Los fondos buitres no quieren que Argentina sea un ejemplo (23-XI)

En realidad, la meta de Charles Dallara y su “lobby” no es tanto bloquear la oferta argentina, sino impedir que se constituya en precedente. La estrategia fue sugerida a Jacques Larosière por gente del FMI, escaldada por el caso Tailandia.

23 noviembre, 2004

Respecto de la desmedida reacción en los mercados especulativos locales responde más bien a un alza de acciones y bonos ya demasiado sostenida en tiempo y amplitud. También pesó la polémica entre Roberto Lavagna y Bank of New York: varios bancos norteamericanos ordenaron vender cualquier cosa, en Buenos Aires, para “castigar” al ministro.

Eso se notó inclusive en el exterior, porque el cabildeo que maneja Dallara (el Institute for International Finance, IIF) difundió –sugestivamente, vía un diario conservador italiano- un “informe confidencial de su centro de estudios”. Ahí se afirma, sin mayores detalles, que “Argentina dispone de excedentes presupuetarios más que suficientes para mejorar la oferta de bonistas privados”.

El trabajo está firmado por Josef Ackermann (Deutsche Bank), punto de Hans Eichel, pero proviene de Dallara, poder real en el IIF. Pero, esta vez, los voceros habituales del “lobby bonista” en el Río de la Plata no se apresuraron a difundir ese informe. En parte, porque toma datos de la tercera revisión trimestral hecha por el Fondo, congelada arbitrariamente por Rodrigo Rato, por lo cual es difícil esgrimir sus números como sustento de la tesis IIF.

Por supuesto, el 4,9% de retroceso accionario y el 4% sufrido por bonos era atribuido, por los analistas, a una lectura negativa hecha por el mercado sobre la demora en el canje de la deuda. En medio de eso, Tulio Zamba –que dice representar algo inexistente — “los consumidores bancarios italianos”- sostuvo que esa operación “no tendrá futuro”. Lo mismo dijo el alemán Hans Humes, del “comité de bonistas”.

Anticipando ese tipo de maniobras, Lavagna había señalado que “ya no deben meterse más comisionistas, lobbies ni quienes se decidan a presiones políticas. Los bonistas que no entren en este canje podrían quedarse afuera indefinidamente”. Asi replicó la andanada de aprietes durante el fin de semana.

Con apoyo de los habituales columnistaa allegados al negocio financiero local, Larosière, ex FMI, Eichel –ministro alemán de Hacienda- y William Rhodes (Citigroup), viejos enemigos de Buenos Aires, han demorado el cronograma de canje. Pero, detrás de ellos opera Dallara, cabildero de fondos buitres.

Dallara se escuda en el IIF, de suyo un “lobby” del negocio bancario, y el ex director gerente del FMI es un jubilado subsidiado por un banco francés. Por supuesto, también entran en la ofensiva el suizo Nicola Stock y el germano Humes. El grupo consiguió el viernes dos cosas: que en Bank of New York no firmase el contrato con el gobierno argentino para timonear el canje y que la Commissione per società e borse (Consob, Italia) difiriese la aceptación del documento final.

Como siempre, en aras de pequeños rentistas locales, aunque existan ya fallos judiciales –tres italianos y el reciente de Thomas Griesa, Nueva York- que tornan poco efectiva esta acción. Pero, apelando a sus fluidos contactos con la derecha, Stock hizo presionar a la entidad desde el propío gabinete de Silvio Berlusconi.

No obstante, según Economía ambos ataques no hacen al fondo del canje y “sólo provocan demoras en la gira fuera del país”. En Italia, la actitud de la Consob postega el lanzamiento del 29 de este mes al 17 del próximo. Pero no lo anula. En cuanto a la inconducta de Bank of New York, demorará la presentación en Estados Unidos –el IIF puede influir sobre presuntos substitutos-, aunque Lavagna insista en que arrancará el lunes 29.

Cada uno de los influyentes personajes reclutados por Dallara para la ofensiva –Larosière, Eichel, Rhodes- “hizo muchos llamados telefónicos para trabar el canje por cualquier medio a su alcance”, señalaban allegados a Lavagna.

Las peculiares aristas políticas que explican la inesperada decisión de la Consob quedaron en descubierto por un extraño pedido. En efecto, la comisión quería saber si “el ministro argentino de Economía y su secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, están autorizados para conducir el canje”. Obviamente la entidad con sede en Milán no tuvo tiempo de fabricar mejores argumentos, ante un pedido directo de Domenico Siniscalco, titular de Economía italiano y amigo personal de Stock. Eso no sorprende en un gobierno a cuyo primer ministro le han pedido ocho años de cárcel por corruptor de jueces.

Por supuesto, no queda mucho tiempo para encontrarle reemplazo al Bank of New York. Hay contactos con JP Morgan Chase (tiene una división experta en canje de bonos) y Merrill Lynch. En otro plano, Economía inicia el canje en Buenos Aires aceptando que participen bonistas extranjeros, vía agentes de la Caja de Valores.

Carece de asidero, mientras tanto, la versión de que la ausencia argentina en la reciente reunión de los veinte principales bancos centrales del mundo haya pesado contra el canje. Esencialmente, porque el tema eran los déficit combinados de EE.UU. y los riesgos de un dólar en perpetua licuación (ver “mercados y finanzas”). En cuanto a presiones, dejando de lado las personales de Eichel vía medios y “analistas” rioplatenses, las hubo –y duras- sobre China para que revalúe el yüan.

