Petróleo: suben las reservas, pero cede la producción

En 1998-2003, las reserva cubicadas de crudos y gas de ChrevronTexaco subieron 14%, o sea más de mil millones de barriles. Pero, año a año, los pozos han estado rindiendo menos y la extracción en ese lapso descendió 15%.

16 junio, 2004

ChevronTexaco no es la única grande cuya producción baja pese a reservas en alza, pero es la que muestra mayor brecha. Mientras el mundo se pregunta si el abastecimiento podrá afrontar una demanda firme, las tendencias productivas de las compañías cotizantes en bolsa son poco promisorias.

En conjunto, la industria ha agotado casi todas las reservas fácilmente explotables del planeta, fuera de Levante. Hoy trata de mantener volúmenes de extracción, no ya de elevarlos. Los temores sobre futuros déficit han sido este año factor clave en el casi 20% de aumento de crudos. Las cuatro principales petroleras poseen apenas 4% de las reservas mundiales (en general, controladas por gobiernos), pero son fundamentales para detectar tendencias, pues deben informar a las autoridades reguladores, cada año, sobre producción y reservas.

Históricamente, reservas cubicadas y explotación se han comportado en forma paralela. Hoy, la relación se ha roto y los expertos difieren en cuanto a por qué. Si bien las reservas son meras estimaciones, en Estados Unidos las normas federales exigen calcularlas con cautela. Entretanto, algunos analistas y las propias compañías no parecen alarmarse ante el declive de extracción. Se limitan a augurar que ésta repuntará pronto, a medida como algunos grandes proyectos cristalicen.

Según ChevronTexaco, la extracción seguirá achatándose hasta fines de 2005 y recomenzará a subir en 2006, con el aporte de yacimientos en Chad, Kazajstán, Venezuela y Angola. Pero no es la primera vez que CT promete revertir declives. En 2002, anunció que la producción repuntará más de 20% entre 2003 y 2006. Obviamente, esa proyección quedó descartada. Royal Dutch/Shell, tercera petrolera del mundo, confesó haber exagerado reservas de crudos y gas en hasta 22%, o sea unos 4.500 millones de barriles.

Autoridades y jueces de Estados Unidos y la Unión Europea están investigando a la empresa, que en marzo despidió al presidente, Philip Watts. Al respecto, expertos independientes sostienen que RD/S demuestra una cosa: a veces, las empresas burlan normas para satisfacer el intenso apetito por ganancias típico de Wall Street.

En los 90, muchas compañías (tecnología, telecomunicaciones, informática, servicios) empleaban agresivos instrumentos contables –no todos lícitos- para satisfacer presiones de accionistas e inversores y presentar mejores balances. Hoy en día, las petroleras están en igual situación.

Deliberadamente o no, pues, “muchas firmas pueden haber asentado reservas técnica o económicamente inviables”, sostiene Matthew Simmons, inversor institucional de Houston que teme una eventual crisis en el abastecimiento petrolero. “Los de afuera, autoridades inclusive, no podemos saber a ciencia cierta si las estimaciones son correctas o no. Va a haber más casos tipo Shell”.

En realidad, reguladores y observadores no pueden saber si las compañías estiman adecuadamente las reservas. Son cálculos en extremo complejos y las empresas no revelan datos sobre producción primaria y cateos sísmicos, indispensables para verificar sus cifras. Tampoco se hacen auditorías externas.

De cualquier manera, las cuatro grandes extraen una pequeña fracción de los hidrocarburos mundiales: en 2003, juntas aportaron 3.200 millones de barriles, alrededor de un décimo del total global. Amén de 4% de reserva (unos 40.000 millones de barriles), el cuarteto controla unos 150 billones de m3 de gas natural, equivalentes a 25.000 barriles de crudo.

Nadie sabe realmente cuánto petróleo queda en el planeta o si los yacimientos conocidos podrían exprimirse más, en casos de demanda extraordinaria. Las estimaciones van de un billón a dos billones de barriles remanentes, o sea 34/68 años de consumo a los niveles presentes. Saudiarabia afirma contar con 260.000 millones de barriles cubicados.

Pero estas proyecciones distan de ser precisas. En la mayoría de países, los detalles sobre extracción y reservas son secretos celosamente guardados. Durante los 80, los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo elevaron abruptamente las estimaciones, porque las cuotas se basaban parcialmente en las reservas de cada estado.

A la larga, la extracción en sí es la prueba clave de que hay reservas, pero hoy la relación entre ambos términos tiende a debilitarse. En ExxonMobil, las reservas de crudos subieron de 9.600 millones a 12.100 millones de barriles (+26%) en el decenio 1994-2003. Pero la producción bajó 2%, de 909 a 893 millones de barriles. CT presenta un sesgo parecido.

Simmons cree que la contracción productiva trasunta mala calidad de datos. A su juicio, las compañías tienen que brindar mejor información yacimiento por yacimiento. “Tenemos una pila de datos inútiles, justamente cuando es imperativo evaluar inversiones multimillonarias en áreas de alto riesgo político o tecnológico”.

A su vez, la consultora PFC Energy (Washington, París) estima que la desaceleración productiva marca un período transicional en las propias empresas. “Zonas tradicionalmente productoras empiezan a agotarse. Pero sus substitutos potenciales están en área más riesgosas. En general, eso y la firme demanda hacen temer que los precios de hidrocarburos continuarán altos en el futuro previsible”.

