El restablecimiento del diálogo con EE.UU. reinsertaría el país en la comunidad financiera

Tras recibir al embajador norteamericano Earl Wayne, Cristina Kirchner inicia el camino hacia el Club de París y la “venta” de oportunidades de inversión. Como gesto, reabrió el registro para exportar maíz y trigo, y seguiría con la carne.

31 enero, 2008

En el orden interno, una vez transpuesta la puerta del despacho presidencial,
el representante de EE.UU. armará una agenda de entrevistas con empresarios
locales y del país del Norte para una delegación de legisladores
vinculados a las negociaciones económicas con el continente, que llegará
a mediados febrero. La integran tanto republicanos como demócratas.

Para una vez cumplida esta recepción, el embajador prepara la visita
al país del secretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental,
Thomas Shannon, quien iba a venir a comienzos de enero pero debió cancelar
ante el endurecimiento de las relaciones a raíz del juicio por la valija
de Antonini Wilson.

Paralelamente, en el Palacio de Hacienda, Martín Lousteau se encuentra
abocado a preparar una misión financiera a Europa que tocará varias
capitales, cuyo propósito será entregar a banqueros e inversionistas
una carpeta que contendrá la situación económica y financiera,
con sus perspectivas.

La gira será realizada por el secretario de Finanzas, Hugo Secondini,
quien reemplazara a Sergio Chodos, y no abordará ninguna cuestión
inherente a la normalización de la deuda con el Club de París.

En todo caso, cuando toque desplegar el road show por Berlín, allí
intervendrá el embajador designado en Alemania, Guillermo Nielsen, quien
ocupara el cargo cuando Roberto Lavagna era el ministro de Economía.

La idea del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, al proponerlo para
esa sede diplomática es que desde ahí opere sobre el Club de París
para allanar el camino a la renegociación de los us$ 6.000 millones en
default.

El propio gobierno francés se muestra actualmente interesado en que
Argentina salga de ese estado financiero para destrabar la asistencia crediticia
del tren bala, cuya obra estará liderada por la empresa compatriota Alstom.

Estación Washington

Las gestiones que reanudará la administración de Cristina Kirchner
por Europa, de todos modos, necesita de una normalización de las relaciones
con Washington, y ahí es donde se orientan las acciones en estos momentos.

Después del recorrido que la comisión mixta del Capitolio hará
por Buenos Aires vendría el requisito del Departamento de Estado, con
el visto bueno ineludible de Shannon una vez que haya recalado en el país,
hacia marzo.

De ahí al Tesoro y luego al Fondo Monetario Internacional, para completar
la secuencia burocrática que marca la comunidad financiera.

Pero no todo discurre en el papeleo y los despachos gubernamentales. La reapertura
de los registros de exportación para el trigo y el maíz es un
gesto de política económica hacia los mercados, que el ministro
Martín Lousteau y el secretario de Agricultura, Javier de Urquiza, lograron
imponer en el seno del gabinete, a pesar de que el secretario de Comercio, Guillermo
Moreno, los cerrara para evitar desabastecimiento y aumentos de precios.

Ambos funcionarios están también atentos a la sanción
de la Unión Europea a Brasil hacia las compras de carnes, un duro golpe
para el país vecino, que había logrado ubicarse como el principal
proveedor mundial de carnes. Para ello adquirió varios frigoríficos
líderes de Argentina y Uruguay, además de alentar internamente
el desarrollo de la ganadería.

La oportunidad de mejorar los ingresos comerciales aprovechando los aumentos
internacionales en ciernes seduce a Lousteau y, por extensión, a su padrino
político, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Pero al mismo
tiempo, el restablecimiento de las ventas externas de carnes oficiaría
de refuerzo a la carta de presentación argentina en busca de su reinserción.

Hoy la cuota Hilton –que alcanza a los cupos de cortes que ingresan a
Europa exentos de impuestos- está encima de u$s 15.000 por tonelada,
lo cual empuja a los restantes cortes.

El límite a las exportaciones de carnes impuesto por la política
de precios interna es de sólo 40.000 toneladas por mes, y ahí
es donde se centra actualmente la ofensiva del ala más liberal del gabinete
para ampliarlo.

