Alitalia: la intervienen para evitar el cierre liso y llano

A última hora del jueves, el gobierno llegó a una acuerdo de emergencia para que Alitalia siga operando. Giancarlo Cimoli, presidente de los ferrocarriles estatales, asume el lunes como interventor. Pero aún no hay salida clara.

7 mayo, 2004

Un plan de cinco puntos, basado en una restructuración a medias, no fue bien recibido por acreedores, analistas ni el resto de las aerolíneas en la Unión Europea. En especial, porque mantiene intacta una dotación próxima a 21.000 personas. De todos modos, vuela el management completo, se modificará la composición del paquetes (62,4% sigue en poder de Roma) y se gestionarán fondos de emergencia no inferiores a € 400 millones, para empezar.

“Si Alitalia sobrevive en estas condiciones, será un duro revés para el capitalismo italiano. No es posible continuar interviniendo empresas en quiebra. Sean estatales, sean privadas -como Cirio o Parmalat-, sean clubes de fútbol”. Así sostiene un experto de la banca Dredsner Kleinwort Wasserstein.

La cuenta regresiva empezó en martes 4, cuando sólo quedaban € 200 millones en caja, los vuelos estaban suspendidos, los aeropuertos bloqueados y la liquidación era inminente. Mientras tanto, Air France y KLM cristalizan una fusión que excluía a Alitalia.

La situación era desesperante. Hasta la noche del miércoles 5, no se vislumbraban salidas. El viceprimer ministro Gianfranco Fini exigía un “urgente acuerdo mínimo entre la compañía y los gremios”, pero Silvio Berlusconi no abría la boca. Había plazo hasta el jueves para allanar posiciones. Ese día, la empresa debía aprobar su plan operativo, algo que –se sabe ahora- era una quimera.

No sólo por la nueva crisis, sino porque el problema Alitalia viene arrastrándose desde hace años. A fines de 2003, por ejemplo, Francesco Mengozzi (entonces administrador delegado) lanzó un salvataje que preveía hasta cinco mil despidos y la escisión de sectores.

Mengozzi fracasó y lo sucedió Marco Zanichelli. Su plan –también frustrado- reducía el máximo de prescindencias a 1.100; pero, por otra parte, transfería 2.100 personas vía tercerizaciones. Mientras tanto, se pinchaban una a una las alianzas factibles; en particular, la que iba a sumar la firma italiana al dúo KLM-Air France. Al finalizar abril, en efecto, vencía la oferta pública para canje de acciones, en tanto se confirmaba que las pérdidas de Alitalia sumaban € 510 millones.

Un plan de cinco puntos, basado en una restructuración a medias, no fue bien recibido por acreedores, analistas ni el resto de las aerolíneas en la Unión Europea. En especial, porque mantiene intacta una dotación próxima a 21.000 personas. De todos modos, vuela el management completo, se modificará la composición del paquetes (62,4% sigue en poder de Roma) y se gestionarán fondos de emergencia no inferiores a € 400 millones, para empezar.

“Si Alitalia sobrevive en estas condiciones, será un duro revés para el capitalismo italiano. No es posible continuar interviniendo empresas en quiebra. Sean estatales, sean privadas -como Cirio o Parmalat-, sean clubes de fútbol”. Así sostiene un experto de la banca Dredsner Kleinwort Wasserstein.

La cuenta regresiva empezó en martes 4, cuando sólo quedaban € 200 millones en caja, los vuelos estaban suspendidos, los aeropuertos bloqueados y la liquidación era inminente. Mientras tanto, Air France y KLM cristalizan una fusión que excluía a Alitalia.

La situación era desesperante. Hasta la noche del miércoles 5, no se vislumbraban salidas. El viceprimer ministro Gianfranco Fini exigía un “urgente acuerdo mínimo entre la compañía y los gremios”, pero Silvio Berlusconi no abría la boca. Había plazo hasta el jueves para allanar posiciones. Ese día, la empresa debía aprobar su plan operativo, algo que –se sabe ahora- era una quimera.

No sólo por la nueva crisis, sino porque el problema Alitalia viene arrastrándose desde hace años. A fines de 2003, por ejemplo, Francesco Mengozzi (entonces administrador delegado) lanzó un salvataje que preveía hasta cinco mil despidos y la escisión de sectores.

Mengozzi fracasó y lo sucedió Marco Zanichelli. Su plan –también frustrado- reducía el máximo de prescindencias a 1.100; pero, por otra parte, transfería 2.100 personas vía tercerizaciones. Mientras tanto, se pinchaban una a una las alianzas factibles; en particular, la que iba a sumar la firma italiana al dúo KLM-Air France. Al finalizar abril, en efecto, vencía la oferta pública para canje de acciones, en tanto se confirmaba que las pérdidas de Alitalia sumaban € 510 millones.

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