¿Cuánto valen un analista o un gurú? Nada, si se equivocan

Los balances ponen a prueba analistas, gurúes y sus estimaciones hacia delante. La crisis de liquidez, malas hipotecas y una economía débil –aunque Wall Street crea otra cosa- tornan más fácil equivocarse que acertar. Muchos hacen papelones.

28 abril, 2008

Apenas veintisiete empresas han cumplido o superado augurios trimestrales desde 2001, señala un estudio de Bloomberg’s. Este marzo, General Electric dio una pésima sorpresa, luego de 32 períodos gananciosos. Goldman Sachs define ese y otros fracasos como “signo de los tiempos que se vienen”. La firma de valores espera malos estados financieros.

En buenos momentos, las compañías a menudo aprovechan la flexibilidad de normas contables para elegir cómo registrar ingresos, costo y utilidades. Eso crea la impresión de que las cifras son previsibles. Pero el enfriamiento económico y crediticio actual complican el panorama, también para los gurúes. En general, las cosan marchan bien hasta el colapso. En lo tocante a proyecciones trimestrales –un ícono del mercado-, firmas tan respetadas como Berkshire Hathaway (Warren Buffet) se niegan a divulgarlas.

Volviendo a GE, la pregunta pertinente es por qué aguantó desde 2000 “acertando” pronósticos. Suponiendo que existan analistas independientes de las proyecciones de las empresas, obtener por casualidad un logro como el de GE equivaldrá a una posibilidad en 100.000 millones, aplicando ecuaciones habituales.

.

“Todo este juego es tonto”, sostiene William Donaldson, ex presidente de la Securities & Exchange commission (SEC, comisión de valores). El experto condujo un equipo cuyas investigaciones lo llevaron a dos sugerencias. Una, abolir los pronósticos trimestrales (ello daría vueltan los mecanismos bursátiles). Otra, rebajar las bonificaciones a ejecutivos según las utilidades por acción cada tres meses, pues “ingresos y réditos quedan sujetos a interpretaciones interesadas”.

En efecto, ese juego torna volátiles las cotizaciones, malgasta recursos de las empresas y suele alentar a los managers a maquillar estados contables o demorar inversiones. Asi concluye el informe donde participaba Donaldson. Salió en junio, pero el mercado y los contadores profesionales le echaron un pesado manto de silencio.

Las turbulencias iniciadas en agosto le dieron la razón. Por ejemplo, cualquiera que se coloque en un fondo mutual no tiene acceso a los resultados reales de la cartera e ignora las comisiones emergentes de especular a corto plazo. Este rubro puede haber insumido, en Estados Unidos, US$ 70.000 millones sólo en 2005.

En realidad, casi todos los analistas y gurúes no supieron prever el derrumbe de General Electric. En una muestra, dieciséis entre diecinueve recomendaban comprar la acción horas antes (11 de abril) de saber se que las ganancias operativas habían caído 12%, a US$ 4.360 millones (o sea 44 centavos por título).

Apenas veintisiete empresas han cumplido o superado augurios trimestrales desde 2001, señala un estudio de Bloomberg’s. Este marzo, General Electric dio una pésima sorpresa, luego de 32 períodos gananciosos. Goldman Sachs define ese y otros fracasos como “signo de los tiempos que se vienen”. La firma de valores espera malos estados financieros.

En buenos momentos, las compañías a menudo aprovechan la flexibilidad de normas contables para elegir cómo registrar ingresos, costo y utilidades. Eso crea la impresión de que las cifras son previsibles. Pero el enfriamiento económico y crediticio actual complican el panorama, también para los gurúes. En general, las cosan marchan bien hasta el colapso. En lo tocante a proyecciones trimestrales –un ícono del mercado-, firmas tan respetadas como Berkshire Hathaway (Warren Buffet) se niegan a divulgarlas.

Volviendo a GE, la pregunta pertinente es por qué aguantó desde 2000 “acertando” pronósticos. Suponiendo que existan analistas independientes de las proyecciones de las empresas, obtener por casualidad un logro como el de GE equivaldrá a una posibilidad en 100.000 millones, aplicando ecuaciones habituales.

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“Todo este juego es tonto”, sostiene William Donaldson, ex presidente de la Securities & Exchange commission (SEC, comisión de valores). El experto condujo un equipo cuyas investigaciones lo llevaron a dos sugerencias. Una, abolir los pronósticos trimestrales (ello daría vueltan los mecanismos bursátiles). Otra, rebajar las bonificaciones a ejecutivos según las utilidades por acción cada tres meses, pues “ingresos y réditos quedan sujetos a interpretaciones interesadas”.

En efecto, ese juego torna volátiles las cotizaciones, malgasta recursos de las empresas y suele alentar a los managers a maquillar estados contables o demorar inversiones. Asi concluye el informe donde participaba Donaldson. Salió en junio, pero el mercado y los contadores profesionales le echaron un pesado manto de silencio.

Las turbulencias iniciadas en agosto le dieron la razón. Por ejemplo, cualquiera que se coloque en un fondo mutual no tiene acceso a los resultados reales de la cartera e ignora las comisiones emergentes de especular a corto plazo. Este rubro puede haber insumido, en Estados Unidos, US$ 70.000 millones sólo en 2005.

En realidad, casi todos los analistas y gurúes no supieron prever el derrumbe de General Electric. En una muestra, dieciséis entre diecinueve recomendaban comprar la acción horas antes (11 de abril) de saber se que las ganancias operativas habían caído 12%, a US$ 4.360 millones (o sea 44 centavos por título).

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