El otro beneficio, que percibirá con o sin extensión de ese cupo
doméstico, es que el incremento de los valores externos redundará
en mayores ingresos fiscales por las retenciones.

En el orden interno, una vez transpuesta la puerta del despacho presidencial,
el representante de EE.UU. armará una agenda de entrevistas con empresarios
locales y del país del Norte para una delegación de legisladores
vinculados a las negociaciones económicas con el continente, que llegará
a mediados febrero. La integran tanto republicanos como demócratas.

Para una vez cumplida esta recepción, el embajador prepara la visita
al país del secretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental,
Thomas Shannon, quien iba a venir a comienzos de enero pero debió cancelar
ante el endurecimiento de las relaciones a raíz del juicio por la valija
de Antonini Wilson.

Paralelamente, en el Palacio de Hacienda, Martín Lousteau se encuentra
abocado a preparar una misión financiera a Europa que tocará varias
capitales, cuyo propósito será entregar a banqueros e inversionistas
una carpeta que contendrá la situación económica y financiera,
con sus perspectivas.

La gira será realizada por el secretario de Finanzas, Hugo Secondini,
quien reemplazara a Sergio Chodos, y no abordará ninguna cuestión
inherente a la normalización de la deuda con el Club de París.

En todo caso, cuando toque desplegar el road show por Berlín, allí
intervendrá el embajador designado en Alemania, Guillermo Nielsen, quien
ocupara el cargo cuando Roberto Lavagna era el ministro de Economía.

La idea del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, al proponerlo para
esa sede diplomática es que desde ahí opere sobre el Club de París
para allanar el camino a la renegociación de los us$ 6.000 millones en
default.

El propio gobierno francés se muestra actualmente interesado en que
Argentina salga de ese estado financiero para destrabar la asistencia crediticia
del tren bala, cuya obra estará liderada por la empresa compatriota Alstom.

Estación Washington

Las gestiones que reanudará la administración de Cristina Kirchner
por Europa, de todos modos, necesita de una normalización de las relaciones
con Washington, y ahí es donde se orientan las acciones en estos momentos.

Después del recorrido que la comisión mixta del Capitolio hará
por Buenos Aires vendría el requisito del Departamento de Estado, con
el visto bueno ineludible de Shannon una vez que haya recalado en el país,
hacia marzo.

De ahí al Tesoro y luego al Fondo Monetario Internacional, para completar
la secuencia burocrática que marca la comunidad financiera.

Pero no todo discurre en el papeleo y los despachos gubernamentales. La reapertura
de los registros de exportación para el trigo y el maíz es un
gesto de política económica hacia los mercados, que el ministro
Martín Lousteau y el secretario de Agricultura, Javier de Urquiza, lograron
imponer en el seno del gabinete, a pesar de que el secretario de Comercio, Guillermo
Moreno, los cerrara para evitar desabastecimiento y aumentos de precios.

Ambos funcionarios están también atentos a la sanción
de la Unión Europea a Brasil hacia las compras de carnes, un duro golpe
para el país vecino, que había logrado ubicarse como el principal
proveedor mundial de carnes. Para ello adquirió varios frigoríficos
líderes de Argentina y Uruguay, además de alentar internamente
el desarrollo de la ganadería.

La oportunidad de mejorar los ingresos comerciales aprovechando los aumentos
internacionales en ciernes seduce a Lousteau y, por extensión, a su padrino
político, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Pero al mismo
tiempo, el restablecimiento de las ventas externas de carnes oficiaría
de refuerzo a la carta de presentación argentina en busca de su reinserción.

Hoy la cuota Hilton –que alcanza a los cupos de cortes que ingresan a
Europa exentos de impuestos- está encima de u$s 15.000 por tonelada,
lo cual empuja a los restantes cortes.

El límite a las exportaciones de carnes impuesto por la política
de precios interna es de sólo 40.000 toneladas por mes, y ahí
es donde se centra actualmente la ofensiva del ala más liberal del gabinete
para ampliarlo.

El otro beneficio, que percibirá con o sin extensión de ese cupo
doméstico, es que el incremento de los valores externos redundará
en mayores ingresos fiscales por las retenciones.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades