miércoles, 25 de diciembre de 2024

Europa central y oriental ¿de regreso al subdesarrollo?

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Mayormente ex satélites soviéticos, algunos incorporados de apuro a la Unión Europea recién en 2005, estos países ya no le compran al oeste como hasta mediados de 2008. Es otro resultado de una crisis financiera desatada en escala internacional.

<strong>¿Volver a 1997/8?</strong><br />
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Un grupo de analistas y algunos economistas comparan los problemas en Europa oriental y sudoriental con la crisis sistémica de 1997/8, detonada en el sudeste asiático, que alcanzó Rusia, Ucrania, Turquía, Brasil, Argentina, etc.<br />
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En Ucrania –señala otro experto de Wharton, Richard Marston-, “más de 90% de la deuda pública sigue en moneda extranjera. Puede deducirse que 50% o más de los pasivos rumanos, búlgaros y húngaros están en divisas. En India, que sobrelleva bastante bien la tormenta, la cifra equivalente es apenas 5%. Como sucedió en 1997/8, pues, demasiada deuda en moneda fuerte puede llevar a corridas. Estamos ante una bomba de tiempo”. <br />
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En tanto Asia occidental, oriental y meridional pueden recurrir a las exportaciones para superar el trance, Europa central y oriental no encontrarán suficiente demanda para sus productos y servicios. ¿Por qué? Porque, a diferencia de hace once años, sus clientes de Europa occidental están ilíquidos.<br />
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Absorta en sus propios problemas, Europa occidental les ofrece escaso apoyo a los vecinos del este o el sudeste. A principios de marzo, la comisión europea rechazó el pedido húngaro por un rescate de US$ 241.000 millones. Ese gobierno acaba de desplomarse.<br />
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Otra cortina de hierro</strong><br />
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Angela Merkel, canciller de la mayor economía de la región, insistirá en la próxima cumbre del G-20 (2 de abril) en que cada caso se encare individualmente. La réplica de su colega húngaro, Ferenc Gyurcsany, fue fulminante: abandonó el cargo advirtiendo al oeste que “otra cortina de hierro se alzará en este continente. Sus consecuencias políticas y sociales pueden ser desastrosas”.<br />
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A criterio de Allen, “Merkel y otros líderes tal vez no quieran arriesgarse entregando cheques en blanco a países poco solventes. Eventualmente, empero, Europa occidental deberá hacer frente a los hechos, por desagradables que sean. Dejar caer el este o los Balcanes puede implicar quebrantos para bancos y otros negocios del oeste”. <br />
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Los problemas no se limitan al este y el sudeste. Un conjunto de gobiernos occidentales ha inyectado unos € 500.000 millones en sus sistemas financieros y ha garantizado mas de tres billones en préstamos. Pero buena parte ha ido a rescates en Irlanda, Islandia o hasta Gran Bretaña. <br />
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No obstante, algo de esos fondos llegará al este. A fin de febrero, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Mundial anunciaron € 31.000 millones en apoyo de aquellas economías. Apenas unas pocas, tardías gotas.

