Todo esto se supo gracias a la filtración de algunos archivos de cuentas bancarias y puso al descubierto prácticas de evasión impositiva. La casa central del Banco admitió que su sucursal suiza pudo haber ayudado a sus clientes a esconder dinero y evadir impuestos.
Los archivos, que llegaron a manos de una serie de prestigiosos diarios internacionales, revelan que el banco:
Permitía a sus clientes retirar ladrillos de dinero, muchas veces en monedas extranjeras de poca utilidad en Suiza.
Ofrecía planes que permitían a los clientes evadir impuestos en Europa.
Conspiró con clientes para esconder cuentas negras no declaradas a sus respectivas autoridades impositivas.
Abrió cuentas a criminales internacionales, empresarios corruptos y otros individuos de alto riesgo.
Los archivos cubren de 2005 a 2007 pero hablan de unas 30.000 cuentas con activos que ascienden a los US$ 120.000 millones.