En esos ejemplos se trata, respectivamente, de imitar a Honda, Nike, Blueberry y Wal-Mart. Pero hay casos bastante gordos. Uno es el de Shanghai Automotive Industry corporation (SAIC), socia de grandes empresas europeas y norteamericanas.
La firma, donde participan los estados central y provincial, fracaso en el intento de comprar la marca británica Rover. De inmediato, sus ejecutivos lanzaron “Roe-we”, que en chino suena exactamente como su célebre modelo inglés. Ahora, es la última en una larga serie de “marcas equívocas”, pero eficaces en mercado todavía fácil de engañar.
Por supuesto, algunas de las marcas originales se sienten perjudicadas y están accionando, aunque con escasas posibilidades de éxito. Estas cosas ocurren, además, porque también el desarrollo de marcas (“branding”) es todavía algo exótico en China. Por el contrario, es toda una obsesión –a veces exagerada- en Estados Unidos, Japón y Europa occidental.
En buena parte de Occidente, por cierto, las compañías y hasta algunos países han generado un negocio paralelo, repleto de asesores y consultores, destinado a crear imágenes o elegir nombres, logotipos e isotipos. Menos ortodoxas, sus colegas chinas se sienten más cómodas imitado a empresas establecidas, fuertes en sus sectores. Total, la propiedad intelectual también es una rareza.
En síntesis, no existe una tradición de respetar marcas registradas, por lo cual las compañías chinas suele adoptar nombres de fantasía, más o menos similares a los extranjeros. Pero, sostienen algunos expertos, esto empieza a cambiar, al menos entre grandes conglomerados. Así ocurre con Lenovo Group, gigante local de computación, y Qinghao Haier (electrónica), que compiten internacionalmente con sus marcas.
También ayuda la ola de demandas judiciales iniciada en 2005. Por ejemplo, la japonesa Honda Motor ganó un juicio contra un fabricante de motos marca “Hong-da”. Entretanto, la industria automortriz ve con recelos a Chery Automobile, cuyo nombre suena sospechosamente parecido a Chevy, un clásico de General Motors. Esta compañía demandó a Chery por copiar el compacto Chevy Spark. Ambas alcanzaron meses atrás un acuerdo cuyos términos siguen inexplicablemente en secreto.
Wu-mar Stores, cadena minorista china de veloz crecimiento, llama atención por un nombre demasiado similar al de Wal-Mart, en el mismo tipo de negocio. Ni siquiera se salva la vanguardia tecnológica. Una operadpra celular presentó en abril un dispositivo llamado “Redberry”, marca muy afín a la Blackberry de la canadiense Research in Motion. Este nombre es muy popular en las tres Américas.
En esos ejemplos se trata, respectivamente, de imitar a Honda, Nike, Blueberry y Wal-Mart. Pero hay casos bastante gordos. Uno es el de Shanghai Automotive Industry corporation (SAIC), socia de grandes empresas europeas y norteamericanas.
La firma, donde participan los estados central y provincial, fracaso en el intento de comprar la marca británica Rover. De inmediato, sus ejecutivos lanzaron “Roe-we”, que en chino suena exactamente como su célebre modelo inglés. Ahora, es la última en una larga serie de “marcas equívocas”, pero eficaces en mercado todavía fácil de engañar.
Por supuesto, algunas de las marcas originales se sienten perjudicadas y están accionando, aunque con escasas posibilidades de éxito. Estas cosas ocurren, además, porque también el desarrollo de marcas (“branding”) es todavía algo exótico en China. Por el contrario, es toda una obsesión –a veces exagerada- en Estados Unidos, Japón y Europa occidental.
En buena parte de Occidente, por cierto, las compañías y hasta algunos países han generado un negocio paralelo, repleto de asesores y consultores, destinado a crear imágenes o elegir nombres, logotipos e isotipos. Menos ortodoxas, sus colegas chinas se sienten más cómodas imitado a empresas establecidas, fuertes en sus sectores. Total, la propiedad intelectual también es una rareza.
En síntesis, no existe una tradición de respetar marcas registradas, por lo cual las compañías chinas suele adoptar nombres de fantasía, más o menos similares a los extranjeros. Pero, sostienen algunos expertos, esto empieza a cambiar, al menos entre grandes conglomerados. Así ocurre con Lenovo Group, gigante local de computación, y Qinghao Haier (electrónica), que compiten internacionalmente con sus marcas.
También ayuda la ola de demandas judiciales iniciada en 2005. Por ejemplo, la japonesa Honda Motor ganó un juicio contra un fabricante de motos marca “Hong-da”. Entretanto, la industria automortriz ve con recelos a Chery Automobile, cuyo nombre suena sospechosamente parecido a Chevy, un clásico de General Motors. Esta compañía demandó a Chery por copiar el compacto Chevy Spark. Ambas alcanzaron meses atrás un acuerdo cuyos términos siguen inexplicablemente en secreto.
Wu-mar Stores, cadena minorista china de veloz crecimiento, llama atención por un nombre demasiado similar al de Wal-Mart, en el mismo tipo de negocio. Ni siquiera se salva la vanguardia tecnológica. Una operadpra celular presentó en abril un dispositivo llamado “Redberry”, marca muy afín a la Blackberry de la canadiense Research in Motion. Este nombre es muy popular en las tres Américas.