Japón: su alquimia monetaria quizá no produzca oro

“Hay un experimento en política monetaria cuya audacia no tiene precedentes. Japón emite yenes para comprar dólares en volúmenes tan prodigiosos que logran sujetar las tasas globales a niveles por demás exiguos. Pero ¿cómo terminará?”

23 febrero, 2004

Así se pregunta Richard Dundan, analista financiero residente en Tokio,
autor de “The dollar crisis: Causes, Consequences, Cures” (2003).
Aparte de calificar el actual desajuste cambiario mundial como crisis, el experto
sostiene que, en esencia, “el Banco del Japón lleva desde mediados
de 2003 una política monetaria heterodoxa, por presiones del Sistema de
Reserva Federal”.

Dicho de otro modo, el emisor nipón “crea moneda y compra deuda
norteamericana, en forma de bonos de Tesorería. Esto ayuda a mantener
tasas artificiosamente bajas en EE.UU. Por tanto, Tokio solventa el crecimiento
económico norteamericano y, por extensión, el global”.

“Resulta inconcebible -afirma Dundan- que las instancias decisorias en
Tokio y Washington no capten el impacto que esta forma tan aventurada de crear
moneda tiene ya en los tipos de interés globales y el producto agregado
mundial. Los montos involucrados son apabullantes”.

Desde inicios de 2003, Japón ha generado el equivalente de US$ 250.000
millones. Más de 4% del PBI local, dos mil dólares por habitante
o 40 por cada persona que habita el planeta. Pero, lo más importante
es que “esa suma financiaría casi la mitad del déficit fiscal
norteamericano proyectado para el ejercicio 2005”

Sólo en enero último, el monto de yenes “impresos”
y convertidos en dólares alcanzaría para cubrir 13% del rojo estadounidense
del mismo mes. La inversión de esos dólares en “instrumentos
de deuda en esa moneda” explica claramente por qué el rinde de las
letras a diez años (T-10) cedió por entonces, pero al aumento
de las estimaciones sobre el déficit fiscal.

“Por accidente o designio -señala el analista-, Japón se
ha embarcado en el esquema de fabricar riqueza más atrevido desde que,
en 1720, John Law vendía acciones de la inexistente Mississippi Company”.
Más tarde, ese brillante mitómano especulador pondría contra
las cuerdas a Londres y París.

Hasta ahora, “los réditos son impresionantes. La alquimia del Sol
Naciente es una clave que le ha permitido al gobierno norteamericano financiar
un agujero presupuestario de US$ 700.000 millones en tres años. Todo
sin elevar los intereses a niveles que pudieran pinchar la burbuja de riqueza
que, hoy, sustenta las aspiraciones reelectorales de George W. Bush”.

Dos paquetes de rebajas tributarias (US$ 2,35 billones en 2001-12 siguen fomentando
el consumo interno. Por su parte, la demanda originada en ese factor ha beneficiado
las economías exportadoras de Asia oriental y sudoriental.

“China desempeña un papel relevante en este proceso. Con un superávit
comercial de US$ 125.000 millones con EE.UU. -explica Dundan-, o sea 9% del
PBI norteamericano en 2003, Beijing se ha convertido en locomotora regional”.
Ese país viene empleando esos saldos para cubrir sus déficit respecto
de sus propios vecinos, Japón inclusive.

Este reciclaje de exportaciones chinas en dólares “explica la increíblemente
veloz reflación que vive el área. Aun la lenta economía
nipona empieza a dar señales de repuntes basado en ventas al exterior”.

Esas tendencias “subrayan una cuestión fundamental en debate desde
hace siglos: ¿pueden los estados crear moneda y enriquecer a la gente
sin poner en marcha una cadena de sucesos que, finalmente, acabe en el caos
monetario?”

Quizás “estemos por averiguarlo, si Tokio prueba su receta en una
escala global inédita. Si este experimento heterodoxo funciona -presume
el autor-, habremos alumbrado un nuevo paradigma monetario internacional. Los
gobiernos habrán descubierto cómo financiar déficit sin
límites vía creación de papel moneda y el planeta se encaminará
a una era de prosperidad”.

De lo contrario, como ocurre en el capitalismo desde el siglo XVII u ocurría
en Roma desde el siglo II, “el mundo no podrá evitar un derrumbe
económico tan severo como prolongado. Los extraordinarios desequilibrios
económicos en escala global -causados por la implosión de tanta
moneda fiduciaria- irán estallando uno por uno”.

En junio último, econometristas del SRF publicaron un estudio donde
explicaban que a la entidad “no se le habían acabado las municiones”,
pese a haber reducido las tasas básicas a 1% anual, el mínimo
desde hacía justo 45 años. Sostenían que podría
instrumentarse una “política clásica en libros de textos:
imprimir dólares y tirarlos desde helicópteros, a fin de estimular
la economía”

“Esos helicópteros ya están en vuelo. Pero -advierte el
experto- lleva la bandera del Sol Naciente. Eso está claro. Lo que dista
de estarlo en quiénes están piloteando”.

