<p>En el bienio 2009/10, por cierto, el gigante puede desplazar a Estados Unidos como principal emisor mundial de monóxido y dióxido de carbono, lamentable medida de fortaleza industrial. Por ende, muchos se preguntan hasta dónde se prolongará tanto auge industrial ligado a la degradación del aire y el agua.<br />
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Ocurre más de la mitad de aguas dulces superficiales está afectada, según una reciente investigación oficial. Siete de las diez urbes más perjudicadas del planeta son chinas, subraya la Organización Mundial de la Salud en un estudio. En el corto plazo, quizá la recesión occidental mantenga los cielos sínicos un poco más azules pero, con el tiempo, peligrará la idea de que sólo vale el crecimiento del producto bruto interno. Por lo menos, Knowledge@Wharton lo ve así.<br />
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Por de pronto, algunos analistas coinciden con Meyer y estiman que los costos asociados a la degradación ambiental implican por año 12% del PBI chino. Además, muchos van tornándose ecológicamente conscientes y presionan al gobierno central o los provinciales para acelerar cambios. Entre 2006 y 2009 hubo unas 200.000 manifestaciones superiores a cien personas cada una en protesta por la contaminación terrestre e hídrica.<br />
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Para los industriales, el gradual cambio en Beijing –del crecimiento a cualquier precio a la disminución de costos ambientales- genera tanto desafíos cuanto oportunidades. Así señala un informe de Wharton y Boston Coinsulting Group (BCG), cuyo objeto es averiguar quién ganará o perderá si China se descontamina.<br />
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No hace mucho, las cuestiones ambientales eran muy secundarias para los funcionarios de varios niveles. Con 1.300 millones de bocas que alimentar, quienes tomaban decisiones veían en la ecología una expresión estética, nunca un asunto de salud pública.<br />
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Parte de esa actitud reflejaba la novedad de ideas. Históricamente, los chinos hacían que el ambiente se adaptase a las necesidades de una población enorme y expansiva. Antropólogos y geólogos han descubierto pruebas de los dañinos efectos de la sobrecarga demográfica en suelos que datan del siglo VIII (era común). Durante centurias, los emperadores tendieron a privilegiar obras infraestructurales tan inmensas como la red de canales que une las cuencas de los ríos Amarillo (Huangho) y Azul (Yangdze). Sus consecuencias ecológicas fueron desastrosas.<br />
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Una serie de catástrofes en los últimos años, empero, ha dado vuelta la opinión pública. El reciente caso del lago Tai ilustra el tipo de complejos problemas que una crisis ambiental puede crear en un país tan densamente poblado. Ubicada sobre el delta del Yangdze, la laguna es un atractivo turístico cuyos islotes y neblinas han inspirado poemas y dibujos durante un milenio.<br />
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Al mismo tiempo, la laguna –parte de un sistema próximo a la costa oriental- también alimenta a un vasto complejo químico, sostiene la pesca y provee agua potable a millones. Tras años de sobreexplotación, Tai y otros espejos hídricos implosionaron: en 2007/08 se cubrieron de algas verdiazules que generaban los contaminantes.<br />
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Los habitantes del área, en su mayoría cultivadores de arroz, debieron dejar de beber o usar el agua en la cocina. “Lo ocurrido en esas lagunas es una clara señal de alarma” sostuvo el primer ministro Wen Jiabao. Crisis como ésa demuestran que, en aras de la seguridad y la estabilidad social, Beijing ya no puede optar por el crecimiento en desmedro del ambiente.<br />
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Industrias chinas, dragones que van tiñéndose de verde
Hace unos quince años, en Hongkong recuerda Marshall Meyer, analista de Wharton-, el aire era diáfano. Hoy, las plantas de la región ponen todo gris. En poco tiempo, China se convirtió en unos de los mayores conglomerados contaminantes del globo.