EE.UU.: lobby mundial contra las reformas contables

Estudios contables y auditores internacionales han pedido a la Securities & Exchange Comission amortiguar las nuevas normas sobre su actividad. El potente “lobby” sostiene que ciertas pautas van contra sus leyes, prácticas e intereses.

9 enero, 2003

Si bien los primeros contactos con la SEC arrancan de mediados de diciembre, en enero arreciarán las presiones de un cabildeo que involucra profesionales de Estados Unidos, Canadá, Unión Europea, Latinoamérica, Asia oriental y sudoriental. La peculiar situación de la entidad es propicia: sigue formalmente acéfala, mientras el candidato propuesto por George W. Bush, William Donaldson (de Donaldson Jenrette & Lufkin), es criticado por sus antecedentes poco favorables a la transparencia y los intereses de los accionistas.

En lo formal, los encuentros realizados en la SEC desde hace dos semanas tienen por objeto dar oportunidad a auditores no norteamericanos para exponer sus puntos de vista. Esta fase se extenderá hasta el 24. Algunos analistas independientes notan que, hasta ahora, el “lobby” internacional no se había desplegado con tanta espectacularidad, aunque –desde 2000- vienen sucediéndose debates en torno de armonizar normas contables entre la América anglosajona (donde imperan los principios contables generalmente aceptados, GAAP: generally accepted accounting principles) y la Unión Europea, donde predominan las pautas contables internacionales, IAS (international accounting standards).

Ahora, en cambio, una ley exclusiva de EE.UU, la Sarbanes-Oxley (julio último), pone en pie de guerra al negocio contable y auditor en el mundo. Por el momento, los debates con la SEC se centran en independencia de los auditores y facultades de los fiscales, esto es la propia justicia. La clave del asunto es que las reformas legislativas y la presumible acción futura de la SEC –aun con un jefe “blando”- podrían generar precedentes internacionales. Exactamente como ocurre con la armonización entre GAAP y IAS.

Tanto Harvey Pitt, CEO saliente de la SEC, como Donaldson se han apresurado a calmar los ánimos. Pero la dureza de varios fiscales estaduales y federales, más la ola de procesos y demandas por conflictos de intereses, ya afectan los nexos –no siempre claros ni saludables- entre estudios contables, firmas de valores, analistas de mercado y bancas de inversión. Sin embargo, la actuales presiones provienen de los “cuatro grandes” que quedan tras el derrumbe de Arthur Andersen (PricewaterhouseCoopers, KPMG, Ernst&Young, Deloitte&Touche).

Si bien los primeros contactos con la SEC arrancan de mediados de diciembre, en enero arreciarán las presiones de un cabildeo que involucra profesionales de Estados Unidos, Canadá, Unión Europea, Latinoamérica, Asia oriental y sudoriental. La peculiar situación de la entidad es propicia: sigue formalmente acéfala, mientras el candidato propuesto por George W. Bush, William Donaldson (de Donaldson Jenrette & Lufkin), es criticado por sus antecedentes poco favorables a la transparencia y los intereses de los accionistas.

En lo formal, los encuentros realizados en la SEC desde hace dos semanas tienen por objeto dar oportunidad a auditores no norteamericanos para exponer sus puntos de vista. Esta fase se extenderá hasta el 24. Algunos analistas independientes notan que, hasta ahora, el “lobby” internacional no se había desplegado con tanta espectacularidad, aunque –desde 2000- vienen sucediéndose debates en torno de armonizar normas contables entre la América anglosajona (donde imperan los principios contables generalmente aceptados, GAAP: generally accepted accounting principles) y la Unión Europea, donde predominan las pautas contables internacionales, IAS (international accounting standards).

Ahora, en cambio, una ley exclusiva de EE.UU, la Sarbanes-Oxley (julio último), pone en pie de guerra al negocio contable y auditor en el mundo. Por el momento, los debates con la SEC se centran en independencia de los auditores y facultades de los fiscales, esto es la propia justicia. La clave del asunto es que las reformas legislativas y la presumible acción futura de la SEC –aun con un jefe “blando”- podrían generar precedentes internacionales. Exactamente como ocurre con la armonización entre GAAP y IAS.

Tanto Harvey Pitt, CEO saliente de la SEC, como Donaldson se han apresurado a calmar los ánimos. Pero la dureza de varios fiscales estaduales y federales, más la ola de procesos y demandas por conflictos de intereses, ya afectan los nexos –no siempre claros ni saludables- entre estudios contables, firmas de valores, analistas de mercado y bancas de inversión. Sin embargo, la actuales presiones provienen de los “cuatro grandes” que quedan tras el derrumbe de Arthur Andersen (PricewaterhouseCoopers, KPMG, Ernst&Young, Deloitte&Touche).

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