Así se pregunta Richard Dundan, analista financiero residente en Tokio,
autor de “The dollar crisis: Causes, Consequences, Cures” (2003).
Aparte de calificar el actual desajuste cambiario mundial como crisis, el experto
sostiene que, en esencia, “el Banco del Japón lleva desde mediados
de 2003 una política monetaria heterodoxa, por presiones del Sistema de
Reserva Federal”.

Dicho de otro modo, el emisor nipón “crea moneda y compra deuda
norteamericana, en forma de bonos de Tesorería. Esto ayuda a mantener
tasas artificiosamente bajas en EE.UU. Por tanto, Tokio solventa el crecimiento
económico norteamericano y, por extensión, el global”.

“Resulta inconcebible -afirma Dundan- que las instancias decisorias en
Tokio y Washington no capten el impacto que esta forma tan aventurada de crear
moneda tiene ya en los tipos de interés globales y el producto agregado
mundial. Los montos involucrados son apabullantes”.

Desde inicios de 2003, Japón ha generado el equivalente de US$ 250.000
millones. Más de 4% del PBI local, dos mil dólares por habitante
o 40 por cada persona que habita el planeta. Pero, lo más importante
es que “esa suma financiaría casi la mitad del déficit fiscal
norteamericano proyectado para el ejercicio 2005”

Sólo en enero último, el monto de yenes “impresos”
y convertidos en dólares alcanzaría para cubrir 13% del rojo estadounidense
del mismo mes. La inversión de esos dólares en “instrumentos
de deuda en esa moneda” explica claramente por qué el rinde de las
letras a diez años (T-10) cedió por entonces, pero al aumento
de las estimaciones sobre el déficit fiscal.

“Por accidente o designio -señala el analista-, Japón se
ha embarcado en el esquema de fabricar riqueza más atrevido desde que,
en 1720, John Law vendía acciones de la inexistente Mississippi Company”.
Más tarde, ese brillante mitómano especulador pondría contra
las cuerdas a Londres y París.

Hasta ahora, “los réditos son impresionantes. La alquimia del Sol
Naciente es una clave que le ha permitido al gobierno norteamericano financiar
un agujero presupuestario de US$ 700.000 millones en tres años. Todo
sin elevar los intereses a niveles que pudieran pinchar la burbuja de riqueza
que, hoy, sustenta las aspiraciones reelectorales de George W. Bush”.

Dos paquetes de rebajas tributarias (US$ 2,35 billones en 2001-12 siguen fomentando
el consumo interno. Por su parte, la demanda originada en ese factor ha beneficiado
las economías exportadoras de Asia oriental y sudoriental.

“China desempeña un papel relevante en este proceso. Con un superávit
comercial de US$ 125.000 millones con EE.UU. -explica Dundan-, o sea 9% del
PBI norteamericano en 2003, Beijing se ha convertido en locomotora regional”.
Ese país viene empleando esos saldos para cubrir sus déficit respecto
de sus propios vecinos, Japón inclusive.

Este reciclaje de exportaciones chinas en dólares “explica la increíblemente
veloz reflación que vive el área. Aun la lenta economía
nipona empieza a dar señales de repuntes basado en ventas al exterior”.

Esas tendencias “subrayan una cuestión fundamental en debate desde
hace siglos: ¿pueden los estados crear moneda y enriquecer a la gente
sin poner en marcha una cadena de sucesos que, finalmente, acabe en el caos
monetario?”

Quizás “estemos por averiguarlo, si Tokio prueba su receta en una
escala global inédita. Si este experimento heterodoxo funciona -presume
el autor-, habremos alumbrado un nuevo paradigma monetario internacional. Los
gobiernos habrán descubierto cómo financiar déficit sin
límites vía creación de papel moneda y el planeta se encaminará
a una era de prosperidad”.

De lo contrario, como ocurre en el capitalismo desde el siglo XVII u ocurría
en Roma desde el siglo II, “el mundo no podrá evitar un derrumbe
económico tan severo como prolongado. Los extraordinarios desequilibrios
económicos en escala global -causados por la implosión de tanta
moneda fiduciaria- irán estallando uno por uno”.

En junio último, econometristas del SRF publicaron un estudio donde
explicaban que a la entidad “no se le habían acabado las municiones”,
pese a haber reducido las tasas básicas a 1% anual, el mínimo
desde hacía justo 45 años. Sostenían que podría
instrumentarse una “política clásica en libros de textos:
imprimir dólares y tirarlos desde helicópteros, a fin de estimular
la economía”

“Esos helicópteros ya están en vuelo. Pero -advierte el
experto- lleva la bandera del Sol Naciente. Eso está claro. Lo que dista
de estarlo en quiénes están piloteando”.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades