sábado, 11 de enero de 2025

{Ecología y energía} El derrame de BP cambia los ejes del negocio petrolero

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Como resultado del derrame, tras hundirse la Deepwater Horizon, el sector hidrocarburos afronta profundas mutaciones de proyección mundial. No sólo en lo financiero, sino en lo ecológico: siguen muriendo peces a quince metros bajo la superficie

<p>Hasta ahora, los efectos del desastre en el negocio de hidrocarburos sol&iacute;an descuidarse. Tanto en Estados Unidos cuanto en el resto del planeta, la industria sufrir&aacute; alteraciones profundas. Distintos ser&aacute;n los tipos de empresa que sobrevivan o fracasen, mientras las formas de operar vayan cambiando con el transcurso del tiempo. <br />
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Para entender, es preciso centrarse en aspectos espec&iacute;ficos del negocio que sean perjudicados por el desastre. Sin duda, los riesgos siempre han sido inherentes a los sistemas, extraordinariamente complejos, para explorar y explotar petr&oacute;leo. Sea en tierra, sea bajo el mar. Para peor, las tendencias sectoriales elevan esos factores, en particular los pol&iacute;ticos. A la saz&oacute;n, los yacimientos m&aacute;s accesibles y rendidores, incluyendo los de Levante y Rusia, son propiedad casi excluyente de compa&ntilde;&iacute;as petroleras nacionales (CPN). L&iacute;deres privados (CPP) como ExxonMobil, British Petroleum o Royal Dutch/Shell tienen cada vez menor acceso a reservas de primer nivel.<br />
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La necesidad de mejorar posiciones negociadoras lleva a estas CPP mayores a tomar riesgos crecientes, operando en &aacute;reas remotas, dif&iacute;ciles o inestables, tipo &Aacute;frica subsahariana, el &Aacute;rtico o altamar. Los ingresos de las CPP, pues, tienden a deteriorarse o exponerse a accidentes, como en el caso de BP. En t&eacute;rminos simples, las multinacionales deber&aacute;n subir apuestas o poner en juego tecnolog&iacute;as m&aacute;s radicales para detectar y aprovechar reservas. Perforan a 1.500 metros de profundidad o en aguas glaciales exige niveles de inversi&oacute;n equivalentes a los de la exploraci&oacute;n espacial. <br />
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Hasta la crisis sist&eacute;mica de 2006/09, las grandes petroleras gestionaban de dos maneras los riesgos en el entorno. Por una parte, realizaban una serie de ensayos para restringir pr&aacute;cticas peligrosas: la seguridad de personas e instalaciones era prioridad (salvo en el caso de BP). Por la otra, en las pr&aacute;cticas cotidianas, esas mismas firmas adoptaban actitudes &ldquo;mitigadoras&rdquo; y permit&iacute;an a los contratistas directos o a los managers resolver situaciones sobre la marcha.<br />
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Esto ya no ser&aacute; posible, pues el derrame causado por la Deepwater Horizon ha agudizado preocupaciones por la seguridad y la calidad del entorno. Por ende, en adelante el acceso a reservas mundiales &ndash;para todas las compa&ntilde;&iacute;as, estatales o privadas- quedar&aacute; constre&ntilde;ido por mayores regulaciones. As&iacute;, en aguas profundas, a las petroleras se les exigir&aacute;n m&aacute;s garant&iacute;as en materia de seguridad y ambiente como requisitos para obtener o prorrogar licencias<br />
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En Occidente, las sanciones regulatorias por faltas, transgresiones o delitos ya se aplican con m&aacute;s rigor. Desde que, en 1988, la plataforma Piper Alpha explot&oacute; en el mar del Norte, dejando 167 muertos, Gran Breta&ntilde;a instituy&oacute; uno de los reg&iacute;menes m&aacute;s duros en cuanto a seguridad en hidrocarburos. Una iniciativa de Estados Unidos, reestructurar el servicio federal de miner&iacute;a (FMS) para intensificar la supervisi&oacute;n en los sectores petr&oacute;leo y gas natural, puede ser emulada en muchos pa&iacute;ses. Ello involucra Asia (occidental, meridional, oriental), Latinoam&eacute;rica y partes de &Aacute;frica donde las regulaciones son espor&aacute;dicas o negligentes.</p>

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