<p> El primer hecho tuvo enormes, obvias implicaciones en el balance regional. Ahora éste se desequilibra, con la “primavera árabe” modificando equilibrios, derrumbando autócratas (Túnez, Libia, Egipto) o incendiando países como Yemen, Siria o Bahrein.</p>
<div>En rigor, las ciudadelas del petróleo pueden cambiar de sitio. Si no todas, al menos una proporción apreciable quizá regrese al hemisferio occidental, aunque no necesariamente a los mismos puntos de su geografía anterior. Hasta el ascenso de proveedores musulmanes durante los 60 (Saudiarabia, Irak, Irán, los emiratos del golfo Pérsico), predominaban Estados Unidos, Canadá, México, Colombia, Venezuela, Aruba y Trinidad-Tobago.<br />
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<div>Las razones para aquel desplazamiento de oeste a este eran en parte técnicas, en parte geopolíticas. Los geólogos sabían desde mucho tiempo atrás (1916) que las tres Américas contenían una abundancia de hidrocarburos no convencionales, atrapada en yacimientos submarinos, esquistos terrestes, arenas bituminosas y formaciones de crudos pesados. <br />
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<div>La dotación estadounidense de petróleo de esos tipos supera los dos billones de barriles. También se han detectado 2,4 billones en aguas brasileñas. En contraste, los recursos convencionales de Levante y África suman apenas 1,2 billones. Por supuesto, el problema americano siempre ha sido cómo explotar rentablemente las formaciones no convencionales del hemisferio occidental. <br />
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<div>No obstante, desde principios de este siglo la industria petrolera ha logrado resolver buena parte del intríngulis. Con el auxilio de perforadoras verticales y otras innovaciones, la producción de gas esquistósico en EE.UU ha dado hasta 2010 un salto de casi nada a 15 ó 20% del abasto total de gas natural. Hacia 2040, podría representar más de 50%. Estas transformaciones han dado vuelta la industria. Antes, la obsesión era cubrir las necesidades de gas natural, hoy se trata de encontrar compradores para eventuales excedentes. Dentro o fuera de país. <br />
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<div>Mientras tanto, la extracción petrolera norteamericana en tierra, condenada durante tres decenios por predicciones de decadencia inexorable, parece a punto de protagonizar un inesperado retorno. Ya asoma la extracción de crudos esquistosos, un proceso técnicamente complejo partiendo de sedimentos. Se cree que, en pocos años, se producirán alrededor de 1.500.000 barriles diarios, sólo en Texas y las grandes llanuras. Vale decir, 8% del consumo nacional.<br />
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<div>Estos acontecimientos llevan a una pregunta:¿qué más la industria de hidrocarburos podrá lograr si los precios internacionales siguen coyunturalmente altos y la tecnología progresa? El cuadro en otras partes de América también es promisorio. Por ejemplo, se estima que Brasil tiene capacidad de bombear 2.000.000 barriles diarios de crudos bajo mil metros de salitre submarino en el Atlántico sudoccidenal</div>
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América será otra vez gran productor de gas y petróleo
Durante más de 65 años, el centro de gravedad en la oferta de combustibles fósiles estuvo en Levante, desde el Magreb hasta la península arábiga, el mar Caspio y África occidental. Una de esas áreas, Medio oriente, era el pivote. Con nueva tecnología, EE.UU y el resto del continente serán otra vez productores de primer orden.