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Respecto de la desmedida reacción en los mercados especulativos locales responde más bien a un alza de acciones y bonos ya demasiado sostenida en tiempo y amplitud. También pesó la polémica entre Roberto Lavagna y Bank of New York: varios bancos norteamericanos ordenaron vender cualquier cosa, en Buenos Aires, para “castigar” al ministro.

Eso se notó inclusive en el exterior, porque el cabildeo que maneja Dallara (el Institute for International Finance, IIF) difundió –sugestivamente, vía un diario conservador italiano- un “informe confidencial de su centro de estudios”. Ahí se afirma, sin mayores detalles, que “Argentina dispone de excedentes presupuetarios más que suficientes para mejorar la oferta de bonistas privados”.

El trabajo está firmado por Josef Ackermann (Deutsche Bank), punto de Hans Eichel, pero proviene de Dallara, poder real en el IIF. Pero, esta vez, los voceros habituales del “lobby bonista” en el Río de la Plata no se apresuraron a difundir ese informe. En parte, porque toma datos de la tercera revisión trimestral hecha por el Fondo, congelada arbitrariamente por Rodrigo Rato, por lo cual es difícil esgrimir sus números como sustento de la tesis IIF.

Por supuesto, el 4,9% de retroceso accionario y el 4% sufrido por bonos era atribuido, por los analistas, a una lectura negativa hecha por el mercado sobre la demora en el canje de la deuda. En medio de eso, Tulio Zamba –que dice representar algo inexistente — “los consumidores bancarios italianos”- sostuvo que esa operación “no tendrá futuro”. Lo mismo dijo el alemán Hans Humes, del “comité de bonistas”.

Anticipando ese tipo de maniobras, Lavagna había señalado que “ya no deben meterse más comisionistas, lobbies ni quienes se decidan a presiones políticas. Los bonistas que no entren en este canje podrían quedarse afuera indefinidamente”. Asi replicó la andanada de aprietes durante el fin de semana.

Con apoyo de los habituales columnistaa allegados al negocio financiero local, Larosière, ex FMI, Eichel –ministro alemán de Hacienda- y William Rhodes (Citigroup), viejos enemigos de Buenos Aires, han demorado el cronograma de canje. Pero, detrás de ellos opera Dallara, cabildero de fondos buitres.

Dallara se escuda en el IIF, de suyo un “lobby” del negocio bancario, y el ex director gerente del FMI es un jubilado subsidiado por un banco francés. Por supuesto, también entran en la ofensiva el suizo Nicola Stock y el germano Humes. El grupo consiguió el viernes dos cosas: que en Bank of New York no firmase el contrato con el gobierno argentino para timonear el canje y que la Commissione per società e borse (Consob, Italia) difiriese la aceptación del documento final.

Como siempre, en aras de pequeños rentistas locales, aunque existan ya fallos judiciales –tres italianos y el reciente de Thomas Griesa, Nueva York- que tornan poco efectiva esta acción. Pero, apelando a sus fluidos contactos con la derecha, Stock hizo presionar a la entidad desde el propío gabinete de Silvio Berlusconi.

No obstante, según Economía ambos ataques no hacen al fondo del canje y “sólo provocan demoras en la gira fuera del país”. En Italia, la actitud de la Consob postega el lanzamiento del 29 de este mes al 17 del próximo. Pero no lo anula. En cuanto a la inconducta de Bank of New York, demorará la presentación en Estados Unidos –el IIF puede influir sobre presuntos substitutos-, aunque Lavagna insista en que arrancará el lunes 29.

Cada uno de los influyentes personajes reclutados por Dallara para la ofensiva –Larosière, Eichel, Rhodes- “hizo muchos llamados telefónicos para trabar el canje por cualquier medio a su alcance”, señalaban allegados a Lavagna.

Las peculiares aristas políticas que explican la inesperada decisión de la Consob quedaron en descubierto por un extraño pedido. En efecto, la comisión quería saber si “el ministro argentino de Economía y su secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, están autorizados para conducir el canje”. Obviamente la entidad con sede en Milán no tuvo tiempo de fabricar mejores argumentos, ante un pedido directo de Domenico Siniscalco, titular de Economía italiano y amigo personal de Stock. Eso no sorprende en un gobierno a cuyo primer ministro le han pedido ocho años de cárcel por corruptor de jueces.

Por supuesto, no queda mucho tiempo para encontrarle reemplazo al Bank of New York. Hay contactos con JP Morgan Chase (tiene una división experta en canje de bonos) y Merrill Lynch. En otro plano, Economía inicia el canje en Buenos Aires aceptando que participen bonistas extranjeros, vía agentes de la Caja de Valores.

Carece de asidero, mientras tanto, la versión de que la ausencia argentina en la reciente reunión de los veinte principales bancos centrales del mundo haya pesado contra el canje. Esencialmente, porque el tema eran los déficit combinados de EE.UU. y los riesgos de un dólar en perpetua licuación (ver “mercados y finanzas”). En cuanto a presiones, dejando de lado las personales de Eichel vía medios y “analistas” rioplatenses, las hubo –y duras- sobre China para que revalúe el yüan.

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