<strong>¿Volver a 1997/8?</strong><br />
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Un grupo de analistas y algunos economistas comparan los problemas en Europa oriental y sudoriental con la crisis sistémica de 1997/8, detonada en el sudeste asiático, que alcanzó Rusia, Ucrania, Turquía, Brasil, Argentina, etc.<br />
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En Ucrania –señala otro experto de Wharton, Richard Marston-, “más de 90% de la deuda pública sigue en moneda extranjera. Puede deducirse que 50% o más de los pasivos rumanos, búlgaros y húngaros están en divisas. En India, que sobrelleva bastante bien la tormenta, la cifra equivalente es apenas 5%. Como sucedió en 1997/8, pues, demasiada deuda en moneda fuerte puede llevar a corridas. Estamos ante una bomba de tiempo”. <br />
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En tanto Asia occidental, oriental y meridional pueden recurrir a las exportaciones para superar el trance, Europa central y oriental no encontrarán suficiente demanda para sus productos y servicios. ¿Por qué? Porque, a diferencia de hace once años, sus clientes de Europa occidental están ilíquidos.<br />
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Absorta en sus propios problemas, Europa occidental les ofrece escaso apoyo a los vecinos del este o el sudeste. A principios de marzo, la comisión europea rechazó el pedido húngaro por un rescate de US$ 241.000 millones. Ese gobierno acaba de desplomarse.<br />
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Otra cortina de hierro</strong><br />
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Angela Merkel, canciller de la mayor economía de la región, insistirá en la próxima cumbre del G-20 (2 de abril) en que cada caso se encare individualmente. La réplica de su colega húngaro, Ferenc Gyurcsany, fue fulminante: abandonó el cargo advirtiendo al oeste que “otra cortina de hierro se alzará en este continente. Sus consecuencias políticas y sociales pueden ser desastrosas”.<br />
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A criterio de Allen, “Merkel y otros líderes tal vez no quieran arriesgarse entregando cheques en blanco a países poco solventes. Eventualmente, empero, Europa occidental deberá hacer frente a los hechos, por desagradables que sean. Dejar caer el este o los Balcanes puede implicar quebrantos para bancos y otros negocios del oeste”. <br />
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Los problemas no se limitan al este y el sudeste. Un conjunto de gobiernos occidentales ha inyectado unos € 500.000 millones en sus sistemas financieros y ha garantizado mas de tres billones en préstamos. Pero buena parte ha ido a rescates en Irlanda, Islandia o hasta Gran Bretaña. <br />
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No obstante, algo de esos fondos llegará al este. A fin de febrero, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Mundial anunciaron € 31.000 millones en apoyo de aquellas economías. Apenas unas pocas, tardías gotas.
Durante estos meses, la zona acumuló deudas –fruto de bancos privados demasiado complacientes- y, ahora, un país tras otro orilla colapsos como el que acaba de hundir el gobierno de Hungría. Varios analistas temen que se trate de un fenómeno retroalimentado que salta de una economía a otra.<br />
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Su corolario podría ser olas migratorias originadas en Ucrania, Moldavia, Bielorrusia, Polonia, Eslovaquia, Letonia, Lituania o los Balcanes. En este último caso, esa región ya exporta masas de emigrantes, en particular rumanos, albaneses y gitanos. Sólo el creciente desempleo en Italia, Francia o España evita que esos contingentes se unan a moros y africanos. <br />
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En varios aspectos, el deterioro financiero al este y el sudeste de Alemania se parece a la implosión de Yugoslavia en los años 90. Sin el componente bélico, por supuesto. “Todo está muy interconectado, especialmente en la península europea desde los Urales hasta el Atlántico”, señalan Franklin Allen y Philip Nicholas, de la escuela de negocios Wharton (Universidad de Pennsilvania).<br />
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Las instituciones en economías emergentes o chicas “están muy expuestas a influencias exógenas, especialmente negativas”, subraya el segundo. Por otra parte, Europa oriental y sudoriental dependen mucho del sector agropecuario, sus monedas son inestables –estén o no en la UE- y padecen de alto endeudamiento.<br />
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<strong>Puntos vulnerables</strong><br />
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Por otra parte, señala Allen, “varios ex satélites de la URSS tienen todavía escasa experiencia en materia de mercados e industria. Todo es muy nuevo y eso genera diversas vulnerabilidades. En especial, dependencia de las exportaciones y crecientes déficit en cuenta corriente, pues en general compran más de lo que venden”.<br />
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El veloz crecimiento de esas economías derivaba de la demanda comercial y las inversiones occidentales (los fondos soberanos árabes no pusieron un centavo ahí). “Ambas corrientes se secan –apunta Nichols- a raíz del enfriamiento en el oeste europeo. Se han congelado proyectos, inversión externa directa y flujos comerciales. Inclusive, hay industrias que, presionadas en sus países de origen para repatriar actividades”. Francia hace punta en esa tendencia regresiva. <br />
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Los países por hoy más golpeados son Estonia, Letonia y Lituania. Para este año, el “Economist” prevé hasta 8,3% de declinación en los productos brutos internos. El bloque que forman República Checa, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Croacia y Eslovenia pueden retroceder una media de 0,5%.<br />
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Los balcánicos parecen menos expuestos: un promedio de 0,2% en los PBI de Rumania, Moldavia, Bulgaria, Serbia, Albania, Montenegro, Bosnia, Kósovo, Macedonia y Grecia. Rusia, Bielorrusia, Ucrania, el Cáucaso y Asia central pueden llegar a contraerse 2,2%.<br />
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<strong>Crédito imprudente</strong><br />
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La deuda es un gran componente del problema. En los últimos años, “las empresas de esa vasta zona –públicas, mixtas, privadas- han tomado en el oeste créditos en dólares y euros pues las tasas eran inferiores a los préstamos en moneda local”, indica Allen. “Un banco austríaco podía crear una hipoteca en euros sobre una propiedad polaca, abonando bastante menos que en zloty” (pesos oro).<br />
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Los banqueros estaban más que dispuestos a satisfacer la demanda de ese tipo. Pero la crisis financiera, detonada precisamente por malas hipotecas, ha hecho ceder las débiles monedas locales. Por ende, el repago de préstamos sube drásticamente, al haber sido emitidos en divisas. Por ejemplo, en un año –a marzo-, el pecio del euro en coronas ucranianas ha subido de siete a doce unidades.<br />
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“Hay una lógica huida a colocaciones fuertes. Eso significa –apunta Nichols- que todos disparan al dólar, el euro o a letras de la tesorería norteamericana. Naturalmente, los endeudados en divisas entran en cese de pagos y, por fin, los bancos zozobran bajo el peso de acreencias incobrables”.<br />
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Obviamente, esta crisis de insolvencia implica fuertes pérdidas para los bancos de Europa occidental y, por contagio, los de Estados Unidos. Un grupo de ellos ya acumula unos US$ 1,8 billones en rescates pasados y futuros.