Críticas de Lavagna y Nielsen al FMI y otros organismos

Formalmente, el gobierno argentino descarta la reapertura temporaria del canje. Pero la puerta queda entreabierta. Entretanto, Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen aprovechan para criticar al FMI y otras entidades multilaterales.

5 marzo, 2005

En un artículo publicado por “La Nación” el sábado 5, Lavagna estuvo claro: “No fue fácil afrontar el empapelamiento de mercados con deuda argentina. Eran centenares de bonos en monedas y jurisdicciones distintas, con una inédita participación de tenedores minoristas” (a quienes no se dirigía el propio emisor de los papeles, o sea Buenos Aires).

Por cierto, las operaciones y campañas de opinión se apoyaban en ese grupo que incluía gente engañada por bancos y firmas de valores. Particularmente italianos, nunca muy sagaces como inversores (Parmalat, Cirio, Finmatica o Volare son ejemplos típicos). Por otro lado –y acá el ministro pone los puntos sobre las íes-, pesa “el cambio de paradigma o, si se quiere, política de los organismos financieros internacionales. Pasaron de ser prestamistas de última instancia a cobradores de primera instancia”.

Esta perversión de valores era contagiosa. Pasó el Fondo Monetario al Banco Mundial y, luego, al Grupo de los Siete. El mismo que, hace diez años, analizaba la factibilidad de una ley internacional sobre “quiebra soberana”. Pero las propuestas de Anne Krueger, Alan Meltzer, Adam Lerrick y George Calomiris cayeron en saco roto. A la banca privada le conviene la situación actual, donde sus errores como prestamista a deudores soberanos de dudosa solvencia (patentes en las crisis mejicanas de 1982 o 1994/5 y en la crisis sistémica global de 1997/8) son cubiertos por el FMI.

Quizá pensando en los obstáculos creados al canje por la entidad anfitriona y el papel ambiguo de varios asistentes, Guillermo Nielsen –subsecretario de finanzas- censuró con dureza “la actuación del Fondo durante estas negociaciones. Su burocracia está ganándole la batalla a la creatividad y el sistema financiero internacional ya no está preparado para atender restructuraciones como la argentina”. Así afirmó en un seminario local auspiciado por Deutsche Bank.

En pocos días, probablemente se desencadene una ofensiva por parte medios allegados al negocio financiero. Primero, porque Néstor Kirchner ha criticado con nombre y apellido a gurúes, columnistas y analistas vinculados al “lobby” de Charles Dallara, Nicola Stock y otros. Segundo, por la censura de Lavagna y Nielsen a los propios organismos multilaterales. Ahora, sólo falta que otro funcionario identifique medios.

Por de pronto, “The Economist” –ya sin el empaque y el buen inglés que lo distinguían- acaba de salir con un ataque vitriólico y hasta superficial contra el canje argentino. En lo atinente a la reapertura, todo depende de la entrevista entre Lavagna y Rodrigo Rato, director gerente del FMI.

Prevista entre lunes y martes, tal no gire en torno de una decisión del congreso. En realidad, la propia “ley cerrojo” dictada no hace mucho prevé una opción. Al no haber pedido Argentina –tres días antes del cierre formal- prórroga ante la Comissione Nazionale per società e borse (Consob, “bisagra” con los inversores minoristas), queda un recurso: solicitar, alrededor del 15, una reapertura por tiempo muy limitado. Tangencialmente, los seis fallos de primera instancia y los dos de segunda, en Italia, que cuestionan a bancos y otros intermediarios, pueden destrabar la reapertura temporaria.

En un artículo publicado por “La Nación” el sábado 5, Lavagna estuvo claro: “No fue fácil afrontar el empapelamiento de mercados con deuda argentina. Eran centenares de bonos en monedas y jurisdicciones distintas, con una inédita participación de tenedores minoristas” (a quienes no se dirigía el propio emisor de los papeles, o sea Buenos Aires).

Por cierto, las operaciones y campañas de opinión se apoyaban en ese grupo que incluía gente engañada por bancos y firmas de valores. Particularmente italianos, nunca muy sagaces como inversores (Parmalat, Cirio, Finmatica o Volare son ejemplos típicos). Por otro lado –y acá el ministro pone los puntos sobre las íes-, pesa “el cambio de paradigma o, si se quiere, política de los organismos financieros internacionales. Pasaron de ser prestamistas de última instancia a cobradores de primera instancia”.

Esta perversión de valores era contagiosa. Pasó el Fondo Monetario al Banco Mundial y, luego, al Grupo de los Siete. El mismo que, hace diez años, analizaba la factibilidad de una ley internacional sobre “quiebra soberana”. Pero las propuestas de Anne Krueger, Alan Meltzer, Adam Lerrick y George Calomiris cayeron en saco roto. A la banca privada le conviene la situación actual, donde sus errores como prestamista a deudores soberanos de dudosa solvencia (patentes en las crisis mejicanas de 1982 o 1994/5 y en la crisis sistémica global de 1997/8) son cubiertos por el FMI.

Quizá pensando en los obstáculos creados al canje por la entidad anfitriona y el papel ambiguo de varios asistentes, Guillermo Nielsen –subsecretario de finanzas- censuró con dureza “la actuación del Fondo durante estas negociaciones. Su burocracia está ganándole la batalla a la creatividad y el sistema financiero internacional ya no está preparado para atender restructuraciones como la argentina”. Así afirmó en un seminario local auspiciado por Deutsche Bank.

En pocos días, probablemente se desencadene una ofensiva por parte medios allegados al negocio financiero. Primero, porque Néstor Kirchner ha criticado con nombre y apellido a gurúes, columnistas y analistas vinculados al “lobby” de Charles Dallara, Nicola Stock y otros. Segundo, por la censura de Lavagna y Nielsen a los propios organismos multilaterales. Ahora, sólo falta que otro funcionario identifique medios.

Por de pronto, “The Economist” –ya sin el empaque y el buen inglés que lo distinguían- acaba de salir con un ataque vitriólico y hasta superficial contra el canje argentino. En lo atinente a la reapertura, todo depende de la entrevista entre Lavagna y Rodrigo Rato, director gerente del FMI.

Prevista entre lunes y martes, tal no gire en torno de una decisión del congreso. En realidad, la propia “ley cerrojo” dictada no hace mucho prevé una opción. Al no haber pedido Argentina –tres días antes del cierre formal- prórroga ante la Comissione Nazionale per società e borse (Consob, “bisagra” con los inversores minoristas), queda un recurso: solicitar, alrededor del 15, una reapertura por tiempo muy limitado. Tangencialmente, los seis fallos de primera instancia y los dos de segunda, en Italia, que cuestionan a bancos y otros intermediarios, pueden destrabar la reapertura temporaria.

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