<p>Audaz y poco diáfano, el magnate transformó un rejunte de US$ 300 millones en la mayor aseguradora privada mundial, cuya capitalización en 2005 sumaba US$ 158.000 millones. Pero apenas cumplidos los ochenta, fue obligado a renunciar en medio de un enorme escándalo, luego magnificado por las crisis financieras en Estados Unidos y Gran Bretaña.<br />
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Como parte de maniobras todavía no del todo aclaradas, una serie de intervenciones del entonces secretario del Tesoro (Henry Paulson,ex director de Goldman Sachs, firma involucrada en derivados de AIG) significó la quema de US$ 170.000 millones en dinero de los contribuyentes para salvar de la liquidación a la aseguradora.<br />
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Desde este lunes, Greenberg afronta un nuevo proceso en Nueva York, ahora por US$ 4.300 millones en acciones de AIG, ocultos en un extraño holding para “gastos personales” fundado en 1970. La nueva conducción del grupo ya estatizado (80% del paquete pertenece al gobieno) descubrió por casualidad esa “caja chica”.<br />
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Estaba a nombre de Cornelius van der Staar, a su vez titular de una aseguradora establecida en Shanghai (1969) y legada a Greenberg tras la muerte del testaferro holandés. Ahora bien ¿quién es el defensor en la causa? Nadie menos de Theodore Wells, abogado de Michael Milken (Drexel Burham Lambert), inventor en 1987 de los bonos chatarra. Más tarde el letrado representó a Scott Liby, asesor principal del vicepresidente Richard Cheney en el “ciagate”.</p>
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Misterio en un proceso a Greenberg, ex patrón de AIG
La clave parece ser una caja fuerte que custodiaba títulos por US$ 4.300 millones de American International Group. Maurice Greenberg juntó en 1968 varias aseguradoras en esa firma de nombre absurdo, que manejó férreamente 38 años hasta caer en 2006.