A menos de que hagamos algo al respecto, el número de personas que queden excluidas del mercado digital crecerá cada vez más, lo que generará más disparidad de la que hoy ya existe.
Es evidente que no se podrán resguardar todos estos trabajos, pero sí existe la posibilidad de proteger a la gente y para ello se hace necesario brindarles las herramientas y el entrenamiento necesarios para que puedan desarrollar las habilidades que les permitirán ser exitosos en las organizaciones y emprendimientos del futuro cercano.
Cuando se habla de entrenamiento no se trata de habilidades técnicas, sino más bien apuntado al “mindset”, donde los empleados posean una mentalidad flexible y permeable a los procesos de aprender, desaprender y volver a aprender. En este marco, la capacitación que deben brindar las organizaciones (o “upskilling” según solemos escuchar), es preparar a la gente para un futuro inmediato basado en tecnología y para un mundo digital que permitirá estar a la altura de lo que el futuro nos trae.
Es importante entender cómo la tecnología impacta en nuestro trabajo, conocer el uso básico de las herramientas y lo que se puede hacer con ellas sin que necesariamente se requiera ser expertos en sus diversas aplicaciones. La capacitación profunda debe estar destinada a grupos más chicos, para poder luego formar equipos multidisciplinarios integrados por gente que conoce el trabajo y otra que aporta su saber tecnológico.
¿Cómo tienen que preparase las empresas?
En primer lugar, deben crear el ambiente adecuado que motive aprender y actualizarse, y ello requiere de un liderazgo correcto y una cultura de aprendizaje permanente. Deben brindar entrenamiento y tener los mecanismos apropiados para que la gente use la tecnología, no le tema, y comprenda los beneficios de usarla.
Hablar de transformación digital es hablar sobre transformación cultural y en su raíz, es hablar sobre personas. Debemos poder conectar la tecnología con cómo la gente resuelve problemas, trabaja en equipos, toma riesgos para poder resolver algo de manera diferente e innovadora. Debemos empoderar a la gente para que se decida a usar la tecnología cuando probablemente se sienten inseguros y ello ocurrirá cuando en el equipo de trabajo haya confianza, integridad, colaboración y contención.
Se suele afirmar que el ser humano se resiste al cambio, lo que puede ser cierto, pero también lo es que se ve facilitado cuando se puede comprender los beneficios de cambiar. El avance de la tecnología nos ha demostrado que el aprendizaje no termina en la universidad y aquellas empresas que infunden una cultura de “aprendiz permanente” son las que estarán mejor posicionadas sin perder de vista que, en el largo plazo, las habilidades “blandas” como la resolución de problemas, manejo del conflicto, resiliencia, colaboración, adaptabilidad, inteligencia emocional, entre otras, seguirán siendo clave para los ejecutivos y, al menos por ahora, no serán reemplazadas por la tecnología.
(*) Socio de PwC Argentina – Líder de Digital & Automatización para la red de Centros de Servicios de PwC US.