Cada vez que pensamos en salir hacia el lugar de trabajo, tomar un transporte público, autopista o nuestro automóvil, podría ser algo agotador, sobre todo en hora pico. Hoy, debido al Covid-19 y el estado de aislamiento, muchos de nuestras tareas se transformaron reemplazando lo presencial por lo virtual y remoto.
Este escenario nos replantea, no sólo la manera de trabajar, sino también nuestra forma de “estar siendo” en este momento. Para muchos, compatibilizar con los chicos en casa y tener que trabajar, para otros, estar solos y no tener con quién conversar, son algunos de los aspectos que condicionan nuestro “bien-estar”.
Así, el “home office” nos plantea algunos desafíos en esta época de aislamiento obligatorio, donde la interacción social se ve afectada. Solíamos ir a tomar un café en algún “recreo” con las personas que veíamos día a día, compartimos largas horas y proyectos, conversábamos de todo un poco, y eso hoy quedó interrumpido. La sensación de pertenecer se va desvaneciendo y la previsibilidad del contexto quedó abruptamente interrumpida.
Es aquí donde se torna sumamente importante la intervención de los líderes en pos de mantener al equipo cohesionado, conectado y con la moral alta. ¿Cómo podemos colaborar como líderes en este contexto?: promoviendo y construyendo empatía en nuestros equipos, ahora, completamente virtuales ya que están integrados por personas que necesitan ser capaces de entenderse unos a otros (incluso emocionalmente) para trabajar juntos eficientemente.
La empatía es más difícil de aplicar a la distancia que cara a cara (pensemos en cómo reaccionamos frente a un operador de un centro de atención telefónica o ante alguien que no nos atiende de forma presencial), y en este contexto actual, es la única manera que tenemos de relacionarnos.
Conocer sobre el otro es una buena manera para cultivar la empatía: ¿con qué personas está transitando la cuarentena?, ¿está en soledad?, ¿cómo se siente?, ¿está bien de salud?, y no tiene que ser un tema muy personal, sino que puede compartirse lo que se está viendo por la ventana, algo gracioso, alguna comida. Conocer algo más de las otras personas, sus expectativas, sueños, miedos, historias, activa ciertas partes del cerebro que se relacionan con la empatía y nos impulsa a generar mejores dinámicas de equipo.
Seguramente las videollamadas donde podemos ver el rostro de nuestro interlocutor generan más cercanía y colaboración que otros medios de comunicación, a la vez que nos ayudan a sentirnos “parte” y humanizar esas voces que oímos a la distancia. Algún almuerzo virtual compartido o una merienda contando cosas divertidas, nos pueden servir como medios de interacción distendidos, generando lazos y sensibilidad por el otro.
Para todo ello, hay algo muy importante y primordial: ¡estar bien nosotros mismos! Ocuparnos de nuestro equilibrio físico, mental, emocional y espiritual, es de vital importancia en estos tiempos, generando las condiciones para estar motivados, comprometidos y con la energía necesaria para ser apoyo del equipo, familia y de la comunidad.
Algunos breves tips
- Físico:
- Realizar algún tipo de ejercicio físico en el espacio en el que pasamos nuestro aislamiento (movernos: bailar, saltar a la soga, limpiar con música, etc.).
- Si nos cuesta dormir y estamos inquietos durante la noche, dejar una hoja de papel y lápiz cerca nuestro, para volcar allí todo lo que ronda en nuestra cabeza y de esa manera sabemos que al despertar atenderemos aquello que nos preocupa.
- Mental:
- Establecer límites para las tareas que estamos realizando, para comenzar y terminar con ese tema y no estirarlo más de la cuenta.
- Quitar las notificaciones del celular, con el objetivo de enfocarnos en lo que hacemos y poner la energía en ello.
- Emocional:
- Mostrar aprecio y gratitud: estudios muestran que quienes mantienen periódicamente una actitud de gratitud, poseen mayor bienestar físico, emocional y social. Enviar mensajes agradeciendo el compromiso o la contribución positiva en alguna actividad específica durante el día, genera un impacto positivo en las personas e impulsa a imitar esta acción entre los miembros del equipo.
- Interesarse por las personas del equipo: preguntar ¿“Cómo te sentís hoy?”, aceptando respuestas más allá que “bien” o “mal”, sino contestaciones que expresen emociones y estados de ánimo. Enunciarlas en voz alta nos hace conscientes de nuestro sentir y tomar responsabilidad sobre el mismo, colaborando a hacernos cargo de nuestra emocionalidad.
- Espiritual
- Agendar: usa el calendario para programar la rutina, aún el tiempo de ocio y de almuerzo. Tiene un impacto psicológico positivo cuando anotás algo en tu calendario. Lo que está allí es un compromiso (o debería serlo) y es más probable que se lleve a cabo y no sea pospuesto o menos importante que otras actividades.
- Centrarse en lo positivo: enfocate en lo que más te gusta, desafía y completa del propósito de tu trabajo, en vez de en lo que te disgusta. Planificá dedicarle más tiempo a lo que te gusta y no dejarlo como “premio”, luego de lo que menos te gratifica. Alterná entre ambas cosas para sentirte mejor, tener más energía y compromiso.
Es bueno recordar que esto va a pasar y que vamos a salir más resilientes, con temas madurados y con algunas ideas más claras. Seguramente, vamos a poner en perspectiva muchas cosas que dábamos por hechas y nuestra valoración sobre ellas.
Actuar con empatía y hacer actos desinteresados por los otros genera un empoderamiento personal que nos hace más fuertes y nos colma de un extra de energía para atravesar situaciones desafiantes.
No siempre sabremos qué va a suceder o cómo saldrán las cosas. Pero sí sabremos que contamos con el equipo adecuado.
(*) Gerente de People & Change de PwC Argentina