n est&eacute;tica, nunca un asunto de salud p&uacute;blica.<br />
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Parte de esa actitud reflejaba la novedad de ideas. Hist&oacute;ricamente, los chinos hac&iacute;an que el ambiente se adaptase a las necesidades de una poblaci&oacute;n enorme y expansiva. Antrop&oacute;logos y ge&oacute;logos han descubierto pruebas de los da&ntilde;inos efectos de la sobrecarga demogr&aacute;fica en suelos que datan del siglo VIII (era com&uacute;n). Durante centurias, los emperadores tendieron a privilegiar obras infraestructurales tan inmensas como la red de canales que une las cuencas de los r&iacute;os Amarillo (Huangho) y Azul (Yangdze). Sus consecuencias ecol&oacute;gicas&nbsp; fueron desastrosas.<br />
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Una serie de cat&aacute;strofes en los &uacute;ltimos a&ntilde;os, empero, ha dado vuelta la opini&oacute;n p&uacute;blica. El reciente caso del lago Tai ilustra el tipo de complejos problemas que una crisis ambiental puede crear en un pa&iacute;s tan densamente poblado. Ubicada sobre el delta del Yangdze, la laguna es un atractivo tur&iacute;stico cuyos islotes y neblinas han inspirado poemas y dibujos durante un milenio.<br />
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Al mismo tiempo, la laguna &ndash;parte de un sistema pr&oacute;ximo a la costa oriental- tambi&eacute;n alimenta a un vasto complejo qu&iacute;mico, sostiene la pesca y provee agua potable a millones. Tras a&ntilde;os de sobreexplotaci&oacute;n, Tai y otros espejos h&iacute;dricos implosionaron: en 2007/08 se cubrieron de algas verdiazules que generaban los contaminantes.<br />
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Los habitantes del &aacute;rea, en su mayor&iacute;a cultivadores de arroz, debieron dejar de beber o usar el agua en la cocina. &ldquo;Lo ocurrido en&nbsp; esas lagunas es una clara se&ntilde;al de alarma&rdquo; sostuvo el primer ministro Wen Jiabao. Crisis como &eacute;sa demuestran que, en aras de la seguridad y la estabilidad social, Beijing ya no puede optar por el crecimiento en desmedro del ambiente.<br />
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