Durante estos meses, la zona acumul&oacute; deudas &ndash;fruto de bancos privados demasiado complacientes- y, ahora, un pa&iacute;s tras otro orilla colapsos como el que acaba de hundir el gobierno de Hungr&iacute;a. Varios analistas temen que se trate de un fen&oacute;meno retroalimentado que salta de una econom&iacute;a a otra.<br />
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Su corolario podr&iacute;a ser olas migratorias originadas en Ucrania, Moldavia, Bielorrusia, Polonia, Eslovaquia, Letonia, Lituania o los Balcanes. En este &uacute;ltimo caso, esa regi&oacute;n ya exporta masas de emigrantes, en particular rumanos, albaneses y gitanos. S&oacute;lo el creciente desempleo en Italia, Francia o Espa&ntilde;a evita que esos contingentes se unan a moros y africanos. <br />
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En varios aspectos, el deterioro financiero al este y el sudeste de Alemania se parece a la implosi&oacute;n de Yugoslavia en los a&ntilde;os 90. Sin el componente b&eacute;lico, por supuesto. &ldquo;Todo est&aacute; muy interconectado, especialmente en la pen&iacute;nsula europea desde los Urales hasta el Atl&aacute;ntico&rdquo;, se&ntilde;alan Franklin Allen y Philip Nicholas, de la escuela de negocios Wharton (Universidad de Pennsilvania).<br />
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Las instituciones en econom&iacute;as emergentes o chicas &ldquo;est&aacute;n muy expuestas a influencias ex&oacute;genas, especialmente negativas&rdquo;, subraya el segundo. Por otra parte, Europa oriental y sudoriental dependen mucho del sector agropecuario, sus monedas son inestables &ndash;est&eacute;n o no en la UE- y padecen de alto endeudamiento.<br />
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<strong>Puntos vulnerables</strong><br />
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Por otra parte, se&ntilde;ala Allen, &ldquo;varios ex sat&eacute;lites de la URSS tienen todav&iacute;a escasa experiencia en materia de mercados e industria. Todo es muy nuevo y eso genera diversas vulnerabilidades. En especial, dependencia de las exportaciones y crecientes d&eacute;ficit en cuenta corriente, pues en general compran m&aacute;s de lo que venden&rdquo;.<br />
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El veloz crecimiento de esas econom&iacute;as derivaba de la demanda comercial y las inversiones occidentales (los fondos soberanos &aacute;rabes no pusieron un centavo ah&iacute;). &ldquo;Ambas corrientes se secan &ndash;apunta Nichols- a ra&iacute;z del enfriamiento en el oeste europeo. Se han congelado proyectos, inversi&oacute;n externa directa y flujos comerciales. Inclusive, hay industrias que, presionadas en sus pa&iacute;ses de origen para repatriar actividades&rdquo;. Francia hace punta en esa tendencia regresiva. <br />
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Los pa&iacute;ses por hoy m&aacute;s golpeados son Estonia, Letonia y Lituania. Para este a&ntilde;o, el &ldquo;Economist&rdquo; prev&eacute; hasta 8,3% de declinaci&oacute;n en los productos brutos internos. El bloque que forman Rep&uacute;blica Checa, Hungr&iacute;a, Polonia, Eslovaquia, Croacia y Eslovenia pueden retroceder una media de 0,5%.<br />
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Los balc&aacute;nicos parecen menos expuestos: un promedio de 0,2% en los PBI de Rumania, Moldavia, Bulgaria, Serbia, Albania, Montenegro, Bosnia, K&oacute;sovo, Macedonia y Grecia. Rusia, Bielorrusia, Ucrania, el C&aacute;ucaso y Asia central pueden llegar a contraerse 2,2%.<br />
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<strong>Cr&eacute;dito imprudente</strong><br />
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La deuda es un gran componente del problema. En los &uacute;ltimos a&ntilde;os, &ldquo;las empresas de esa vasta zona &ndash;p&uacute;blicas, mixtas, privadas- han tomado en el oeste cr&eacute;ditos en d&oacute;lares y euros pues las tasas eran inferiores a los pr&eacute;stamos en moneda local&rdquo;, indica Allen. &ldquo;Un banco austr&iacute;aco pod&iacute;a crear una hipoteca en euros sobre una propiedad polaca, abonando bastante menos que en zloty&rdquo; (pesos oro).<br />
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Los banqueros estaban m&aacute;s que dispuestos a satisfacer la demanda de ese tipo. Pero la crisis financiera, detonada precisamente por malas hipotecas, ha hecho ceder las d&eacute;biles monedas locales. Por ende, el repago de pr&eacute;stamos sube dr&aacute;sticamente, al haber sido emitidos en divisas. Por ejemplo, en un a&ntilde;o &ndash;a marzo-, el pecio del euro en coronas ucranianas ha subido de siete a doce unidades.<br />
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&ldquo;Hay una l&oacute;gica huida a colocaciones fuertes. Eso significa &ndash;apunta Nichols- que todos disparan al d&oacute;lar, el euro o a letras de la tesorer&iacute;a norteamericana. Naturalmente, los endeudados en divisas entran en cese de pagos y, por fin, los bancos zozobran bajo el peso de acreencias incobrables&rdquo;.<br />
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Obviamente, esta crisis de insolvencia implica fuertes p&eacute;rdidas para los bancos de Europa occidental y, por contagio, los de Estados Unidos. Un grupo de ellos ya acumula unos US$ 1,8 billones en rescates pasados y futuros.

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