Bruselas, inquieta ante pactos y fusiones en el sector gas

A juicio de Andris Piebalgs, comisario para energía y combustibles de la Unión Europea, el acuerdo Rusia-Argelia y la fusión Gaz de France-Suez van en desmedro del libre mercado. Parece que eso ya no desvela a casi nadie.

31 agosto, 2006

Por una parte, la compañía estatal Gaz de France ha confirmado por boca de su presidente, Jean-François Cirelli, la fusión con la privada Suez. La Comisión Europea dejó de lado algunas objeciones y sólo falta la decisión de ambas directorios. Pero Piebalgs no ve esta operación con buenos ojos.

Menos gracia le causa el pacto entre el monopolio estatal ruso Gazprom –la mayor empresa mundial en su género- y su equivalente argentino, Sonatrach. Amén de cerrar un juego de pinzas sobre al abastecimiento europeo de gas natural (desde el este y desde el sudoeste), Bruselas, Londres y Washington vislumbran la génesis de una organización de países exportadores de gas (¿Opeg?).

“Las empresas entienden que están en el mercado europeo para sacar ventajas. Pero –subraya el flamenco-, las sorprende un hecho nada nuevo: muchos estados siguen viendo energía, combustibles, agua y hasta bancos como patrimonio nacional”. Los casos Eon-Endesa (España contra el gigante alemán) y la banca comercial polaca ilustran el punto.

Al alto funcionario le gustaría que todos los socios de la UE fueran como Gran Bretaña, Austria, Holanda, Irlanda o el bloque escandinavo. Pobre ejemplo, pues ésta incluye países ajenos a la UE (Noruega, Islandia), para no mencionar Suiza.

Los rumores sobre una hipotética “Opeg” implican a dos de los tres principales abastecedores de gas natural al occidente europeo, Rusia y Argelia. El tercero, vaya ironía, es Noruega, cuyas reservas de ese fluido y de petróleo van agotándose.

Por una parte, la compañía estatal Gaz de France ha confirmado por boca de su presidente, Jean-François Cirelli, la fusión con la privada Suez. La Comisión Europea dejó de lado algunas objeciones y sólo falta la decisión de ambas directorios. Pero Piebalgs no ve esta operación con buenos ojos.

Menos gracia le causa el pacto entre el monopolio estatal ruso Gazprom –la mayor empresa mundial en su género- y su equivalente argentino, Sonatrach. Amén de cerrar un juego de pinzas sobre al abastecimiento europeo de gas natural (desde el este y desde el sudoeste), Bruselas, Londres y Washington vislumbran la génesis de una organización de países exportadores de gas (¿Opeg?).

“Las empresas entienden que están en el mercado europeo para sacar ventajas. Pero –subraya el flamenco-, las sorprende un hecho nada nuevo: muchos estados siguen viendo energía, combustibles, agua y hasta bancos como patrimonio nacional”. Los casos Eon-Endesa (España contra el gigante alemán) y la banca comercial polaca ilustran el punto.

Al alto funcionario le gustaría que todos los socios de la UE fueran como Gran Bretaña, Austria, Holanda, Irlanda o el bloque escandinavo. Pobre ejemplo, pues ésta incluye países ajenos a la UE (Noruega, Islandia), para no mencionar Suiza.

Los rumores sobre una hipotética “Opeg” implican a dos de los tres principales abastecedores de gas natural al occidente europeo, Rusia y Argelia. El tercero, vaya ironía, es Noruega, cuyas reservas de ese fluido y de petróleo van agotándose.

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