<p>En efecto, los alcances del gigante (hasta hace poco reducto de un mito autóctono, la calidad total) y subsidiarias van desde vehículos hasta bienes raíces. Por supuesto, es líder nacional en capitalización bursátil y el segundo empleador del Sol Naciente. Tal es su influencia que el Wall Street Journal llama a Japón “Toyotalandia”.</p>
<p>Más importante es que ex ejecutivos de la empresa se hayan diseminado por los estamentos de gobierno, como sucedía con gente de Goldman Sachs en el departamento norteamericano del Tesoro. En sus respectivas esferas, eran los lobistas más poderosos de ambos países. Pero, a diferencia de GS, el dominio de Toyota pertenece a la economía real, no a las especulaciones financieras.<br />
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En 2009, 48% de los autos vendidos en Japón eran Toyota, Lexus o Prius. Los problemas de la compañía, además, coinciden con reveses institucionales como el colapso del partido Demócrata –en el poder desde 1948- o la bancarrota de Japan AirLines.<br />
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Otrora intocable, al grupo se le formulan hoy preguntas molestas sobre control de calidad, fiabilidad y reputación. Para colmo, las dudas se centran en el coche mejor vendido en el archipiélago, justamente el híbrido Prius, y su sistema de frenos.<br />
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Hasta confirmarse oficialmente el defecto, los usuarios japoneses estaban al margen del aluvión negativo originado en EE.UU.</p>
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Tropiezos de Toyota con el gobierno japonés
El grupo primero mundial en tamaño- es un componente clave en la tercera economía del planeta, luego de Estados Unidos y China. Casi la mitad de los japoneses, además, maneja coches Toyota. Como el emperador y el primer ministro.