La decisión de los diputados, junto con el mandato de completar la transición a TV digital a principios de 2009 (o sea, en tres años), se incluye en una ley presupuestaria pasada, el lunes, por escaso margen: 212 a 206 votos. Sus clásulas sobre ese tema, pendientes de aprobación senatorial, son de capital importancia para la TV abierta, el cable, la telefonía inalámbrica, banda ancha y la industrla que fabrica aparatos.
Como parte del proceso, se determina la entrega a cada familia de hasta dos cupones (de US$ 40), para financiar “cajas conversoras” y evitar que los televisores se tonan de pronto inútiles el 17 de febrero de 2009. A partir de esa fecha, quedarán inválidas las licencias de transmisión analógica de señales en todo Estados Unidos.
Dicho de otro modo, quien no tenga un convesor en casa dejará de ver TV.
Pero tal es el peso de los intereses creados –especialnmenre sobre la bancada republicana- que el fin de la TV analógica se ha programado para dos semanas después del “supertazón”. Vale decir, el torneo de básquetbol aupiciado por la National Collegiate Athletic Association.
Quienes apoyan la reforma sostienen que da bastante tiempo para una transición ordenada y significará miles de millones para el fisco, vía reventa de licencis analógicas que serán devueltas por las estaciones televisuales. A su vez, estas licencias de espectro serán muy buscadas por proveedores de telefonía inalámbrica y banda ancha. La misma ley, de paso, creará un progamra por hasta mil millones para que los servicios de emergencia mejoren sus sistemas de comunicación.
Pero diversos grupos de usuarios objetan que los fondos asignados al programa de reconversión (US$ 990 a 1.500 millones), no alcanzarán ni de lejos para cubrir todos los televisores analógicos. Muchas familias precisarán gastar veinte dólares adicionales o más por mes, si el aparato de casa no tiene conexión a cable o satélite. En cuanto a los cupones de US$ 40, no podrán sumarse para adquirir un conversor, cuyo precio promedio es US$ 60.
Se estima que, en EE.UU., hay 70 a 80 millones de aparatos analógicos en uso sin conexiones a servicios de cable ni satélite. Igualmente, expertos del negocio cree que –dentro de tres años- la gente tendrá muchos más televisores digitales que analógicos. Otro problema surge por el lado de las compañías prestadoras de TV: modificar sus sistemas de emisión, a fin de no perjudicar a los más 50 millones de abonados a cables analógicos.
Este sector ha tratado de que el congreso les permita reconvertir señales digitales de nuevo en analógicas, ante de enviarlas a los espectadolres. Eso sería mucho más fácil y económico que remplazar las cajas negras instaladas encima de cada aparato. Pero las reformas aprobadas por los diputadores se orientan al negocio inalámbrico y de banda ancha –cuyo cabildeo es muy influyente en el congreso-, no al de la televisión ni su público.
Las licencias analógicaa a repartir en futuras siubastas despiertas enrome interés debido a ciertas características. Una consiste en cubrir largas distancias y penetrar fácilmente edificios. Por ende, telefónicas celulares y otros interesados presionan a la Comisión Federal de Comunicaciones para acelrar esas subastas, que recién empezarían en 2008 y podrían aportar al fisco ingresos de por los menos US$ 10.000 millones. O sea, lo bastante para pagar quince días de guerra en Irak.
La decisión de los diputados, junto con el mandato de completar la transición a TV digital a principios de 2009 (o sea, en tres años), se incluye en una ley presupuestaria pasada, el lunes, por escaso margen: 212 a 206 votos. Sus clásulas sobre ese tema, pendientes de aprobación senatorial, son de capital importancia para la TV abierta, el cable, la telefonía inalámbrica, banda ancha y la industrla que fabrica aparatos.
Como parte del proceso, se determina la entrega a cada familia de hasta dos cupones (de US$ 40), para financiar “cajas conversoras” y evitar que los televisores se tonan de pronto inútiles el 17 de febrero de 2009. A partir de esa fecha, quedarán inválidas las licencias de transmisión analógica de señales en todo Estados Unidos.
Dicho de otro modo, quien no tenga un convesor en casa dejará de ver TV.
Pero tal es el peso de los intereses creados –especialnmenre sobre la bancada republicana- que el fin de la TV analógica se ha programado para dos semanas después del “supertazón”. Vale decir, el torneo de básquetbol aupiciado por la National Collegiate Athletic Association.
Quienes apoyan la reforma sostienen que da bastante tiempo para una transición ordenada y significará miles de millones para el fisco, vía reventa de licencis analógicas que serán devueltas por las estaciones televisuales. A su vez, estas licencias de espectro serán muy buscadas por proveedores de telefonía inalámbrica y banda ancha. La misma ley, de paso, creará un progamra por hasta mil millones para que los servicios de emergencia mejoren sus sistemas de comunicación.
Pero diversos grupos de usuarios objetan que los fondos asignados al programa de reconversión (US$ 990 a 1.500 millones), no alcanzarán ni de lejos para cubrir todos los televisores analógicos. Muchas familias precisarán gastar veinte dólares adicionales o más por mes, si el aparato de casa no tiene conexión a cable o satélite. En cuanto a los cupones de US$ 40, no podrán sumarse para adquirir un conversor, cuyo precio promedio es US$ 60.
Se estima que, en EE.UU., hay 70 a 80 millones de aparatos analógicos en uso sin conexiones a servicios de cable ni satélite. Igualmente, expertos del negocio cree que –dentro de tres años- la gente tendrá muchos más televisores digitales que analógicos. Otro problema surge por el lado de las compañías prestadoras de TV: modificar sus sistemas de emisión, a fin de no perjudicar a los más 50 millones de abonados a cables analógicos.
Este sector ha tratado de que el congreso les permita reconvertir señales digitales de nuevo en analógicas, ante de enviarlas a los espectadolres. Eso sería mucho más fácil y económico que remplazar las cajas negras instaladas encima de cada aparato. Pero las reformas aprobadas por los diputadores se orientan al negocio inalámbrico y de banda ancha –cuyo cabildeo es muy influyente en el congreso-, no al de la televisión ni su público.
Las licencias analógicaa a repartir en futuras siubastas despiertas enrome interés debido a ciertas características. Una consiste en cubrir largas distancias y penetrar fácilmente edificios. Por ende, telefónicas celulares y otros interesados presionan a la Comisión Federal de Comunicaciones para acelrar esas subastas, que recién empezarían en 2008 y podrían aportar al fisco ingresos de por los menos US$ 10.000 millones. O sea, lo bastante para pagar quince días de guerra en Irak.