ChevronTexaco no es la única grande cuya producción baja pese a reservas en alza, pero es la que muestra mayor brecha. Mientras el mundo se pregunta si el abastecimiento podrá afrontar una demanda firme, las tendencias productivas de las compañías cotizantes en bolsa son poco promisorias.

En conjunto, la industria ha agotado casi todas las reservas fácilmente explotables del planeta, fuera de Levante. Hoy trata de mantener volúmenes de extracción, no ya de elevarlos. Los temores sobre futuros déficit han sido este año factor clave en el casi 20% de aumento de crudos. Las cuatro principales petroleras poseen apenas 4% de las reservas mundiales (en general, controladas por gobiernos), pero son fundamentales para detectar tendencias, pues deben informar a las autoridades reguladores, cada año, sobre producción y reservas.

Históricamente, reservas cubicadas y explotación se han comportado en forma paralela. Hoy, la relación se ha roto y los expertos difieren en cuanto a por qué. Si bien las reservas son meras estimaciones, en Estados Unidos las normas federales exigen calcularlas con cautela. Entretanto, algunos analistas y las propias compañías no parecen alarmarse ante el declive de extracción. Se limitan a augurar que ésta repuntará pronto, a medida como algunos grandes proyectos cristalicen.

Según ChevronTexaco, la extracción seguirá achatándose hasta fines de 2005 y recomenzará a subir en 2006, con el aporte de yacimientos en Chad, Kazajstán, Venezuela y Angola. Pero no es la primera vez que CT promete revertir declives. En 2002, anunció que la producción repuntará más de 20% entre 2003 y 2006. Obviamente, esa proyección quedó descartada. Royal Dutch/Shell, tercera petrolera del mundo, confesó haber exagerado reservas de crudos y gas en hasta 22%, o sea unos 4.500 millones de barriles.

Autoridades y jueces de Estados Unidos y la Unión Europea están investigando a la empresa, que en marzo despidió al presidente, Philip Watts. Al respecto, expertos independientes sostienen que RD/S demuestra una cosa: a veces, las empresas burlan normas para satisfacer el intenso apetito por ganancias típico de Wall Street.

En los 90, muchas compañías (tecnología, telecomunicaciones, informática, servicios) empleaban agresivos instrumentos contables –no todos lícitos- para satisfacer presiones de accionistas e inversores y presentar mejores balances. Hoy en día, las petroleras están en igual situación.

Deliberadamente o no, pues, “muchas firmas pueden haber asentado reservas técnica o económicamente inviables”, sostiene Matthew Simmons, inversor institucional de Houston que teme una eventual crisis en el abastecimiento petrolero. “Los de afuera, autoridades inclusive, no podemos saber a ciencia cierta si las estimaciones son correctas o no. Va a haber más casos tipo Shell”.

En realidad, reguladores y observadores no pueden saber si las compañías estiman adecuadamente las reservas. Son cálculos en extremo complejos y las empresas no revelan datos sobre producción primaria y cateos sísmicos, indispensables para verificar sus cifras. Tampoco se hacen auditorías externas.

De cualquier manera, las cuatro grandes extraen una pequeña fracción de los hidrocarburos mundiales: en 2003, juntas aportaron 3.200 millones de barriles, alrededor de un décimo del total global. Amén de 4% de reserva (unos 40.000 millones de barriles), el cuarteto controla unos 150 billones de m3 de gas natural, equivalentes a 25.000 barriles de crudo.

Nadie sabe realmente cuánto petróleo queda en el planeta o si los yacimientos conocidos podrían exprimirse más, en casos de demanda extraordinaria. Las estimaciones van de un billón a dos billones de barriles remanentes, o sea 34/68 años de consumo a los niveles presentes. Saudiarabia afirma contar con 260.000 millones de barriles cubicados.

Pero estas proyecciones distan de ser precisas. En la mayoría de países, los detalles sobre extracción y reservas son secretos celosamente guardados. Durante los 80, los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo elevaron abruptamente las estimaciones, porque las cuotas se basaban parcialmente en las reservas de cada estado.

A la larga, la extracción en sí es la prueba clave de que hay reservas, pero hoy la relación entre ambos términos tiende a debilitarse. En ExxonMobil, las reservas de crudos subieron de 9.600 millones a 12.100 millones de barriles (+26%) en el decenio 1994-2003. Pero la producción bajó 2%, de 909 a 893 millones de barriles. CT presenta un sesgo parecido.

Simmons cree que la contracción productiva trasunta mala calidad de datos. A su juicio, las compañías tienen que brindar mejor información yacimiento por yacimiento. “Tenemos una pila de datos inútiles, justamente cuando es imperativo evaluar inversiones multimillonarias en áreas de alto riesgo político o tecnológico”.

A su vez, la consultora PFC Energy (Washington, París) estima que la desaceleración productiva marca un período transicional en las propias empresas. “Zonas tradicionalmente productoras empiezan a agotarse. Pero sus substitutos potenciales están en área más riesgosas. En general, eso y la firme demanda hacen temer que los precios de hidrocarburos continuarán altos en el futuro previsible”.

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