Las cifras sobre el hambre en China no paran de crecer. Para procurar alimentos para sus habitantes han hecho adquisiciones estrategicas. La compra del frigorífico Smithfield Foods por US$ 4700 va en esa dirección como lo fue, en su momento, la adquisición de Cofco Corp y Tully Sugar, de Australia.
La transacción, en este caso, puede contarse entre las más grande en el sector alimenticio en más de una década.
Es parte de la estrategia de Beijing de asegurar materias primas para su economía en constante crecimiento. Empresas bajo control estatal, o grupos inversores fuertemente direccionados, han hecho apuestas de alto perfil en otros sectores, como el energético, pero no en el sector de alimentos.
La compra de Smithfield, que se especializa en el procesamiento de carne de cerdo, marca que para los ciudadanos chinos, al menos, no cualquier comida es adecuada. A medida que el consumidor se vuelve más exigente comienza a demandar proteínas de mayor calidad. El consumo de carne chino ha aumentado 8% en el último año y se pone a la par con Corea del Sur.
Ejecutivos chinos confesaron recientemente que están buscando hacerse de marcas de consumo masivo en mercados diversos como Australia, Estados Unidos y Brasil. Teniendo en cuenta cómo se ha diversificado el consumo de carne chinos, la próxima compra sea de un frigorífico vacuno que ha duplicado su precio en el país asiático desde 2007.
De alguna manera depender solamente del mercado interno para producir alimentos es un error estratégicos que las empresas chinas están corrigiendo.