La Unión Europea trata de renegociar los textiles con China

Peter Mandelson, comisionado de comercio en Bruselas, envió una misión a Beijing para renegociar cuotas de importaciónl. Ocurre que hay 75 millones de piezas de indumentaria chinas detenidas en puertos europeos.

25 agosto, 2005

Montones de pulóveres, pantalones, calzoncillos, bombachas, corpiños, etc., empiezan a pagar tasas de almacenamiento en los muelles más caros del mundo. Tratando de atenuar un papelón, Mandelson admitió esta semana que “estamos ante una grave falla reglamentaria en el sistema de cuotas”.

A toda esa ropa se le impidió ingresar en la UE, luego de que distribuidores y minoristas del área corrieran a adelantar pedidos, para cubrirse de las inminentes cuotas. En poco tiempo, todo límite fue arrasado. El jueves, varias cámaras comercial de la UE advirtieron que las tiendan afrontarían severas faltas de mercaderías si no se llegase a un arreglo con los chinos. Algunas cadenas, por el contrario, señalaron que la cosa no era para tanto. Pero las autoridades portuarias y aduaneras están aterrorizadas.

Por su parte, el irascible Mandelson debía dar marcha atrás en una de sus primeras iniciativas como comisionado del rubro. No hace mucho, impuso cuotas temporarias, calificándolas como “una solución mutuamente aceptable que permitirá una transición ordenada hacia un sistema definitivo”. Pero, al expirar anteriores restricciones (por imperio de la Organización Mundial de Comercio, en enero), toda la UE se largó a importar textiles, adelantándose al régimen de Mandelson.

Visto desde Beijing, el proceso parecía por demás desordenado. Durante el último fin de semana, por ejemplo, los barcos chinos han empezado a anclar más allá de aguas territoriales, para ahorrarse secuestros, confiscaciones y otros problemas. Era, en efecto, un papelón internacional.

Cámaras y asociaciones de minoristas europeos sostienen que el sistema de cuotas fue mal manejado desde el principio y se lanzó demasiado pronto para que los importadores ubicasen nuevas fuente de abastecimiento. Mandelson rechazó esas acusaciones. “Este acuerdo tomó meses, no días, y todos cononocpían sus plazos y otros detalles”, se cansó de repetir.

En general, mayoristas y minoristas insisten en que la Comisión Europea se puso al lado de los fabricantes y contra el comercio, en “una actitud miope”. Ocurre que la venta al detalle emplea 26 millones de personales, aunque muchas no actúen en rubros textiles, señala Ralf Kamphöner (Eurcommerce). A su vez, la industria ocupa sólo 2.500.000 y representa 7% de la manufactura regional, subraya Euratex, el “lobby” de los fabricantes. “El futuro de la UE no está en camisetas ni bombachas”, replica Kamphöner.

En cuanto a la prensa, la mayoría de los medios ha tomado partido por los importadores, “pues los precios de indumentaria son tan escandalosos como los márgenes de utilidad”, señalaba el “Financial Times”. “Lo malo –recordaba ‘Die Welt’- es que la OMC, árbitro en este lío, esté en manos de Pascal Lamy, viejo campeón del proteccionismo a ultranza”.

Montones de pulóveres, pantalones, calzoncillos, bombachas, corpiños, etc., empiezan a pagar tasas de almacenamiento en los muelles más caros del mundo. Tratando de atenuar un papelón, Mandelson admitió esta semana que “estamos ante una grave falla reglamentaria en el sistema de cuotas”.

A toda esa ropa se le impidió ingresar en la UE, luego de que distribuidores y minoristas del área corrieran a adelantar pedidos, para cubrirse de las inminentes cuotas. En poco tiempo, todo límite fue arrasado. El jueves, varias cámaras comercial de la UE advirtieron que las tiendan afrontarían severas faltas de mercaderías si no se llegase a un arreglo con los chinos. Algunas cadenas, por el contrario, señalaron que la cosa no era para tanto. Pero las autoridades portuarias y aduaneras están aterrorizadas.

Por su parte, el irascible Mandelson debía dar marcha atrás en una de sus primeras iniciativas como comisionado del rubro. No hace mucho, impuso cuotas temporarias, calificándolas como “una solución mutuamente aceptable que permitirá una transición ordenada hacia un sistema definitivo”. Pero, al expirar anteriores restricciones (por imperio de la Organización Mundial de Comercio, en enero), toda la UE se largó a importar textiles, adelantándose al régimen de Mandelson.

Visto desde Beijing, el proceso parecía por demás desordenado. Durante el último fin de semana, por ejemplo, los barcos chinos han empezado a anclar más allá de aguas territoriales, para ahorrarse secuestros, confiscaciones y otros problemas. Era, en efecto, un papelón internacional.

Cámaras y asociaciones de minoristas europeos sostienen que el sistema de cuotas fue mal manejado desde el principio y se lanzó demasiado pronto para que los importadores ubicasen nuevas fuente de abastecimiento. Mandelson rechazó esas acusaciones. “Este acuerdo tomó meses, no días, y todos cononocpían sus plazos y otros detalles”, se cansó de repetir.

En general, mayoristas y minoristas insisten en que la Comisión Europea se puso al lado de los fabricantes y contra el comercio, en “una actitud miope”. Ocurre que la venta al detalle emplea 26 millones de personales, aunque muchas no actúen en rubros textiles, señala Ralf Kamphöner (Eurcommerce). A su vez, la industria ocupa sólo 2.500.000 y representa 7% de la manufactura regional, subraya Euratex, el “lobby” de los fabricantes. “El futuro de la UE no está en camisetas ni bombachas”, replica Kamphöner.

En cuanto a la prensa, la mayoría de los medios ha tomado partido por los importadores, “pues los precios de indumentaria son tan escandalosos como los márgenes de utilidad”, señalaba el “Financial Times”. “Lo malo –recordaba ‘Die Welt’- es que la OMC, árbitro en este lío, esté en manos de Pascal Lamy, viejo campeón del proteccionismo a ultranza”.

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